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ENTREVISTA | Pilar Orenes, Oxfam Intermón

“Cualquier trabajador de Oxfam que consuma prostitución en cualquier país está infringiendo nuestras normas”

Pilar Orenes, directora de Personas y Organización de Oxfam. FOTO: FERNANDO SÁNCHEZ

Ana Requena Aguilar

Haití, 2011. Meses después del devastador terremoto y en un contexto de tremenda vulnerabilidad para la población del país caribeño, siete trabajadores de Oxfam pagaron a mujeres haitianas para mantener sexo y organizar orgías, e intimidaron a testigos de los hechos. Fue en febrero de este año cuando se conoció lo sucedido, después de que el periódico The Times revelara un informe confidencial de la organización. Las revelaciones enfrentaron a la organización a una de sus mayores crisis reputacionales, también en España. Oxfam se comprometió entonces a informar de todos los casos de acoso y abuso sexual que se produjeran en su entorno e inició un proceso para reforzar los protocolos y mecanismos internos. “No es un paso obvio, fue una decisión tomada a raíz de esta crisis de confianza. Si como organización queríamos estar a la vanguardia de los entornos seguros para las mujeres uno de los pasos era contar los casos que nos suceden como parte de nuestra política de rendición de cuentas”, explica Pilar Orenes, directora de Personas y Organización Oxfam.

¿Cuál fue el resultado de sus investigaciones internas sobre lo que sucedió en Haití?

Fueron investigaciones de todos los casos que sucedieron en los últimos años. Lo de Haití nos ayudó a situarnos, en el caso de Oxfam Intermón lo conocimos a la vez que la sociedad. En Haiti, en el contexto del terremoto de 2011, una serie de trabajadores de Oxfam hicieron uso de la prostitución en ese contexto de emergencia y de explotación sexual, a veces dentro de su casa, otras veces fuera. Se investigó y no se demostró que fueran menores. No fue con dinero de la organización, sino con dinero personal de cada uno de ellos. Se tomaron represalias, hubo gente que salió de la organización: a algunos se les despidió, otros renunciaron antes de que se pudiera ejecutar el despido. Hubo fallos y por eso también reconocimos y pedimos disculpas. Hubo fallos sobre todo en no haber reconocido historias anteriores de algunas personas que protagonizaron esos hechos y en no haber tomado medidas contra el director de la oficina de Haití en ese momento, algo que permitió que pudiera salir su carrera profesional en otras organizaciones.

Dice que Oxfam Intermón conoció los hechos al mismo tiempo que la opinión pública, a pesar de que Oxfam Gran Bretaña había abierto una investigaciones sobre lo ocurrido en Haití en 2011. ¿Cómo es posible entonces, no había obligación de comunicar estos casos al resto de organizaciones?

Oxfam Gran Bretaña sí lo sabía, el resto de Oxfam lo conoce cuando lo saca la prensa. Su rendición de cuentas tiene sistemas mucho más avanzados, cada años rinde cuentas de cuántos casos han sucedido, cómo los han gestionado, cómo se han cerrado... Gracias a esa rendición de cuentas afloraron estos casos. Somos una confederación de afiliados independientes que trabajamos cada vez más en una visión común y en el 2011 todavía nuestros protocolos estaban bastante diferenciados. Los hechos se conocían porque Oxfam Gran Bretaña había investigado y reportado a sus skateholders pero es cierto que no con el nivel de detalle que se esperaba.

Quiénes cometieron esos hechos eran trabajadores de Oxfam con diferentes responsabilidades, incluido el director de la oficina en el paÍs, a quien no se despidió, ¿por qué?

No se le despidió y ese fue uno de los errores que se cometió y que reconocemos. Hemos reconocido que las cosas no se hicieron como se deberían en el caso de Haití, y una de esas cosas fue el seguimiento a la persona que era responsable de la oficina. Consiguió trabajar en otra oficina nuestra en otro país y luego pasó a otra organización. El error fue no tomar medidas más drásticas con él y asegurarnos de alguna manera, intentar, que no pasara a otra organización. No es fácil hacer eso porque al final cuando alguien sale de una organización por conductas inadecuadas tienes que fortalecer los sistemas de referencia entre organizaciones para ver cómo se dan.

