Un blog de Juventud Sin Futuro pensado por y para los jóvenes que viven entre paro, exilio y precariedad. Si quieres mandarnos tu testimonio, escríbenos a nonosvamosnosechan@gmail.com.
Esto es lo que llaman ilusión
Nunca había vivido un proceso electoral con tanta ilusión. Esa ilusión que te hace temblar ante el cierre inminente de urnas. Esa ilusión que consigue que te emociones al solo escuchar el cántico del “sí se puede”. Esa ilusión que nos remueve como pueblo.
He nacido y me he criado en un entorno militante: la pelea por poder vivir con mayúsculas ha estado en los fotogramas que conforman mi vida. A partir del proceso político llamado 15M, en aquella primavera de mis veinte años, como dice aquella famosa canción de Mercedes Sosa: todo cambia. Todo cambió.
Ahora nos encontramos con la alegría de digerir un resultado municipalista que ya se podía leer entre líneas con la participación activa de las elecciones europeas del año pasado. Un resultado que parte de un proceso que muchas hemos visto nacer, crecer y tener adversidades durante largo tiempo. Donde mucha gente ha sido capaz de construir candidaturas de confluencia, a pesar de muchos dolores de cabeza, o que han estado trabajando en la campaña electoral. Donde muchos de ellos, tiempo atrás, estaban contigo, que son iguales que tú en sus debilidades y defectos, pero también lo son en sus grandes virtudes.
Son los mismos activistas de antaño, compañeros de pegadas y reuniones, activistas sociales que han asumido una responsabilidad dentro de una organización o desde las ingratas instituciones. Que han estado contigo desde la lucha estudiantil, entre esterillas y asambleas interminables, hasta en la lucha por evitar el éxodo masivo de una generación, que es la mía. Son la voz de nuestras injusticias.
Y no solo eso. La ilusión por este nuevo cambio político, que antes parecía un espejismo, no entiende de franjas de edad. El brillo de mis padres, que perdieron hace tiempo, cuando aquellas movilizaciones de los 80 y aquel referéndum contra la entrada de la OTAN, y que ahora han vuelto a recuperar conmigo y al ver a Manuela Carmena. Y al verse como Manuela. Mi abuela preguntándome a quién votar mientras se angustia al pensar en el panorama que tienen sus nietos, que no es más que volver a tiempos pretéritos de maleta y pasaje al extranjero.
Los vecinos que antes no se movilizaban tanto, pero que desde el 15M recuperaron cierta motivación, pegando los carteles de Ahora Madrid junto a militantes de toda la vida, que con sus desencantos, han repartido panfletos como cuando tenían 20 años. Encontrarse en un mismo mitin a un amigo de la universidad y a una antigua compañera de instituto, con distintas vivencias, pero con la misma rabia convertida en convencimiento y, por qué no decirlo, en esperanza.
Porque seguramente nos encontraremos sinsabores en esta aventura. Con el tiempo, porque no será tan rápido como deseamos, flaquearán las fuerzas o tendremos desengaños, pero hoy por hoy, si tuviera que ponerle un término para definir lo que se percibe en muchos sitios de la península, es ilusión. Siendo consciente de que no se puede construir solamente desde el terreno de las emociones, aunque siendo consciente también de que sin ilusión previa tampoco se puede empezar nada.
NOTA: Dedicado este artículo a todos mis amigos y conocidos que se han dejado la piel, las entrañas y el sueño para poder construir una alternativa en este país. Y lo seguirán haciendo: construyendo futuro.
Nunca había vivido un proceso electoral con tanta ilusión. Esa ilusión que te hace temblar ante el cierre inminente de urnas. Esa ilusión que consigue que te emociones al solo escuchar el cántico del “sí se puede”. Esa ilusión que nos remueve como pueblo.
He nacido y me he criado en un entorno militante: la pelea por poder vivir con mayúsculas ha estado en los fotogramas que conforman mi vida. A partir del proceso político llamado 15M, en aquella primavera de mis veinte años, como dice aquella famosa canción de Mercedes Sosa: todo cambia. Todo cambió.