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¿Se puede cargar la moto eléctrica en el trabajo? El expediente sancionador a un trabajador abre el debate

Una moto eléctrica de Vostok Electric.

Laura Olías

Seguramente alguna vez has cargado el móvil personal en el trabajo sin pedir permiso a tus jefes. Un empleado hizo lo mismo con la batería de su moto eléctrica y el resultado, según explicó el afectado a la empresa en la que había comprado el vehículo (Vostok Electric), fue la apertura de un expediente sancionador por parte de su jefe con la intención de despedirle. La situación abre varios interrogantes: ¿se puede despedir a un empleado por cargar su vehículo en el trabajo? ¿Y un móvil? ¿Son frecuentes este tipo de conflictos en las empresas?

El caso se remonta a junio, cuando el afectado se puso en contacto con Vostok Electric a través de un correo electrónico para contarles lo sucedido, como ha podido comprobar eldiario.es y adelantó Antena 3 Noticias. Rachel Lesslar, fundadora de la compañía, explica que este conflicto laboral ha inquietado a los responsables de la empresa de motos eléctricas, ya que el trabajador les afeaba el reclamo de su página web en la que anuncian: “Puedes cargar la batería portátil en el trabajo, en casa o en el gimnasio. Sólo necesitas un enchufe normal para cargar tu Vostok”.

“Lo que nosotros estamos ofreciendo es la libertad al cliente de cargar la moto donde quiera, porque solo necesita un enchufe estándar frente a otros modelos que requieren puntos de recarga”, sostiene a en declaraciones a este medio. Lesslar reconoce que se han planteado retirar de su página web esa mención a cargar la moto en el trabajo, pero por el momento no lo han hecho ni creen que puedan tener alguna responsabilidad si existen problemas al respecto. “Son los usuarios los que deben comprobar en sus empresas la política de movilidad y si pueden hacerlo”, añade.

Aun así la compañía quiere advertir de esta situación, que se encuentra aún abierta “con una impugnación del empleado”, para que los usuarios de vehículos eléctricos sean conscientes de los posibles problemas que se pueden encontrar en sus centros de trabajo y verifiquen con sus empleadores que les permiten cargar sus baterías sin problema.

También para hacer reflexionar a las empresas sobre sus políticas de movilidad y de medio ambiente: “Nos parece sorprendente que quieran despedir a un empleado por esto. Estamos en un momento en el que hay que reducir la contaminación e impulsar la movilidad sostenible”.

¿Es motivo de despido?

Una de las preguntas que abre este caso es si cargar un vehículo eléctrico en el trabajo puede ser causa de despido. Desde Vostok Electric ponen en contexto lo que supone la carga de su moto: “Son unos 20 céntimos, para tener una autonomía de unos 60 o 70 kilómetros. Es que es como coger un boli de tu empresa”.

La clave, apunta Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad de Valencia, es si la empresa permite o no esta práctica. Si no es así y el empleado carga su vehículo en su trabajo, puede ser sancionado por la compañía, aunque el coste sea muy pequeño. “El Tribunal Supremo en temas disciplinarios dice que la cantidad monetaria sustraída no es lo más relevante. Lo es si es muy alta, pero hay casos en los que por beberte una lata se ha aceptado el despido”, explica.

Todolí recuerda, por ejemplo, el caso del convenio colectivo de los supermercados, en el que “el consumo de cualquier producto sin haberlo abonado anteriormente” –sea cual sea su importe– se considera una falta muy grave, que puede ser castigada con el despido, entre otras medidas. “Da igual que sea un refresco, que cuesta muy poco, no se puede hacer”, apunta.

El importe sustraído a la empresa, no obstante, sí puede ser relevante a la hora de valorar la proporcionalidad de la sanción que impone la empresa. “El despido es la más elevada posible, hay otras inferiores como la suspensión de empleo y sueldo. Así que, si el coste para la empresa es muy bajo, se puede rebatir que el despido sea proporcionado si no lo contempla el convenio colectivo”, explica el experto en Derecho Laboral.

¿Y si cargas un móvil?

Dado que el importe sustraído no impide una posible sanción al trabajador, este caso pone bajo el foco otra práctica muy extendida y sobre la que a menudo los empleados no piden autorización o permiso a sus jefes: la carga de los móviles personales en los centros de trabajo.

Para Jorge Morales, ingeniero industrial experto en el sector eléctrico y director de Próxima Energía, el caso de este empleado con su moto eléctrica “es muy similar a que una empresa sancionara a un trabajador por cargar su móvil particular en el trabajo”, aunque reconoce que el coste para la compañía es mayor.

La carga de un smartphone –que suele ser diaria– supone un coste desde alrededor de unos 50 céntimos y algo más de un euro al año, dependiendo de su consumo y la tarifa eléctrica contratada. La carga de la moto de Vostok cuesta unos 20 céntimos por cada carga, aunque Rachel Lesslar precisa que dependiendo de los desplazamientos de los conductores la batería puede durar varios días.

