Los agricultores del sur de Italia se enfrentan al drama de tener que ver morir aproximadamente a un millón de olivos y empiezan a temer los efectos que podrá tener la prohibición de la venta de esa y otras plantas en Europa.
Desde que hace un año y medio apareciera la bacteria Xylella fastidiosa en la provincia de Lecce, el primer brote dentro de la Unión Europea (UE), los problemas no han hecho más que multiplicarse.
Falta ante todo una terapia efectiva que erradique ese microorganismo, originario de América, que se introduce y obstruye los vasos vegetales que conducen el agua y las sales minerales desde el suelo de forma ascendente.
El resultado es demoledor: las hojas del olivo que están en la parte superior mueren de sed y en muchos casos el árbol se deseca rápidamente hasta perecer.
Donato Boscia, responsable del Centro Nacional de Investigación de Bari (capital de Apulia), comenta a Efe que por el momento se están centrando en estrategias de prevención, evitando el movimiento de plantas susceptibles a la bacteria, y de contención.
Esto último, precisa, implica atacar a los insectos vectores mediante insecticidas y trabajando la tierra de forma mecánica, con el fin de matar a los ejemplares jóvenes que en primavera permanecen en el suelo porque todavía no vuelan.
“Tal y como está ahora la situación, no es realista hacer esto en todo el territorio, que es muy grande”, afirma el especialista, miembro del Instituto para la Protección Sostenible de las Plantas, y añade: “La erradicación es una utopía”.
En cambio, sostiene que sí se puede intentar operar en los últimos kilómetros de la zona contaminada, creando una especie de barrera, y destruir todas las plantas infectadas.
Desde el inicio de la crisis, el Gobierno regional bloqueó el comercio de las especies infectadas y de las de su mismo género de la zona en riesgo, entre ellas el olivo, el almendro o la adelfa, pero el miedo al contagio ha calado en las instituciones comunitarias, que quieren extender la prohibición.
La Comisión Europea está analizando un nuevo paquete de medidas de emergencia para las próximas semanas, si bien Francia ya se adelantó este mes impidiendo la entrada de un centenar de especies procedentes de Apulia.
La decisión de París de incluir en esa lista negra a las vides, cultivo en el que compiten Francia e Italia, es vista por Boscia como un “gesto incorrecto de política comercial” que no está basado en criterios científicos, ya que -apunta el experto- Italia ha demostrado que la mencionada bacteria no puede contaminar dicha planta.
Mientras, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en inglés) sigue investigando los posibles factores de la peste, incluida la presencia de hongos y otros microorganismos, y sostiene que la Xylella fastidiosa puede afectar varios cultivos en Europa como los cítricos, la vid y los frutales de hueso.
“Los brotes de ese patógeno han dado lugar a graves pérdidas de cítricos en América del Sur y de uvas en América del Norte”, señala en un informe la agencia, que detalla que la cepa presente en el sur de Italia es idéntica a una variante hallada en Costa Rica.
Italia es, después de España, el mayor cultivador de olivos en la UE con unas 1.700.000 hectáreas, el 80 % de las cuales está en el sur, sobre todo en Apulia.
El presidente de la Confederación Nacional de Agricultores (Coldiretti) en Lecce, Leo Piccinno, lamenta a Efe el daño que se está haciendo a la economía y la cultura de la zona, donde calcula que el 10 % de olivos, en torno a un millón, ha sido afectado por la bacteria.
“Es un problema europeo porque llegó de la importación de plantas enfermas de Costa Rica. Por culpa de Europa la enfermedad ha llegado a nosotros”, asevera Piccinno, que considera “injustas” las restricciones en la UE mientras son los agricultores italianos quienes están combatiendo la enfermedad en el terreno.
Y Boscia le secunda: “Apulia es víctima de la ineficiencia de la legislación comunitaria, pero se le quiere dar la pena del culpable. Los agricultores están haciendo un servicio a la comunidad cuyo coste no deberían asumir”.