Hip hop contra la violencia en una de las comunas más peligrosas de Medellín
Casi con toda seguridad, en este momento, entre las pendientes escarpadas y las casas de colores que componen la Comuna 13 de Medellín (Colombia) alguien dispara. Dispara palabras. Dispara rimas a ritmo de rap que nacen en el barrio. Es el espíritu que dio vida a la Escuela de hip hop Kolacho hace más de una década: proponer una alternativa pacífica a los más jóvenes en una comuna azotada, desde sus orígenes, por la violencia.
“Les decimos que hay otras posibilidades. Las bandas tienen su propuesta. Las nefastas instituciones educativas crean robots. Les han dicho que por nacer pobres tienen que ser máquinas para producir o la guerra”. Jeihhco (Medellín, 1985), rapero nacido en la comuna y uno de los impulsores del proyecto, pasea con la atención puesta en cada detalle del barrio madrileño de Lavapiés.
“Queríamos dar una solución al tiempo libre de los chicos, despertar la creatividad y el sentido crítico, crear seres pensantes”, resume con elocuencia. Sudadera, zapatillas, gorra, y un enorme medallón donde puede leerse 'Love'. “Aquí sí hay amor” es, precisamente, el título de uno de los temas de su grupo, C15, también creadores del espacio.
En sus aulas trabajan personas como Manuela, que comenzó a rapear con 12 años y hoy es fotógrafa y líder de la escuela, donde los alumnos acuden de manera gratuita. “Les enseñamos a rapear bien, pero también lo acompañamos de una formación política y humana, con talleres, por ejemplo sobre las Panteras Negras o Martin Luther King”, comenta Jeihhco. “El hip hop es hip –movimiento, fluir, arte–, y hop –conciencia–. Son ideas que se mueven, que mueven lo que está establecido para mejorarlo”.
Daniel 'el perro' enseña a los chicos cómo utilizar los aerosoles para hacer grafitis. Formaba parte de una pandilla cuando comenzó a asistir a los talleres que ofrecía la escuela. “Nunca asesinó a nadie, salió un par de veces a robar y vendía droga”, asegura el cantante. Un profesor le dio a elegir entre continuar en la banda o seguir en la escuela. “Le apasionaba tanto el grafiti que no volvió a la pandilla. Hoy estudia Arquitectura y es un grafitero muy reconocido en Medellín. Muchos de sus amigos están muertos, otros siguen en la pandilla”, explica el rapero.
Memoria histórica del territorio
Pero estos grupos “dedicados a la extorsión, la venta de armas y droga o el sicariato” son solo el último ciclo de violencia en la Comuna 13, la segunda más poblada de la ciudad con un 85% de la población en los estratos sociales más bajos. Estuvo controlada finales de los noventa por la guerrilla –las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los Comandos Armados del Pueblo (CAP)– y después, por los paramilitares.
“En ese momento empieza a haber droga. Cuando se desmovilizaron, las bandas ocupan su espacio”, puntualiza Jeihhco, que estaba en la universidad cuando tuvo lugar, en 2002, la Operación Orión del presidente Álvaro Uribe contra las milicias urbanas. “Dispararon indiscriminadamente a un territorio que es como las favelas, casas de madera o con techos de cinc”, recuerda. El ataque, que mató a varios civiles y dejó cientos de desaparecidos, fue uno de los puntos de partida de su proyecto, al que se refieren como “revolución sin muertos”.
“Queremos una revolución, una palabra prostituida, para que nadie muera por la violencia, pero tampoco por un sistema de salud negligente, o por la corrupción, que deja niños que mueren de hambre en algunas zonas del país. Va más allá del no a las armas, es una violencia estructural en un país que muy rico, pero que no usa el dinero en beneficio de sus habitantes”, asevera.
Ahora, cuando existe “una tensa calma, porque hay un pacto entre las pandillas de no agredirse”, el proyecto también incluye una productora audiovisual, Camaleón Producciones, con la que graban los videoclips de los alumnos y se les enseña fotografía. También aspiran a elaborar un archivo audiovisual de lo que sucede en el barrio. “Es importante, porque es la memoria histórica del territorio”, apunta este gestor cultural.
Por otro lado, han puesto en marcha el Graffitour, un recorrido por las calles de la comuna. “A través del grafiti contamos historias, las cargadas de violencia y las cargadas de esperanza, que han marcado el territorio, una conciencia colectiva”, recalca. “Además, los grafitis reivindican algo estético y político: que las ciudades nos pertenecen. Que la ciudad también es del chico que usa el spray”.
El tour y la productora les ayuda a financiarse, una autogestión que “les enorgullece”. “La venta de nuestros discos, nuestras camisetas o el Graffitour hace que los chicos puedan vivir del arte sin depender de que el Estado nos dé dinero o no, ni nos marque la agenda”, precisa.
Nuevo disco
En el estudio de Casa Kolacho, cuyo nombre se debe a uno de los promotores del proyecto que fue asesinado en 2009, ha nacido el nuevo disco de C15, Irse. “Es un trabajo artesanal, un resumen de lo que somos y hacemos, de lo que queremos contar desde la 13 para todo el mundo, con nuestras propuestas de vida”, sostiene.
Jeihhco ha visitado la capital española para participar en el Foro Mundial sobre las Violencias Urbanas y actuar en el festival Cosmocastiza de Lavapiés, una iniciativa en la que artistas de todo tipo de estilos han ofrecido conciertos en plena calle durante esta semana. La intención del rapero es, dice, volver con su grupo en agosto a Europa para presentar el disco.
“Tratamos de dar luz en un territorio donde muchas veces los días son oscuros. Nosotros tenemos que cumplir también nuestros sueños para que los chicos lo vean. Nuestro sueño era llevar por el mundo el hip hop de la Comuna 13”, comenta el rapero con una sonrisa, tras apurar un café 'negro' en uno de los bares del centro de Madrid antes de regresar allá, “el lugar donde nacen los sueños”. La Comuna 13.