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THE GUARDIAN

Desde el Caribe hasta Kenia, las personas negras plantan cara a la discriminación por el pelo afro

Una niña es peinada en el concurso Tejiendo Esperanzas en Cali, Colombia, que busca revivir las costumbres, identidad y cultura africana.

Nyima Jobe

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Un chico llamado Bryce, de Trinidad, resultó excluido de su ceremonia de graduación en el mes de junio porque su pelo no cumplía con la definición de “cuidado y arreglado” de su instituto.

El chico de 17 años, que llevaba un corte de pelo ‘low afro’ (el pelo muy corto por la nuca y la parte baja de la cabeza, y el pelo rizado con volumen, en la parte alta), fue uno de los más de 20 chavales a los que no se les permitió recoger sus certificados de graduación en el escenario del Trinity College, en Miraval.

“Nos pusieron en un banco lejos, en una esquina, donde nuestros padres ni siquiera podían vernos. Tenían que ir hasta el escenario para poder vernos. Fue una experiencia realmente desagradable para un día muy especial”, declaró entonces Bryce a un periódico local.  

El incidente provocó el enfado en las redes sociales, con comentarios de condena por la decisión del centro de Secundaria. Un usuario de la red social X (Twitter) escribió: “Esto es asqueroso y revela la nación en la que vivimos”. Las enérgicas protestas llevaron al ministro de Educación de Trinidad y Tobago a recomendar que se permitieran trenzas en las aulas a partir de septiembre.

La discriminación por el pelo no es nueva, sino que se remonta al mercado europeo de esclavos. A las personas esclavizadas se les cortaba el pelo a la fuerza, un acto deshumanizador que también buscaba cortar sus vínculos con la cultura africana. Siglos más tarde, el legado de la esclavitud sigue manifestándose en los lugares de trabajo y centros educativos, donde a menudo no se acepta el pelo afro. 

Reminiscencias del pasado

Ha habido algunos hitos en la lucha contra lo que se consideran, mayoritariamente, reglas desfasadas. En abril de 2022, Anguila se convirtió en la primera isla del Caribe en introducir una política estatal contra la discriminación por el cabello. La ministra de Educación y Desarrollo Social, Dee-Ann Kentish-Rogers, luchó a favor de la implementación de un nuevo código para el pelo, que permita trenzas, rizos y tirabuzones en las escuelas de la isla.

“Aunque todavía no sea una ley, lo ha establecido el consejo ejecutivo, que es la fuerza del brazo ejecutivo del Gobierno”, explica Kentish-Rogers. El único centro de secundaria de la isla, Albena Lake Hodge Comprehensive, también ha actualizado su código nacional sobre disciplina y vestimenta. “Este cambio toma la delantera a la mayoría de territorios caribeños, que todavía exigen tener permiso para llevar rizos a la escuela”, añade.

Hemos eliminado las reminiscencias de un pensamiento muy eurocentrista y estamos reescribiendo cómo vivimos la vida aquí

“Para mí era importante sacar adelante este código para el pelo, porque tus reglas y tus leyes son los que realmente te dicen quién eres como pueblo. Hemos eliminado las reminiscencias de un pensamiento muy eurocentrista y estamos reescribiendo cómo vivimos la vida aquí, en Anguila. Considérelo nuestra pre-independencia”, afirma Kentish-Rogers.

En Estados Unidos, en California, la firma en 2019 de la primera ‘Ley Crown’ marcó un importante hito. La ley Crown (acrónimo en inglés de 'Creando un Mundo Respetuoso y Abierto al Pelo Natural'), juega con el significado de la palabra, corona, y reconoce la discriminación por el peinado como una forma de discriminación racial.

La congresista Bonnie Watson Coleman, que abogó por la ley, dice que es más que una cuestión de pelos: “Es una cuestión de derechos civiles”, escribió en una carta al Senado. Hoy son 23 los estados de EEUU, incluidos Nueva York, Nueva Jersey, Virginia e Illinois, los que ya han aprobado una Ley Crown u otra relacionada.

