Las guerras y los desastres naturales provocan un aumento de los niveles más agudos del hambre en el mundo
Cada vez más personas ven su vida amenazada por el hambre más aguda en todo el mundo. Después de años de descensos en el número de personas que sufren hambre, los conflictos y los desastres climáticos han provocado un aumento de los niveles de desnutrición a nivel global en 2017.
Alrededor de 11 millones de personas más que el año anterior, un 11%, sufren inseguridad alimentaria y necesitan ayuda humanitaria urgente en todo el mundo, según un informe conjunto de la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas hecho público este jueves.
En total, según concluyen estos organismos, alrededor de 124 millones de personas en 51 países se enfrentan a los niveles más altos de inseguridad alimentaria aguda, esto es, a las fases de crisis, emergencia y hambruna.
“Los principales factores de la inseguridad alimentaria -conflicto, desplazamiento y crisis climáticas- junto con los brotes de enfermedades y el acceso limitado a los servicios básicos de salud, agua potable y saneamiento, han provocado una situación de desnutrición desoladora en muchos países”, señala el documento.
La aparición de nuevas guerras o conflictos que se enquistan como Yemen, el norte de Nigeria, República Democrática del Congo, Sudán del Sur y Myanmar están detrás del aumento registrado en el estudio. En febrero de 2017, se declaró la hambruna en dos provincias de Sudán del Sur, una de las peores crisis alimentarias del año, junto a Nigeria, Somalia y Yemen. En todos estos focos, cerca de 32 millones de personas requieren ayuda urgente para poder sobrevivir. Los conflictos y la violencia son la causa principal del hambre en 18 países, la mayoría en África y Oriente Medio. El 60% de la población más hambrienta se encuentra en países azotados por la guerra.
También explican este incremento la implacable sequía y la merma de cosechas que afecta a varios países de África oriental y meridional, donde ya había altos niveles previos de hambre, y los huracanes en América Latina y el Caribe. Más de 39 millones de personas en 23 países, la gran mayoría africanos, padecen hambre aguda como consecuencia de los desastres naturales. Y se prevé que para 2018 el impacto del clima seco extremo en la producción agrícola y ganadera podría repuntar el hambre en las áreas pastoriles de Somalia, sureste de Etiopía y el este de Kenia, además de Senegal, Chad, Níger, Malí, Mauritania y Burkina Faso.
“No se espera una mejora significativa en la seguridad alimentaria a nivel mundial hasta que no se logre la paz y se restablezcan los medios de vida. Las intervenciones basadas en la seguridad alimentaria, la nutrición y los medios de vida serán fundamentales para salvar vidas, desarrollar resiliencia y contribuir al mantenimiento de la paz”, concluye el informe.