Casado y Rivera compiten ante la valla de Ceuta para liderar el rechazo a la inmigración
La inmigración vuelve al centro del debate público. El salto a la valla de Ceuta del pasado jueves, en el que resultaron heridos agentes de la guardia civil, ha ayudado a que los movimientos migratorios o la cantidad de migrantes que llegan a España por la frontera sur estén ocupando minutos y páginas en los medios. Algo a lo que se han sumado con fuerza los partidos de la derecha, entre críticas al Gobierno por provocar un supuesto “efecto llamada” desmentido por los datos. La reacción de los líderes de PP y Ciudadanos, Pablo Casado y Albert Rivera, ha sido tirar de simbolismo con sendas visitas a la valla de la ciudad autónoma para insistir en que, como dijo Casado, “no hay papeles para todos”. Un gesto que anticipa una competición por el rechazo a la inmigración, como ya ocurre en otros países europeos.
Que Casado quiera pasar por Ceuta y Rivera ya lo ha haya hecho pocos días después del salto, siguiendo la estela de la visita que hicieron dirigentes de Vox este fin de semana, no es casualidad. Tampoco es simple electoralismo. Según varios analistas consultados por eldiario.es, los dos líderes de la derecha necesitan posicionarse ante los suyos e intentar estar al frente de cuestiones que pueden generar controversia social, como ocurre con la inmigración. Algo para lo que se instrumentaliza a los agentes que trabajan en las vallas, como víctimas, y a los propios migrantes, presentados como una amenaza por llegar supuestamente de manera masiva y desordenada. El líder del PP, por ejemplo, ha asegurado que la inmigración que llegó en los 90 a España “fue ordenada y legal”, además de no generar “guetos o conflictos sociales”.
Las cifras utilizadas
“Casado miente abiertamente. Esconde cifras, utiliza otras de manera parcial... Y todo con el propósito de generar miedos y de presentarse como la solución a los mismos”, explica Gonzalo Fanjul, experto en migraciones de la Fundación porCausa. Este investigador tacha además de “caricatura distorsionada” que alguien aluda a millones de africanos esperando a entrar en España. “Nadie nunca ha planteado ese debate, ni se ha planteado dar papeles a todo el mundo. Los números de personas de los que hablamos son ridículos en términos cuantitativos para España y Europa”, añade.
Que Casado se esté centrando en la inmigración entra dentro de su plan para “romper con el anterior PP, que según algunos tenía una posición algo tibia en estos aspectos”, señala el doctor en Comunicación Política Pablo Vázquez Sande. El líder conservador busca un “posicionamiento claro sobre un tema en el que no hay unanimidad, a pesar de que la inmigración es la duodécima preocupación de los españoles, según el CIS”, afirma Vázquez Sande, que cree que se puede estar usando a los guardias civiles “como víctimas para polarizar el debate”.
Para el historiador Antumi Toasijé, palabras como las de Casado y Rivera e ir a hacerse la foto a la valla “remiten a esos discursos neofranquistas en los que se fomenta la seguridad por encima de todo”. “Hay un gran sector de la población que no tiene la información correspondiente, que no sabe cuánta gente entra y sale, y que puede acabar creyéndose las mentiras infladas por la ultraderecha. Algo que sirve para descargar la ira sobre quien no la merece”, asegura el activista panafricanista.
“Nuestra capacidad de acogida está mal diseñada”
El regreso a estos discursos que ponen en cuestión la inmigración ha recuperado para el debate frases hechas muy conocidas, como “mételos en tu casa”. Una discusión en la que Gonzalo Fanjul invita a no entrar, ya que “sería meterse a un argumento llevado al terreno del que lo dice, cuando la realidad es que no están llegando números desproporcionados de gente”.
“Esta frase sería de chiste si no fuera porque es una de las fáciles que cualquiera puede decir sin entender el fenómeno migratorio”, añade Antumi Toasijé, que llama a pensar en “qué debe hacer España para que los africanos y africanas viajen cuando quieran, y no por necesidad”. También aboga por “promover una cultura internacional de la paz, dejar de apoyar el bombardeo de países africanos y árabes y dejar que las naciones africanas avancen económicamente sin interferencias”.
Según el investigador de porCausa, el otro foco es el de la propia gestión que hace la UE de los migrantes que llegan: “Nuestra capacidad de acogida está mal diseñada. Solo tenemos control de fronteras, algo que no casa con la realidad, ya que los flujos se adaptan, no se paran”. Fanjul también rechaza utilizar la ayuda al desarrollo para que la gente no emigre, ya que puede usarse “como soborno o chantaje a los gobiernos de esos países, pero no sirve para detener las rutas”.
Esta cuestión se suma a otra descrita por el historiador Toasijé: “Que nadie piense que los africanos y africanas estamos contentos con emigrar. Quisiéramos construir países fuertes, democráticos, con libertades, seguridad jurídica... Pero las manipulaciones de los países poderosos del mundo han impedido que África prospere”.
Estrategia frente al máster o la pérdida de notoriedad
Cargar contra la inmigración es una apuesta que está muy ligada a explotar la identidad nacional como recurso electoral. Esto último ha definido a Albert Rivera en los últimos años, y ahora Casado lo ha vinculado a los movimientos migratorios, según Pablo Vázquez Sande. “En la cuestión de la inmigración influyen las emociones.
En el caso de Casado, “creo que hay una radicalización de su discurso para detener una sangría de votos”, dice el director de la consultora Atalaya Comunicación, que cree que el conservador quiere presentarse como “garante de la estabilidad, vinculando la inmigración a lo inestable, algo que es bastante peligroso”. También le sirve para “desviar la atención del caso del máster, pero a la vez para que le sigan haciendo caso. Y está teniendo éxito, por eso hablamos de él ahora”, apunta.
Albert Rivera tiene otro problema, según el experto: el de haberse visto desdibujado desde la moción de censura del PSOE. “A Ciudadanos le están comiendo su terreno. Se ha encontrado con un discurso muy coherente y estructurado de Casado, y por eso les tocará posicionarse ahora o más adelante. Lo más recomendable sería esperar a ver cómo le funciona a su rival”, explica el politólogo.
La xenofobia como arma política
Las acusaciones de xenofobia contra ambos líderes, especialmente en el caso de Pablo Casado, han arreciado en los últimos días. La duda es si se trata solo de discurso político o de una postura integral de intolerancia y rechazo al diferente. “Para él parece indiferente pasar a la historia como un xenófobo o como otra cosa. Está aplicando una visión cortoplacista, ya que ahora necesita legitimarse ante los suyos”, explica Vázquez Sande.
Para Gonzalo Fanjul, hay un “poso de xenofobia evidente, pero creo que en este caso es más alguien dispuesto a lo que sea por atraer votos”. El historiador Antumi Toasijé estima que todo responde a un intento de “manipular a las masas con discursos basados en sentimientos o análisis superficiales, victimizando a la Guardia Civil y culpabilizando a quien no tiene culpa, en este caso al migrante africano, para seguir promoviendo políticas neoliberales que son las que conducen a la injusticia social y no la inmigración”.
Lo más llamativo de este discurso, según Fanjul, “no es que Casado lo emplee, es que el PP haya tardado tanto en hacerlo, ya que el resto de partidos conservadores europeos ya utilizaban este lenguaje”. “Ni el gobierno anterior se agarró a este tema como lo está haciendo él. Hasta Ciudadanos fue más duro que ellos”, asegura.