La economía de España no se ahoga en la cuesta de enero
La economía de España no se ahogó en la temida cuesta de enero. Los indicadores adelantados muestran que la actividad resistió en nuestro país en el arranque de 2023 pese al doble golpe de la inflación y de las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE). Y pese al frenazo visto ya en el cuarto trimestre de 2022, en el que solo el abaratamiento de las importaciones por la caída de los precios de la energía en los mercados internacionales salvó el crecimiento del PIB (Producto Interior Bruto), respecto al trimestre anterior.
Tras la contracción del consumo de las familias y de la inversión de las empresas de octubre a diciembre, el mercado de trabajo lanzó otra señal de alerta el pasado mes. El paro registrado aumentó en un 70.700 personas, según los datos conocidos el 2 de febrero.
A pesar de los datos negativos para el empleo, otros datos resultan más positivos. El sector servicios creció en enero a la mayor intensidad desde julio del año pasado, en plena temporada turística, según el índice PMI, que calcula S&P Global en base a encuestas realizadas a 400 empresas entre el día 12 y el 26 del pasado mes.
“A juzgar por los últimos datos del índice PMI, el sector servicios de España comenzó 2023 en una nota relativamente positiva. Las expansiones de la actividad y los nuevos pedidos se mantuvieron en enero y, de hecho, se fortalecieron hasta sus máximos de seis y siete meses respectivamente”, explica Laura Denman, economista de S&P Global Market Intelligence.
“Las empresas encuestadas comentaron que el principal impulsor de cada uno de estos repuntes fue una mejora en el entorno de la demanda en general, lo que sin duda es una señal positiva para el futuro”, continúa la experta. “Las empresas tienen la esperanza de que las condiciones sigan mejorando durante los próximos doce meses”, añade.
La tasa de inflación de los costes se ralentizó hasta mínimos de quince meses, por lo que se puede esperar que los precios de venta eventualmente sigan la misma tendencia
“No obstante, a pesar de fortalecerse hasta su máxima de ocho meses, el grado general de confianza se mantuvo por debajo de su promedio histórico”, matiza Laura Denman. “Los encuestados mencionaron en gran medida que la preocupación en torno a las presiones inflacionistas actuales afectó a las perspectivas. Sin embargo, la tasa de inflación de los costes se ralentizó hasta mínimos de quince meses, por lo que se puede esperar que los precios de venta eventualmente sigan la misma tendencia”, concluye.
La industria sufre una mayor debilidad
El índice PMI para la industria mostró contracción de la actividad en enero, “pero al ritmo más lento en cuatro meses”, destaca del informe del S&P Global. Las fábricas son más intensivas en energía y más demandantes de materias primas y otros recursos que han sufrido fuertes encarecimientos en el último año por la distorsión que ha supuesto la invasión rusa de Ucrania en los mercados internacionales. Aún así, estas presiones inflacionistas han disminuido, lo que suma otro argumento a la tendencia general de reducción de precios de los últimos meses.
Mientras, el mismo indicador compuesto, que promedia el comportamiento del sector servicios, la industria y la construcción “subió de 49,9 puntos registrado en diciembre a 51,6 puntos en enero, señalando que la actividad total del sector privado español ha regresado a territorio de expansión (por encima de 50 puntos)”, incide S&P Global. Se trata de la mejor lectura de los PMI compuestos entre las grandes economías de la eurozona.
De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmó el martes 31 de enero que España liderará el crecimiento económico en la eurozona en los dos próximos años. El organismo internacional prevé que la actividad en nuestro país se incrementará un 1,1% en 2023 y un 2,4% en 2024, frente al 0,7% y 1,6%, respectivamente, del conjunto de los socios del euro.
En concreto, la estimación del FMI para Alemania es de un crecimiento de la economía del 0,1% en 2023 y del 1,4% en 2024. Para Francia, del 0,7% y del 1,6%. Y para Italia, del 0,6% y del 0,9%. Las expectativas de Alemania y de Italia han mejorado 4 y 8 décimas para este año desde el informe de perspectivas de octubre del propio organismo, alejando el riesgo de recesión. Principalmente, por la contención de los precios de la energía en los mercados internacionales.
Precisamente esta menor debilidad de estos importantes socios comerciales y el mismo abaratamiento del gas o del petróleo son dos de las principales amenazas que se han matizado para la economía de España, cuyo evolución dependerá de nuevo del sector exterior. Y agradecerá tanto la moderación de las presiones inflacionistas en las importaciones como el crecimiento de las exportaciones.
Cambios estructurales de la economía
“El superávit exterior de la economía española es ya estructural”, señaló este pasado miércoles el secretario de Estado de Economía, Gonzalo García Andrés. El turismo fue el motor de la extraordinaria aportación de 2,6 puntos al crecimiento económico del sector exterior durante el año pasado.
Pero los expertos insisten en destacar la fortaleza de otras exportaciones de nuestro país, con productos y servicios de elevado valor añadido que han ganado peso durante los últimos años, como los productos químicos, entre los que se encuentran los medicamentos, servicios de consultoría, el material informático y electrónico o el vestido y el calzado.
De esta manera, España cerró 2022 con la balanza por cuenta corriente en positivo (la diferencia entre las exportaciones, incluido el turismo, y las importaciones respecto al PIB) por undécimo año consecutivo. Y ocurrió pese a la histórica escalada de la factura energética (por la subida del petróleo, el gas...).
Por otra parte, Gonzalo García Andrés recordó que, “históricamente, el punto débil de nuestro país ha sido el mercado de trabajo”. Pero en esta crisis de inflación “se ha creado empleo y de calidad”, recalcó. “Estamos cerca de la tasa temporalidad de la UE, que era el gran objetivo de la última reforma laboral”, subrayó.
Eso sí, el secretario de Estado admitió que “la incertidumbre sigue siendo elevada por la guerra”, y que “tenemos tipos de interés más altos”, por lo que es “fundamental que lo podamos digerir sin que afecte al consumo y a la inversión”.
“Aunque el cambio del BCE ha sido abrupto, en términos históricos no son tipos de interés tan descabellados”, observó. “Es una reto de adaptación, por eso hemos adoptado las medidas necesarias para proteger a los deudores hipotecarios más vulnerables”, añadió. El Gobierno presentó una previsión de crecimiento del PIB del 2,1% para 2023, que según García Andrés sigue vigente, “y no solo no ha perdido solidez, sino que la ha ganado”, pese a ser superior a la estimación del FMI y del resto de instituciones.
0