¿Quedó impune?

Sí, podemos decir que su caso quedó impune.

En ese momento, la organización ya tenía un código de conducta, ¿no funcionó?, ¿qué falló?

Existe un código de conducta que fue revisado después pero ya existía. La gente entra y lo firma y eso fue un incumplimiento de ese código y de los valores de la organización. La situación no se dio porque no existiera el código sino porque no se aplicó.

Posteriormente habéis reforzado ese código, ¿cuál es la diferencia, en qué ha cambiado?

Primero, es un código a nivel de Oxfam, de toda la confederación, y eso ya marca una diferencia porque sirve para todos y todas las trabajadoras. Es más claro, se refleja con más claridad cuáles son nuestros valores y cómo esperamos que los trabajadores respondan a ellos. Se abordan con más claridad los casos de acoso y abuso sexual, los usos de recursos de la organización, amplía la gama de conductas que no son adecuadas. Creo que lo importante no es solo el cambio de código sino cómo trabajamos con él: cómo lo incorporamos, desde que alguien entra en la organización se le habla de él, cómo se crean los espacios para adoptarlo también desde los dilemas porque algunas cosas son blancas o negras, pero otras son dilemas que te encuentras en el día a día de la toma de decisiones. El cambio grande es qué sistemas y mecanismos tenemos para que ese código se viva dentro de Oxfam.

¿Y cuáles son esos mecanismos?

Para empezar, alguien en el espacio de inducción de los nuevos trabajadores les sitúa en el valor que tiene. Hay un curso de formación que ayuda a situarte en la organización y sus valores. Es un cambio cultural que afecta también a los modelos de liderazgo, cómo se toman las decisiones...

El código habla de explotación sexual, pero no menciona la palabra prostitución.

No la menciona, habla de explotación y ahí ubicamos directamente la prostitución en nuestros contextos. Damos por hecho que son relaciones de poder con personas vulnerables y por tanto se transforma en explotación.

Es decir, ¿cualquier trabajador que consumiera prostitución en cualquier país estaría infringiendo el código de conducta de Oxfam?

Sí, en cualquier país estaría infringiendo el código, también en España. Por encima de patrones culturales de cada uno de los países. Este ha sido uno de los dilemas cotidianos que hemos tenido porque trabajamos en países en los que se vive como algo, no solo legal, sino culturalmente normal, pero como organización tienes que crear tu propio marco y en nuestro caso está condenado el uso de la prostitución.

El código no especifica qué sanción supone cada infracción de código, ¿no puede dar lugar eso a cierta discrecionalidad en la toma de medidas?

Entiendo lo que dices y puede ser un riesgo, pero al final es muy difícil pautar una conducta y directamente una sanción. Al final se va gestionando en función de la situación, de nuestros aprendizajes y creo que tenemos los mecanismos para que no sean resoluciones aleatorias en función de las personas o del país y que sí sean acordes a las necesidades de la víctima.

¿En base a qué se pone una sanción u otra?

Con cada caso se abre una investigación para tener una visión completa, escuchando primero a la víctima. Cuando se termina se recomiendan medidas a tomar que van en relación al caso, al impacto, a la gravedad.

¿Quién hace esas recomendaciones?

Tenemos un equipo interno de personas que ya estaban identificadas y durante estos meses han recibido formaciones especiales, más de cien personas formadas para acompañar los casos. Estamos abiertos también a tener investigaciones externas. La última palabra en cuanto a las medidas las tenemos los directores o directoras de país y yo misma.

Nombraron también un comité de expertas externas para revisar sus prácticas, detectar errores, hacer recomendaciones, ¿tienen ya sus conclusiones?

