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Cita histórica para el desarrollo: los líderes mundiales aprueban los objetivos hasta 2030

Niñas Wayuu, en una clase en el pueblo de Pessuapa, Colombia. El pueblo está situado en la península de La Guajira, en la frontera con Venezuela, territorio de los ingígenas Wayuu. / UN Photo/Gill Fickling.

Laura Olías

En 1990, alrededor de 1.900 millones de personas vivían con menos de 1,25 al día. Desde entonces, más de 1.000 millones han salido de la denominada pobreza extrema. Las Naciones Unidas defienden que gran parte de este avance se debe “al movimiento más exitoso de la historia” en materia de desarrollo. En el año 2000, un acuerdo internacional trazó los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que concluyen este 2015. Ahora se toma el relevo a esta estrategia, con una reunión de los 193 países de las Naciones Unidas en torno a los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Entre las novedades: las obligaciones afectarán por primera vez a los países ricos, además de los empobrecidos, y el cuidado del medio ambiente toma fuerza en el progreso social.

Desde la ONU inciden en la importancia de esta cita “histórica”, que marcará el futuro de millones de personas. La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible se celebra en Nueva York desde este viernes hasta el domingo 27 de septiembre. Los jefes de Estado y de Gobierno (entre los que estará el rey Felipe con el ministro de Asuntos Exteriores) respaldarán la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que sustituirá los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) por los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Las diferencias entre ambos planes contra la pobreza no están solo en los números, aunque también. Si la primera estrategia mundial constaba de ocho objetivos y 21 metas, los ODS son 17, con 169 metas y unos 300 indicadores. Según destaca la ONU, se estructura en torno a tres ejes: “El crecimiento económico, la inclusión social y la protección ambiental”. Detrás de los números, una agenda más amplia que tratará de solventar algunos de los retos que han quedado pendientes en 2015.

La “universalidad” de la agenda es uno de los puntos más importantes por los que la Cumbre va acompañada de la palabra “histórica”. Los objetivos están destinados a todos los países y no solo a las regiones empobrecidas, como ocurrió en el año 2000. España, por ejemplo, deberá rendir cuentas sobre qué hace para reducir la pobreza que afecta al 22,2% de su población, entre otras cuestiones.

Si en los ODM se luchaba para reducir a la mitad la pobreza extrema, la más dura, ahora el mundo se propone acabar con ella. Del todo. El hambre que padecen a diario 795 millones de personas también deberá ser historia en 2030. La pobreza “en todas sus dimensiones” deberá reducirse a la mitad en los próximos quince años.

El nuevo plan propone crecer pero no a cualquier precio. Las mejoras para las personas deberán ser compatibles con la protección ambiental y alimentarse de ella. El Objetivo 11 de los ODS, por ejemplo, se propone “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. El Objetivo 12 buscará un consumo y producción “sostenibles”, una palabra que se ha llevado incluso al título de la agenda.

La ONU quiere dejar claro que las personas son el centro de las políticas pero también el entorno que las rodea, algo que quedó en un plano secundario en los ODM.

Estrategia para un mundo desigual

Los ODM han dejado lecciones de las que esta agenda tratará de aprender. La desigualdad fue una de las grandes ausentes en la elaboración de la agenda del año 2000. “Fue construida de Norte a Sur y eso es un error”, cuenta la presidenta de la Coordinadora Española de ONG para el Desarrollo, Mercedes Ruiz-Giménez. Los logros y las cifras medias de estos 15 años han escondido que, en muchos casos, los avances han encontrado una gran brecha entre los hogares con más y menos recursos, entre distintos países y entre hombre y mujeres, entre otros grupos.

La desigualdad en sus distintas formas ha empañado los avances. “Casi el 60% de los 1.000 millones de personas extremadamente pobres en el mundo vivía solo en cinco países”, afirmó el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, en su balance de los ODM. Son India, Nigeria, China, Bangladesh y República Democrática del Congo.

Los niños del 20% de hogares más pobres tiene cuatro veces más probabilidades de no asistir a la escuela que los del 20% más rico. Y el 50% de las personas que viven en zonas rurales no cuenta con instalaciones de saneamiento, en comparación con el 18% de las zonas urbanas. Queda mucho por hacer.

Vivimos en un mundo cada vez más desigual y contra él se ha configurado uno el Objetivo 10 de los ODS. Algunas organizaciones sociales temen que estos objetivos –contra los que no se impondrá ninguna sanción si no se alcanzan– queden solo en palabras si no se modifican cuestiones más de fondo, como el sistema financiero y económico que permite la explotación de las grandes multinacionales, de los países ricos sobre los pobres.

Las tareas pendientes

La sociedad civil ha podido participar en la elaboración de la agenda, también algo inédito, pero algunas de sus propuestas más innovadoras se han quedado en el tintero. En cuanto a la ayuda a los países empobrecidos, los ODM terminaron con un rotundo fracaso. El 0,7% de la Renta Nacional Bruta (RBN) que pedía la ONU a los países ricos para reducir la pobreza solo ha sido alcanzado por cinco países: Dinamarca, Luxemburgo, Noruega, Suecia y el Reino Unido. España se ha quedado en un 0,14% de inversión, después de haber llegado a un 0,45% en 2008.

Ahora, se vuelve a comprometer el 0,7% de la RNB para la Ayuda al Desarrollo, un compromiso poco ambicioso para algunas organizaciones.

Los países ricos, además, evitaron añadir una de las medidas más innovadoras en cuanto a financiación. En la conferencia en Etiopía sobre el tema celebrada en julio, bloquearon la propuesta de los países del G77 (estados empobrecidos y en desarrollo) y de la sociedad civil de crear un organismo independiente encargado de velar por una mayor justicia fiscal a nivel mundial, que evite la evasión y el fraude.

Mercedes Ruiz-Giménez considera que la mayor ausencia de la Agenda 2030 es un objetivo que reafirmara el compromiso con los derechos humanos. “En la agenda final el enfoque de derechos está ausente, se ha dulcificado por la presión de países como Estados Unidos”.

“La agenda comienza ahora”, insiste la presidenta de la CONGD. “Ahora es cuando cada gobierno tiene que implementarla”. En las redes sociales, varias organizaciones escribían a los responsables de los diferentes partidos políticos españoles pidiendo el respaldo a un 0,4% de Ayuda al Desarrollo. El compromiso con el desarrollo tiene una nueva oportunidad que empieza este viernes.

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