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Millones de estatuas con forma de elefante contaminan los ríos indios

Las celebraciones del festival Ganesh Chaturthi terminan con la inmersión de las estatuas en agua/ Ana Torres.

Ana Torres

Gujarat (India) —

Una figura de escayola preside el salón de la familia Pandit. La veneran durante días y le ofrecen alimentos y adornos que harán crecer el colorido altar donde descansa. Después deben abandonarla en el agua para que Ganesh, el dios hindú de la sabiduría, se disuelva y vuelva a la naturaleza, pero nada de eso pasará si la dejan en el río. El yeso, la pintura y los adornos no desaparecerán y serán una carga tóxica más para las ya contaminadas aguas indias.

El festival anual Ganesh Chaturthi dispara las ventas de estatuas con cuerpo humano y cabeza de elefante. En Ahmedabad, una de las ciudades principales del próspero estado de Gujarat, un barrio deprimido al que apodan Hollywood se transforma en un enorme mercado de figuras: puestos abarrotados de estatuas con trompa, desde las que caben en el regazo hasta las que necesitan más de veinte hombres para ser levantadas.

Son figuras de yeso, que no se disuelven en el agua y reducen su nivel de oxígeno; tienen pinturas fosforitas cargadas de metales pesados y muchas supuran purpurina, que flota en la corriente junto con el resto de adornos plásticos. La prensa ha hecho campaña para promover las estatuas ecológicas y muchos compradores lo saben, pero al mercado no le faltan clientes.

Agua contaminada

La calidad del agua en la India se degrada año a año, concluye un informe gubernamental que cubre el período 1995-2011. Los ríos del país se han convertido en grandes vertederos donde se abocan aguas residuales sin tratar y la contaminación orgánica y bacteriana ha alcanzado niveles críticos, constata el estudio. A su paso por Ahmedabad, el río Sabarmati es incapaz de albergar vida acuática porque su valor de oxígeno disuelto en el agua es cero. A pesar de ello, muchas familias se asean y hacen la colada en sus aguas y los agricultores riegan los cultivos que luego se venden en los mercados. El festival del dios Ganesh no es la principal fuente de contaminación del río pero suma cada año.

No muy lejos, el gobierno municipal de la ciudad ha patrocinado una zona de venta de estatuas ecológicas de arcilla, coco prensado y otros materiales menos agresivos, pero el mercado no tiene el tamaño, el brillo ni la variedad que ofrece la competencia. “Debemos tener más conciencia medioambiental”, explica Sandhia Ganesh mientras espera a que la estatua que va a comprar reciba los últimos toques de pintura. “Aunque hay poca oferta de elefantes ecológicos y el precio es mucho más alto”.

En otro puesto, Sachin Patel elige una imagen con su hijo. “Compramos esta estatua de arcilla porque lo dice el periódico”, admite. ¿Y con qué está pintada? No lo sabe. Se hace mucha publicidad de los dioses de barro, que son solubles, pero no todos los ecologistas están de acuerdo con esta alternativa. “La preocupación más grande son los colores químicos con los que están pintadas las estatuas, cambiar el yeso por la arcilla no es el mejor método”, explica el Director de la Sociedad de Protección del Medio Ambiente de la ciudad, Dipan Shah.

En su asociación reconocen que los mensajes ecologistas que rodean el festival son contradictorios, pues el yeso no es el principal enemigo del agua. “Si se saca a tiempo es 100% reutilizable”, asegura Shah. “Puede fundirse para hacer otra figura o repararse para que la estatua pueda revenderse al año siguiente”. Puro reciclaje. Además, el yeso aligera el peso de la imagen, importante para quienes comprar los ídolos más grandes, que superan los dos metros de alto.

Año a año los consejos ecologistas hacen mella y algunas ciudades construyen piscinas artificiales al lado de los ríos para hacer la inmersión de modo alternativo, aunque el método tiene algunas fugas. En las márgenes del río Sabarmati una procesión de fieles visita los depósitos con sus estatuas más pequeñas durante los primeros días del festival. Las grandes no caben y esperan a la última jornada, cuando los bomberos preparan grúas mecánicas que elevan los elefantes de colores brillantes y después los sumergen directamente en el agua del río.

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