La discriminación por el pelo es ilegal en Reino Unido desde 2010, cuando entró en vigor la Ley de Igualdad, pero eso no significa que no exista. Después de que se dieran varios casos, se publicó en octubre de 2022 una nueva guía en la que se afirmaba que las normas sobre los uniformes en los centros educativos, que prohibían ciertos peinados sin la posibilidad de que se hicieran excepciones por motivos raciales, eran con probabilidad ilegales.

El Colectivo Halo, un grupo de jóvenes activistas negros de Londres, desarrolló el 'código halo', una serie de pautas orientativas para instituciones educativas y lugares de trabajo. El código ampara específicamente a los estudiantes negros, que lleven su peinado natural, y alienta a los colegios para que muestren su compromiso con la eliminación de la discriminación basada en el pelo y la defensa de identidades diferentes.

Queremos que los niños negros estén orgullosos de su identidad, que no se les castigue por ser quienes son

La activista L’myah Sherae, que ayudó a redactar el borrador de la guía nacional de la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos, afirma: “Queremos que los niños negros estén orgullosos de su identidad, que no se les castigue por ser quienes son”.

Sin embargo, en todo el mundo, hay poca legislación al respecto. Desde Venezuela hasta Sudáfrica, pasando por Jamaica y Kenia, los activistas siguen luchando contra actitudes negativas respecto al pelo de las personas negras.

Empoderarse a través del pelo

En Venezuela, el término para el pelo de las personas negras es “pelo malo”; el racismo es manifiesto y la discriminación por el pelo es habitual. “En la universidad, todos los profesores me solían decir: ‘Tiene un rostro tan lindo, no puede llevar el pelo así. Nunca encontrará trabajo’”, dice Paulette Abdallah, una educadora con pelo afro afincada en la capital, Caracas.

Vende productos para pelo afro y anima a mujeres y niñas a amar su pelo. Lo hace a través de talleres y su cuenta de Instagram. El filme venezolano Pelo Malo, que precisamente muestra la fijación de un niño por alisar su pelo, ganó el premio a la mejor película en el Festival de San Sebastián de 2013.

La activista sudafricana Zulaikha Patel inició una protesta bajo el lema “basta de racismo en el Pretoria High para niñas” en 2016, cuando era una alumna de 13 años. Patel recuerda la política racista respecto al pelo en el instituto, que prohibía a las niñas negras llevar rastas y peinados afro.

“La institución estaba segregada previamente [durante el apartheid en Sudáfrica] y se construyó bajo la premisa de que las niñas negras nunca entrarían, así que cuando llegué allí había un ambiente hostil”, cuenta la activista. “En esas condiciones, la institución estaba en guerra contra nuestra identidad. Antes de entrar, esperaban de ti que abandonaras tu identidad en la puerta y asimilaras la blancura”.

La protesta de Patel obtuvo un seguimiento significativo en las redes sociales, con una petición que consiguió más de 34.000 firmas, lo que forzó una investigación del Departamento de Educación y la suspensión de las normas sobre el pelo en 2016.

Fue un paso en la dirección correcta, pero sigue habiendo mucho por hacer para descolonizar los espacios y cambiar culturas institucionales a través de la educación de las generaciones de más edad, afirma Patel, que ahora tiene 20 años y trabaja con niños en zonas urbanas y rurales a través de su ONG Dare to Change (Atrévete a cambiar).

“Incluso en las zonas urbanas se perpetúa [el sentimiento] antinegro y se fuerza a las niñas a cortar su pelo”, lamenta. Su primer libro infantil, My Coily Crowny Hair (que se podría traducir como Mi bonito pelo rizado), publicado en 2021, cuenta la historia de Lisakhanya, una niña sudafricana que aprende a querer su pelo en su estado natural y a estar orgullosa de su identidad. “Verse reflejados en el libro, empodera su existencia [la de los niños negros]”, según Patel.

Traducido por María Torrens Tillack.

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