Como en la mayoría de las casas palestinas, un cuadro de la dorada Cúpula de la Roca de Jerusalén destaca en el cuarto de estar de la familia Tamimi. El padre, Bassem, no para de recibir a familiares, vecinos, periodistas y delegaciones extranjeras. Todos muestran interés por lo ocurrido con su hija Ahed, de 16 años, arrestada el pasado 20 de diciembre.
Ocurrió en plena madrugada, tras circular un vídeo en las redes sociales en el que increpaba a dos soldados israelíes, abofeteando a uno de ellos, mientras les exigía que se fueran de la parcela que rodea su casa en la aldea de Nabi Saleh (Cisjordania), donde las redadas militares israelíes son habituales.
El pasado miércoles, un juez ordenó prorrogar su detención hasta que se celebre su juicio, bajo la acusación de agresión e incitación a la violencia, ante un tribunal militar israelí. Será el 31 de enero, el día en que Ahed cumplirá 17 años.
Para activistas proisraelíes, vídeos como el difundido por la familia Tamimi están preparados para provocar la reacción de los soldados como fórmula de propaganda. “Es una afirmación absurda”, responde Bassem. “Lo que no quieren es que se vea lo que hacen aquí”.
“¿Cómo preparamos que los soldados invadan nuestra casa? ¿Acaso les hemos llevado allí y les hemos dicho 'poneos, que os vamos a grabar con una cámara'? Esto no es un teatro, es una realidad diaria”, añade.
Tamimi relata que, además, aquel día Ahed estaba “muy afectada” al conocer que su primo Mohamed, de 15 años, había resultado gravemente herido tras recibir en la cabeza el impacto de una bala recubierta de caucho durante una protesta.
Otra decena de jóvenes resultó herida por estos proyectiles que, disparados a corta distancia, además de matar, pueden causar lesiones graves como la que sufre Mohamed. Padece una parálisis parcial y tendrá el cráneo deformado de por vida. Otro joven Tamimi murió en 2012 por el impacto de una granada de gases lacrimógenos.
Madre e hija, en cárceles diferentes
Después de la redada nocturna en la que arrestaron a Ahed, su madre, Narimán, también fue detenida cuando acudió a la comisaría de Policía donde tenían a su hija para estar presente durante los interrogatorios a la menor.
Este derecho está recogido por la ley israelí pero se viola sistemáticamente en la práctica en los territorios ocupados, dejando a los menores incomunicados de sus familias durante días o incluso semanas.
“No las mantienen en una misma prisión, las han ido llevando de una a otra, para confundirlas y doblegar su voluntad con mayor facilidad”, dice Bassem. Según asegura, Narimán, de 42 años, padece diabetes y sufre estrés psicológico.
Ahed, en cambio, permanece “fuerte física y mentalmente”, según su padre, quien también ha sido arrestado en varias ocasiones, llegando a pasar 14 meses detenido sin cargos ni juicio. “Los tribunales militares no persiguen dirimir la verdad o que se haga justicia, sino controlar a la población palestina”, explica.
El pueblo de los Tamimi es escenario habitual de redadas militares israelíes, dado que se encuentra en la vanguardia de la resistencia contra la ocupación. Todos los viernes después del rezo, los jóvenes protestan contra los soldados que acuden a impedir que se acerquen a los asentamientos que rodean este enclave estratégico famoso por sus pozas de agua.
Los colonos las suelen utilizar para sus baños rituales a costa de los residentes palestinos de Nabi Saleh, que ya no pueden disponer de este recurso hídrico, ni acceder a las tierras colindantes.
El hartazgo de Nabi Saleh
Nabi Saleh ha sido declarada “zona militar cerrada” y, aunque la gente puede salir a trabajar “en cualquier momento te pueden arrestar”, relata Tamimi. El artífice de esta medida ha sido el ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, uno de los 'halcones' del gabinete de Benjamín Netanyahu. Además de cerrar el pueblo, Lieberman ha retirado los permisos de entrada en Israel y de trabajo a una veintena de parientes del clan Tamimi.
El titular de Educación, Naftali Bennet, ha recomendado la condena a cadena perpetua para Ahed, a pesar de ser menor. El porcentaje de condenas de palestinos por parte de jueces y tribunales tras las peticiones de la Fiscalía castrense israelí es significativo: el 99,7%. A pesar de su enorme repercusión mediática, no parece que el caso de la familia Tamimi vaya a ser una excepción.
Cientos de menores palestinos detenidos
Según el Servicio de Prisiones de Israel (IPS), en estos momentos hay casi 200 menores palestinos detenidos en cárceles israelíes. La organización de derechos de los presos palestina Addameer eleva esta cifra hasta los 350.
Por este motivo, el Alto Representante para los Derechos Humanos de la ONU (OHCHR) ha solicitado en un comunicado al Estado de Israel que recapacite sobre el trato que están recibiendo las Tamimi y revise todo el entramado que utiliza para juzgar a menores. A esta preocupación se han unido el representante de la UE en Jerusalén y varios de los cónsules y representantes de los Estados miembros.
Según la ONG Defensa de los Niños Internacional Palestina (DCIP), entre 500 y 700 menores son detenidos por las fuerzas de seguridad israelíes cada año, siendo el lanzamiento de piedras el cargo más habitual. Desde el año 2000, estiman, al menos 8.000 niños palestinos han sido juzgados por el sistema militar israelí. Los menores israelíes, sin embargo, siempre son enjuiciados por tribunales civiles.
La DCIP ha documentado 590 casos en los que el 72% de los niños han afirmado haber sufrido violencia física, mientras que otro 66% dice haber sido víctima de violencia verbal y humillaciones.
“A pesar de las constantes llamadas a respetar el derecho internacional, la realidad es que el ejército israelí y la policía continúan arrestando, intimidando y amenazando a los niños palestinos”, concluye Jaled Quzmar, director general de DCIP.