Por primera vez un tribunal escucha las historias de las víctimas desaparecidas en Villadangos del Páramo. Aunque para eso haya que desplazarse ante un tribunal en Argentina como ha hecho la periodista Olga Rodríguez, que declaraba hace unos días en Buenos Aires como nieta y bisnieta de represaliados por el franquismo: es la primera vez que un tribunal escucha las historias de los desaparecidos en la fosa de Villadangos del Páramo (León).
Hace algunos años se fueron encontrando las familias de las víctimas de la asesinadas y desaparecidas en Villadangos del Páramo. Familiares que llevaban años o décadas buscando, intentando localizar la ubicación de la fosa para poder exhumarla. El hecho de que haya tenido que pasar tanto tiempo para que en España se pudiera obtener algo de verdad y reparación y se pudiera exhumar también ha sido un castigo añadido para las familias de las víctimas, porque en muchos casos, esposas, hijos e hijas o madres se han ido muriendo sin obtener un mensaje mínimo de de reparación. Y esta unión de tantas familias y familiares de las víctimas de Villadangos del Páramo finalmente desembocó en la posibilidad de exhumar parte de la fosa el pasado febrero de 2022 a través de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
“Como indican a menudo los propios impulsores de esta querella argentina contra los crímenes del franquismo”, dice Rodríguez, “en el simple hecho de la escucha por parte de la justicia en un tribunal hay ya un reconocimiento, una voluntad de reconocimiento a las familias de las víctimas. Y esto es algo muy importante en sí mismo. Y las familias de la fosa de Villadangos del Páramo lo hemos podido experimentar ahora”.
Pilar González, sobrina de Isidro y Epifanio González, el primero ejecutado en Puente Castro y el segundo asesinado y desaparecido en Villadangos del Páramo, explica: “Desde Madrid estuve pensando todo el rato en la declaración mientras esta se producía. Espero que Olga sintiera nuestro apoyo desde aquí. Mis tíos Isidro y Epifanio -víctimas del franquismo- nunca habrían imaginado que su asesinato llegaría antes un juzgado argentino que a la justicia española. Agradecemos inmensamente que al menos en Argentina les hayan dado esta oportunidad de ser nombrados, de ser recordados a través de esta declaración. Siento como si de alguna manera y desde tan lejos le han sacado un poco de esa fosa común donde Epifanio sigue estando”.
“Mi declaración fue enmarcada en ese asesinato colectivo que termina en esa gran fosa común en Villadangos del Páramo de las personas desaparecidas” relata la periodista. Allí, en esa fosa exhumada en parte el año pasado y de la que estamos todavía a la espera de las identificaciones. Lo que intenté trasladar fue esta historia colectiva“, explica Rodríguez: ”Mi bisabuelo Santos Francisco Díaz, fue arrestado en Mansilla de las Mulas en agosto de 1936, junto con decenas de hombres y mujeres más de ese pueblo y de otros de alrededor, como Palanquinos, y fue trasladado al campo de concentración de San Marcos, en León, donde numerosos testimonios hablan de cómo los presos eran torturados y maltratados. Estos arrestos aparecen en la causa judicial abierta en 1936 por el régimen franquista y que se encuentra en el Archivo del Ferrol y que va a ser aportada a los tribunales argentinos“.
Rodríguez explica que “a lo largo de más de 600 páginas se pueden leer los arrestos y las acusaciones contra estas personas que fueron detenidas en un lugar donde no hubo frente de batalla o frente de guerra, porque el golpe de Estado triunfó prácticamente de inmediato y donde lo que ocurrió fue que hubo arrestos y persecuciones y castigos a personas acusadas de intentar impedir el golpe de Estado, como aparece en la propia causa judicial contra ellas, o de tener determinadas ideas políticas. En muchos casos simplemente basta con que se acuse a alguien de ser rojo o marxista. Son algunas de las denominaciones que aparecen para que la causa contra ellos siga adelante”.
“Es el caso de Santos Francisco Díaz, mi bisabuelo, o de Epifanio González o de otros. ¿Qué les pasó a estas personas?”; se pregunta Rodríguez: “En varios casos son personas que fueron desaparecidas, que fueron sacadas del campo de concentración de San Marcos y trasladadas a algún pueblo cercano, nunca su propio pueblo, para ser asesinadas allí. Por ejemplo, mi bisabuelo Santos Francisco Díaz fue asesinado en Villadangos del Páramo y sepultado en alguna fosa común. Entre los documentos que se aportará a estos tribunales tras mi declaración están las actas de defunción elaboradas por el juez de Paz local de Villadangos del Páramo y firmadas tanto por él como por otras personas de ese pueblo, donde se hacía una descripción detallada de los cadáveres de los asesinados entre agosto y noviembre de 1936. Esa descripción detallada, en algunos casos sirvió para identificar a las víctimas por sus familiares en 1936 y. Y en otros casos, bueno, esos cadáveres tenían incluso documentos que los podían identificar. Es decir, no es solo una declaración lo que se hizo en Buenos Aires, sino que también se aportarán algunos documentos existentes. La declaración giró mucho en torno a estas víctimas de la gran Fosa o de las fosas de Villadangos del Páramo. Parte de una de las fosas fue exhumada en febrero de 2022, y estamos a la espera de las identificaciones”.