El importe por cargar una batería de un coche eléctrico, el modelo de vehículo con el que está más familiarizado Morales, “tampoco es como conectar una central nuclear, consume como un aire acondicionado grande o como si fuera un secador potente”, explica el experto en energía eléctrica. El precio puede ser “de un euro por una carga completa”, en el caso de un coche que requiera unas 30 horas de conexión.

Entonces, ¿se puede sancionar a un trabajador por cargar su móvil personal? De nuevo, Adrián Todolí sostiene que habría que comprobar si la práctica está prohibida. Si no es así y los trabajadores de una empresa lo han hecho de manera normalizada, sin ocultarse y sin que se les haya llamado la atención al respecto, “los tribunales admiten la tolerancia laboral”, recuerda el experto: “Si todo el mundo lo hace y la empresa lo permite, luego no puede sancionar a un trabajador por ello”.

Un conflicto aislado (por ahora)

Los responsables de Vostok Electric han advertido de este conflicto laboral porque consideran que puede ser más frecuente en el futuro, cuando este medio de transporte sea más habitual, ya que en la actualidad hay muy pocos conductores de vehículos eléctricos. Según los datos de AEDIVE (Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico) en la actualidad hay unos 57.600 vehículos eléctricos, “eléctricos puros e híbridos enchufables”, apuntan a eldiario.es.

Su venta está aumentando –un 125% en lo que va de año hasta julio–, pero en AEDIVE advierten de que lo hace a “un ritmo insuficiente para cumplir con la senda de descarbonización”. Las matriculaciones de eléctricos “apenas representan el 0,6% del mercado total” mientras que los planes del Gobierno para los próximos años implicarían un gran crecimiento en la próxima década. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima-PNIEC fija como meta un total de 5 millones de eléctricos en circulación para 2030 “o, lo que es lo mismo, el 15% del parque móvil”, recuerdan en la asociación empresarial.

En un contexto de impulso de la reducción de emisiones para cumplir con los compromisos internacionales medioambientales, “las empresas podrían facilitar la carga de vehículos eléctricos como pueden bonificar ahora el acceso de los trabajadores en bicicleta, andando o en transporte público”, opina Manuel Calvo, consultor de Estudios MC y especialista de movilidad sostenible.

Los expertos señalan también que en la actualidad la red pública de puntos de carga es muy limitada, por lo que la colaboración de los centros de trabajo puede ser muy útil para extender este medio de transporte sin emisiones. “Ahora no puedes depender de la infraestructura pública, te la juegas. La mayor parte de la gente lo que hace con una moto o vehículo eléctrico es tener un punto de carga en casa”, explica Morales.

Entre los sindicatos y la patronal aún no hay negociaciones sobre la carga de vehículos eléctricos, afirma Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de UGT, pero llegarán. “En el cambio climático tenemos que aportar todos. Las empresas tienen que aportar su granito de arena, pero creo que esto habría que regularlo desde el Gobierno. Tiene que ser una estrategia, que se aborde con tranquilidad con los agentes sociales, para ir avanzando en la eficiencia energética”, defiende. Fuentes empresariales destacan que estas iniciativas sean “voluntarias, no impuestas” desde los poderes públicos.

Hacia la movilidad sostenible

Manuel Calvo pone dos peros en el fomento de los vehículos eléctricos de cara a los planes de movilidad sostenible. Por un lado, en su opinión la moto es un medio de transporte “muy arriesgado” y, por tanto, aunque fuera eléctrica no sería un medio de transporte que –personalmente– fomentaría “desde una perspectiva de la seguridad, aunque es algo polémico, otros compañeros sí incluyen la moto”.

Por otro lado, Calvo pide mirar más a largo plazo y considera que el modelo de automóvil en las ciudades (aunque sea sin emisiones) es “insostenible” por el gran número de vehículos utilizados. “Lo que no podemos pensar es que los coches que están circulando hoy, si son eléctricos todo está solucionado. Eso es inviable también, no hay capacidad renovable tampoco para 'dar de comer' a todos esos coches”, apunta.

El consultor de Estudios MC recomienda apostar más por el transporte no motorizado (bicicleta y andar), como están haciendo otros países europeos como Holanda y Alemania. “En Sevilla, el 29% de los desplazamientos en automóvil tiene menos de dos kilómetros. Eso es media hora andando despacio”, subraya.

Pero un escenario sin coches es “impensable” a corto plazo, reconoce Calvo, por lo que considera que “los que quedan sí podrían ser eléctricos” y contar con el apoyo de las empresas. “Aunque es elegir entre Guatemala y Guatepeor”, concluye.

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