Este comité sigue trabajando, todavía no tenemos sus conclusiones aunque nos van dando feedback. Está formado sobre todo por mujeres de diferentes países y contextos, era una apuesta por sacar una visión externa e independiente a Oxfam. Han abierto buzones, líneas de Twitter, para escuchar a cualquier persona de la organización que haya podido ser víctima de acoso o abuso. Y han abierto investigaciones en diferentes países, se han acercado a los trabajadores y trabajadores, han abierto una comisión formada por víctimas supervivientes porque el enfoque es ponerlas a ellas en el centro, escucharlas. Ha salido la necesidad de consensuar mejor los sistemas de referencia, de reclutamiento del personal, los canales de denuncia, generar espacios seguros para que cualquier mujer pueda denunciar... todo eso paralelo a cómo se genera y se vive el poder y los liderazgos en la organización.

Después de sus investigaciones y procesos internos, ¿cuáles son las cifras que manejan ahora mismo de casos totales, la radiografía de la situación?

En febrero ya rendimos cuenta de cuatro casos de acoso y abuso sexual en los últimos años, desde 2013 hasta febrero pasado en todo el mundo. Eran casos de lo que llamamos conductas sexuales inapropiadas. Como Oxfam Intermón nos pusimos el compromiso de seguir reportando anualmente. En el ejercicio que acabamos de cerrar tenemos 13 casos en el último año: cinco son en este ejercicio, y ocho de ejercicios anteriores y que han salido ahora a la luz. Son de diferente intensidad y grado pero todos implican algún tipo de violencia contra la mujer.

Hay muchas casuísticas. También estamos revisando por ejemplo la relación con nuestras organizaciones socias y proveedores, porque los casos se pueden dar en contextos relacionales muy diferentes. La mayoría de los casos se producen en el interno de la organización, con lo cual tienes más posibilidades de abordarlo y de acompañar a la víctima. Cuando se da con una persona externa lo intentamos. Es más difícil cuando son casos pasados, pero también lo intentamos.

Han decidido también no dar recomendaciones de infractores, ¿llegan a dar referencias negativas?

Es uno de los retos de las organizaciones humanitarias, porque muchos nuestros trabajadores y trabajadoras se mueven, hay rotación. Tenemos los límites de la protección de datos, pero lo que hemos hecho es reforzar los sistemas de referencias. Es decir, no cualquier persona de Oxfam puede dar referencias de una persona, tenemos un sistema centralizado y tiene que ser equipos de recursos humanos quienes den esas referencias. Nos aseguramos de que miramos el expediente de ese trabajador para darla. No podemos entrar en detalles por la protección de datos pero sí pasar información de que es alguien que no volveríamos a contratar y eso ya es una información potente.

¿Creen que ese repunte de casos reportados en el último año tiene que ver con el contexto que vivimos en el que las mujeres se están lanzando a contar sus experiencias de acoso y abuso?

Seguro, estamos convencidas de que si entrábamos en una dinámica de animar a la gente a contar situaciones, a fortalecer nuestros sistemas y generar la confianza para que cualquier mujer en la organización pueda denunciar iban a aumentar los casos, porque las situaciones desgraciadamente se dan. Agradecemos a las personas que han dado ese paso y para nosotros también es un indicador de que se generan las dinámicas de confianza para que las mujeres puedan denunciarlo y nos reta a seguir monitoreando y que dentro de unos años podamos hablar no solo de que se gestionan los casos, sino de que se reducen los casos.

A raíz del caso de Haití, muchas mujeres del sector comenzaron a compartir experiencias, bien propias o que habían visto en sus lugares de trabajo, en diferentes lugares y contextos. ¿Es esto la constatación de que ningún sector está a salvo del machismo?

Como organizaciones sociales que tenemos en el núcleo de nuestra misión la dignidad, los derechos humanos, la lucha contra la violencia de género, nos sentimos más llamados que nadie a asegurar que en nuestros lugares se dan entornos seguros de trabajo. Es duro darse cuenta de que no eres una burbuja en este sistema, y que se reproducen conductas y situaciones machistas. Miles de mujeres están diciendo que 'Yo también', también en nuestro sector, y tenemos que ver cómo ayudar a este cambio que estamos viviendo como sociedad.

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