En el ámbito en el que me estoy moviendo últimamente (va para 5 añitos) convivo con personas estupendas que piensan más allá de su ombligo. Que saben que el bien de la mayoría es bueno para ellos también. Me muevo en un entorno de organizaciones sociales que cada vez se relacionan más y tienen la inquietud de buscar puntos de encuentro que debatir.
Cualquiera que sea capaz de ir un poco más allá de los memes con que nos castigan la mayoría de medios de comunicación, habrá oído hablar de la economía del bien común, que mira parámetros de rentabilidad en una empresa, pero los relaciona directamente con parámetros de responsabilidad social y también medioambiental. Habrá oído hablar de la economía colaborativa: las cooperativas son igualmente empresas pero con un modo de funcionar que, pese a tener muchísimos años, resurge porque tiene mucho sentido. Habrá oído hablar de los grupos de consumo para la compra de alimentos, y otras tantas cosas, de producción local. Habrá oído hablar de la teoría del decrecimiento, que, pese a la connotación negativa de la palabra que nos han sellado a fuego en las neuronas, defiende como posible un progreso social y humano, sin que éste vaya ligado al crecimiento económico infinito que soporta una sociedad capitalista que ha demostrado basarse en burbujas varias y que beneficia a muy pocos a costa de la pobreza de la mayoría y en detrimento del medio ambiente.
Estoy convencido de que otro mundo es posible, un mundo más sencillo y amable, cada vez más convencido de que es posible porque vivo en un entorno que me lo confirma día tras día. Personas que ya se han dado cuenta de que el “sistema” no les va a resolver nada, y que están gestionando su vida en otra “liga”: la de la colaboración, el sentido común y la sostenibilidad del planeta. Organizaciones sociales de mil colores que quieren un mundo mejor para nuestros hijos y nietos. Hoy, en la era de la comunicación, ya somos capaces de movilizar a millones de personas en horas, capaces de ver en directo lo que pasa en las antípodas, capaces de automatizar los servicios de una ciudad, para que sea la ciudad la que se adapte a los ciudadanos.
Tenemos los conocimientos y tenemos los medios. Alguien diría que nos falta la voluntad. Y yo le digo: No esperes a la voluntad de otro, ni a la voluntad de tus gobernantes. Empieza con la tuya, el cambio vendrá desde abajo. Yo te digo que se puede. De ti también depende.
Sobre este blog
¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
