“¡Cachada, cachada!” es la forma de anunciar las gangas del mercado en El Salvador. Y también es La Cachada, una compañía teatral formada por vendedoras ambulantes salvadoreñas. Este fin de semana representan Si vos no hubieras nacido en el Teatro del Barrio de Madrid, una obra con la que Wendy Hernández, Evelyn Chileno, Rut Vega, Magaly Lemus, Magdalena Henríquez y Mariam Santamaría, dirigidas por Egly Larreylaga, trasladan a escena sus testimonios sobre maternidad, sexualidad y violencia.
Todo comenzó ocho años atrás, cuando Egly impartió un taller teatral para mujeres de comunidades marginales. Un experimento que, paso a paso, cristalizó en una compañía. “No fue fácil”, coinciden todas, pues dejaban de vender para actuar, pero fue la fuerza de estas seis mujeres, madres solteras y procedentes de comunidades que definen como “complejas”, la que hizo posible un proyecto que hoy cruza fronteras. Sus obras se han representado en todos los ámbitos, ante las élites políticas, frente a hospitales y en prisiones. Hay incluso un documental homónimo sobre ellas, que ha ganado varios premios y compite para ser parte de la próxima edición de los Oscar.
“Volví al Salvador para contar nuestras historias, construir una dramaturgia propia”, explica Egly. La directora de La Cachada también tiene un bagaje particular: hija de guerrilleros de las Fuerzas Populares de Liberación, vivió una infancia marcada por el exilio y el abuso. Ella no cree en las guerras, su arma es el teatro, que concibe como “una herramienta muy poderosa tanto para quien lo hace como para quien lo ve”. Busca “un teatro que toque, que sea potente estética y actoralmente, para que no se quede en un panfleto”. Y así es La Cachada, la potencia y diversidad de seis mujeres que, acostumbradas a estar abajo, ahora se expresan encima de un escenario.
El poder de contarse a una misma
“Nunca tuvimos el objetivo de ser actrices”, cuenta Magdalena Henríquez en nombre del resto, que está junto a ella escuchando la conversación. Al principio era un espacio donde expresar en voz alta temas que permanecían ocultos, “como la violencia física y verbal en nuestra infancia, la dificultad de la maternidad”. Este espacio donde podían hablar sin miedo a ser juzgadas les hizo comprender su realidad, pues “no sabíamos ni cómo éramos, qué nos dolía ni por qué nos dolía”. Ahora, no son solo mucho más conscientes de su identidad personal y colectiva, sino de que también es posible perdonar e incluso cambiar “lo que duele”.
Si vos no hubieras nacido, su segunda obra, surgió con el embarazo de una de ellas, que llevó al grupo a abordar el tema de la maternidad. Articularon conversaciones alrededor de sus propias experiencias, que son las de muchas otras mujeres de El Salvador: padres ausentes, maternidades forzadas o maltrato. El país centroamericano presenta uno de los índices de homicidios más altos a nivel mundial, ya ha superado los 2000 en lo que va de 2019. La violencia causada por las maras, responsables de asesinatos, desapariciones, violaciones sexuales y desplazamientos, repercute en todos los ámbitos; atraviesa de forma estructural instituciones, comunidades y familias.
Gracias a sus reflexiones convertidas en teatro, las mujeres de La Cachada rompieron ciclos de violencia en el entorno más próximo. “Fueron conscientes de que habían sido receptoras de violencia y que en un momento dado eran emisoras, que estaban reproduciendo ciertos roles con sus hijos”, relata Egly, y ellas afirman que han “construido nuevas maneras de comunicarnos con nuestros hijos, con nuestras madres y con nuestra comunidad”.
Dicen que el cambio lo notan incluso en detalles como la manera en la que se expresan o su aspecto en fotografías. “Abordamos las problemáticas de manera diferente, estamos orgullosas y comprometidas a cambiar situaciones”. Por eso, vuelcan lo aprendido en sus comunidades, donde ahora imparten talleres a una treintena de mujeres. “Hay una necesidad de las mujeres en nuestro país de hablar y construir espacios de confianza”.
Abrir un diálogo
“La Cachada ha venido a ser un puente entre dos mundos que conviven en El Salvador, entre dos clases sociales que, cuando se han encontrado ha sido desde el enfrentamiento”. Se revierten los papeles, quienes normalmente no tienen voz ahora se encuentran arriba del escenario. “Hacer teatro para quienes están convencidos no tiene sentido”, señala Egly, ante la polémica que ha causado una obra que toca temas como el aborto o la educación sexual en un país donde más de 150 mujeres y niñas han sido procesadas penalmente en las últimas dos décadas por abortar y, solo en 2017, se registraron 19.190 embarazos de niñas y adolescentes. “Queremos llegar a gente que no piense como nosotras, que se cuestione”.
Ellas han puesto “sus heridas, sus secretos y sus traumas al servicio de los demás”. Y continuarán haciéndolo, porque todas conciben La Cachada como un proyecto a largo plazo. Su último reto, un peldaño más como actrices, ha sido representar La casa de Bernarda Alba. Por primera vez la obra de un autor externo, Lorca, que “también hicimos nuestra”. Quieren seguir tocando temas sensibles, que generen reflexión tanto en ellas como en el público.“Algo pasó con nosotras”, dicen, “y fue el teatro”.