Pura Francisco, la madre de Olga Rodríguez, nieta de Santos Francisco (asesinado y desaparecido en Villadangos del Páramo) e hija de Antonio Francisco, arrestado en el campo de concentración de Celorio y represaliado por el franquismo, explica: “La aspiración a la justicia que tanto mi abuela, como mi padre y los demás hijos e hijas de mi abuelo merecían, tenia que haberse producido hace tiempo y por supuesto en España. Sin embargo, que nuestros queridísimos familiares merezcan la atención de jueces en un país como Argentina es un gran consuelo para quienes seguimos reclamando verdad , justicia y reparación. Por ello estarán siempre en nuestro corazón”
“En el transcurso de esta espera ha muerto la hermana de una de las víctimas cuyos restos posiblemente hayan sido exhumados, pero que todavía no han podido ser identificados”, prosigue Rodríguez: “A lo largo de estos años, un montón de familias, somos decenas y decenas de personas de tres generaciones diferentes, nos unimos para poder encontrar esa fosa y para poder exhumarla. Y lo hemos conseguido en parte, pero solo se han podido exhumar los restos de 12 cuerpos porque sobre la fosa se han construido nuevos panteones y lamentablemente no se nos ha permitido exhumar esa parte, aunque desde un punto de vista técnico habría sido posible hacerlo. Todo este proceso de unión de familias y de compartir colectivamente esta búsqueda y de ir accediendo a nuevas informaciones, ha sido muy reparadora. Y este paso añadido, el de poder declarar y contar las historias de todas estas víctimas, de todas estas personas asesinadas y desaparecidas en Villadangos del Páramo”.
La periodista Olga Rodríguez explica que se sintió “muy acompañada mientras declaraba sobre todas las familias que conformamos, como decimos, una gran familia de memoria, que tienen historias terribles como la del maestro Toral, que fue detenido delante de sus alumnos; como la del cartero Federico Sacristán, como la de tantos otros y otras”.
Susanna Toral, nieta del maestro Tomás Toral, detenido delante de sus alumnos, asesinado y sepultado en la fosa de Villadangos del Páramo, explica: “El 8 de junio hizo 20 años que mi padre murió. El mismo día una jueza en Argentina escuchaba la historia de los asesinados en la fosa de Villadangos del Páramo. Casualidades de la vida. Para mí que por primera vez se escuche en un tribunal lo ocurrido demuestra el reconocimiento de un crimen y muestra cómo la verdad se abre paso, como lo hace el agua: no se puede parar. Confío en que pronto estos crímenes se puedan reconocer en nuestro país. No se pueden cerrar las heridas si no se airean, si no se hablan, se reconocen y se sacan a la luz. Es indispensable”.
“Cuando matan y desaparecen a mi bisabuelo”, explica Rodríguez, “mi bisabuela se queda primero en un limbo porque al ser un desaparecido, no hay una confirmación de la defunción y por lo tanto un montón de mujeres de desaparecidos se quedaron sin la posibilidad de heredar las propiedades, si es que hubieran. Mi bisabuela se quedó con siete hijos, el mayor de 17 años, el menor de 11 meses. Los hijos adolescentes con posibilidad de trabajar tuvieron que abandonar la escuela y ponerse a trabajar para poder sacar adelante a la familia, lo cual de por sí ya fue un castigo añadido, una consecuencia, un daño añadido”.
El mayor de 17 años, Antonio Francisco, abuelo de Rodríguez, “decidió huir por temor a ser arrestado. También cruzó Asturias y luchó en el frente republicano hasta que cae Asturias y es arrestado y maltratado en el campo de concentración de la localidad asturiana de Celorio. Él relataba cómo habían arrojado desde ahí algunos cadáveres de presos al mar por los acantilados. Sufrieron las inclemencias de la lluvia, de la humedad, del frío. Muchos presos enfermaron, fueron maltratados. Mi abuelo fue sometido a un fusilamiento simulado. Todas estas historias, más la represión posterior durante la dictadura, atravesaron a mi familia y a tantas familias. Mi familia sufrió consecuencias económicas, sociológicas y emocionales a causa de estas represalias del asesinato y desaparición de mi bisabuelo y del maltrato y persecución contra mi abuelo. Y esto atravesó a mi madre y de alguna manera llegó hasta nuestra generación, la de los nietos y bisnietos, porque crecimos en el silencio y con la doctrina de que de eso no se podía hablar. Era como algo que parecía que nunca hubiera ocurrido”.
Durante la declaración de Olga Rodríguez ante el tribunal argentino, decenas de familiares de las víctimas de esa fosa situada en Villadangos del Páramo le pidieron que transmitiera “el sentimiento de reparación que han tenido al saber que, por primera vez, al fin en un tribunal, alguien iba a escuchar nuestra historia, la historia de nuestras familias, la historia de nuestros padres, abuelos, abuela, bisabuelos, bisabuela, tíos, etcétera, las nietas y nietos y sobrinos y sobrinas seguimos esperando una verdad y una reparación porque nos consideramos atravesados por lo ocurrido y porque realmente hay consecuencias que llegan hasta nosotros. Consecuencias económicas, sociológicas y emocionales”.