Cada tarde desde que terminó el confinamiento, Carmen y Joanna pasean por su centro comercial. “Necesitamos caminar. Venimos, vamos arriba y abajo, vemos las tiendas y terminamos tomando algo. Siempre aquí”, cuentan. Sentadas en una de las cafeterías que hay en los pasillos de La Vaguada, el primer centro comercial que abrió en Madrid (en 1983, coincidiendo con el desarrollo del Barrio del Pilar) y uno de los que más afluencia tiene de España (con una media de 65.000 visitantes al día) , las dos amigas observan que las tardes suceden tranquilas hasta las cinco y media o las seis.
“Cuando salen los niños del colegio hay más movimiento. Y los fines de semana, más”, dicen. No son jóvenes, no llevan la mascarilla mientras charlan —aún no han terminado sus fantas— y tampoco les preocupa el contagio en interior. “Se está bien. Ahora que hace frío, ¿dónde vamos a ir? Y en verano con el calor igual”, ríen. En el establecimiento hay unas diez mesas, algunas menos de las que había en la antigua normalidad. Un viernes por la tarde lluvioso están todas ocupadas por familias y gente mayor.
La afluencia de los centros comerciales ha caído pero no tanto. Durante los meses de agosto y septiembre se mantuvo un 30% por debajo del año anterior, según datos de la firma MVGM, especialista en gestión inmobiliaria. La empresa de tracking y conteo en tiendas ShopperTrak da cifras aún más halagüeñas (a nivel económico, que no epidemiológico) indicando que en septiembre las visitas solo cayeron un 20%.
Son números “entendibles” si tenemos en cuenta la caída brutal del turismo, que cerró septiembre con un 80% menos de pernoctaciones extranjeras y un 55% menos de las de residentes. El duro confinamiento español dejó las ventas del primer semestre a la cola de Europa, pero se han recuperado durante el verano. La caída agregada según MVGM es del 20%, con mejor comportamiento en los sectores que despuntan estos meses: la alimentación, el equipamiento deportivo y el hogar.
“Caen más las afluencias que las ventas”, señala un informe de la compañía. “El motivo es que el cliente acude a comprar de manera individual o en pareja y no en familia, como era habitual”. Un paseo por dos de los principales centros de la capital no cuenta exactamente esa historia, pero, como recordaba Eduardo Ceballos, presidente de la Asociación Española de Centros y Parques Comerciales en una entrevista reciente, el dato depende mucho de la zona geográfica y del tipo de centro. “Los formatos más grandes, los urbanos y los que dependen menos del turismo lo están resolviendo mejor”, indicó. La patronal asegura que el gasto se ha elevado un 5%. Ceballos no quería ser optimista pero aseguraba que la recuperación no había sido tan lenta como se temía “porque había ganas de volver a los centros comerciales”.
Trabajadores de distintos comercios explican que depende del día y de las restricciones del momento, cambiantes según las órdenes que establezca el Gobierno y cada comunidad. Que entre semana hay poca gente pero que los fines de semana todo sigue más o menos igual. “Por las tardes, a partir de las cinco”, dice un camarero de Starbucks en La Vaguada. “Y esto los findes se llena. Vienen un montón de familias. El barrio es así”.
“Aquí siempre hay movimiento, aunque va por días. Hay días que se trabaja y otros que baja la actividad. Lo que se ve es más gente cuando hace frío”, añade Alexandra, peluquera en el mismo centro comercial. “Con el coronavirus han cerrado locales que no pueden pagar los alquileres y eso se nota, que el centro tiene menos productividad”.
Apenas un 4% de los locales de restauración en centros comerciales ha cerrado definitivamente, según los datos de MVGM. Los cierres de todo tipo de comercios son en su mayoría temporales, pero en ningún caso pasan del 10% de los locales. “Algún restaurante cerró durante el confinamiento por zonas”, explican comerciantes del centro Madrid Río 2, en el sur de Madrid. “Pero en general se mantienen abiertos. Hay que facturar lo que se pueda”. Los inquilinos han solicitado, principalmente, ayudas para pagar el alquiler o condonaciones de renta.
Las restricciones varían según la región. En Catalunya y Navarra los aforos no deben superar el 50%; en Aragón, el 25%. En otros lugares, como Madrid, la reducción de aforos se aplica a los locales de dentro de los centros, pero no a los centros en sí.
Las limitaciones por zonas dentro de la misma ciudad son las que más impacto tienen si te pillan dentro. Al Madrid Río 2 le tocó hace pocas semanas por estar en una zona básica de salud confinada: perdió afluencia, reconocen varios trabajadores consultados, pero la recuperó en cuanto la restricción se extendió al resto de la ciudad (y, por ende, nadie podía salir de Madrid pero sí ir a cualquiera de sus centros comerciales). “Y luego llovió e hicimos buena caja”, ríe Pablo, dependiente en un local de Häagen-Dazs. En aquellos confinamientos selectivos, la Comunidad dejó fuera una gran área comercial (que incluye un IKEA, Bauhaus y Bricomart) pese a estar dentro de una zona afectada (Alcorcón).
La gran campaña navideña —que comienza a principios de noviembre con el Día del Soltero de Aliexpress y continúa con el Black Friday de Amazon poco después— está a la vuelta de la esquina y los comercios esperan atraer compradores con descuentos, si bien se prevé que la mayoría de compras este año se hagan online. Desde la patronal de los centros insisten en que su propuesta estrella para la reactivación es la flexibilidad de horarios y apertura de todos los domingos y festivos hasta 2022, una medida “a coste cero” para la administración.
“Yo aquí veo gente todas las tardes. Algunos se pasan horas...”, reflexiona la dependienta de Manolo Bakes en La Vaguada. “Tengo la sensación de que aquí respetamos poco. Quizá si te vas a Francia sea distinto, no lo sé”.