La economía global entra en barrena al atravesar el ecuador de 2023
Las tres mayores economías y potencias comerciales del planeta -EEUU, China y Europa- andan sobre el alambre y con riesgo de caer en tierras movedizas. El tránsito por la mitad del ejercicio les ha deparado una hoja de ruta sinuosa, que dibuja un horizonte sumamente complejo.
El epicentro de esta eclosión de nuevos enigmas económicos sin resolver procede del gigante asiático. La segunda economía global no ha despegado con la fuerza prevista tras el final de su criticada política de Covid-cero. De hecho, la lectura del mercado es de “decepción” por un repunte del 6,3% entre abril y junio, muy lejos del 7,1% que auguraban sus centros de análisis. Desde Citigroup o Morgan Stanley avanzan que el objetivo oficioso del 5% “está en riesgo”.
De igual manera, cualquier crecimiento de la economía inferior al 5% dejaría en un limbo la ambiciosa estrategia del presidente chino, Xi Jinping, de desplazar a EEUU del liderazgo global. Con este objetivo hizo remodelar la política económica -con vista a ganar autonomía monetaria y financiera en el exterior- y revisar su estrategia de Defensa, promoviendo una carrera armamentística global, mientras altera la diplomacia con intención de sumar peso y alianzas en el orden internacional.
La recuperación china está amenazada. Su PIB apenas creció un punto más que durante el primer trimestre del año, con docenas de ciudades bajo restricciones de movilidad sanitarias. Y lo que es peor: se sumerge en la deflación -con el primer receso desde 2020- y con un 21% de desempleo juvenil, un fenómeno inaudito en las cuatro décadas de dinamismo próximo al doble dígito.
La cadencia en el pulso se produce a pesar del fuego cruzado de estímulos fiscales y monetarios que, sin embargo, esconden varias cumbres borrascosas por una doble burbuja especulativa. La primera vinculada al sector inmobiliario, en estado de ebullición desde la quiebra sostenida de Evergrande: un enorme stock sin digerir en un mercado que observa sin remedio cómo retrocede el poder adquisitivo de las familias. La segunda asociada a la deuda de los gobiernos locales.
No son pocas las voces que advierten a Pekín de que este cóctel recuerda el clima que precedió a la intervención de Lehman Brothers con las hipotecas subprime en EEUU o a la explosión de la burbuja inmobiliaria en Japón, en los noventa, que envió a la tercera economía mundial a la UVI durante tres decenios.
En el caso chino, la onda expansiva la alienta unos tipos de interés instalados en el 2,65% desde hace un año y la displicencia prestamista a la que Pekín obliga a la gran banca estatal para cubrir, hasta en 25 años, las necesidades financieras de los ayuntamientos.
El triunvirato de agencias de rating que gobierna con mano de hierro -S&P, Moody’s y Fitch- las calificaciones de riesgo en el mundo vienen lanzando señales de alerta desde después de la Gran Pandemia, cuando los gastos municipales en China se desbordaron.
El halo de esperanza pasa por una reanimación del consumo de hogares y de la inversión de las empresas que impulsen la actividad y saque los precios a flote y que se enciendan los motores de la recuperación, explica Louis Kuijs, economista jefe en Asia de S&P. En este sentido, apunta al dato positivo de un crecimiento de las ventas minoristas del 3,1% en junio frente a la contracción del 12,7% que registraron en mayo.
EEUU, doble freno económico
En la primera economía mundial los precios se empiezan a frenar. La inflación ha pasado del 4% en mayo a un 3% en junio. Es el decimosegundo mes de descensos consecutivos, lo que dictamina que la inflación parece en decadencia sostenida. Incluso la subyacente se sitúa en la antesala de un probable control a medio plazo: el 4,8%.
En paralelo, el empleo flojea, si bien no lo suficiente como para llegar a neutralizar un mercado de trabajo que evoluciona con déficits de mano de obra en sector concretos.
Es la doble paradoja de la Administración Biden, a la que se conoce como inflacionista pero capaz de generar empleo, a pesar de los episodios contractivos de su economía y del rally alcista de la Fed -ha subido los tipos de interés cinco puntos- de la historia reciente.
La Bidenomics, término que responde al intenso ejercicio de divulgación de los asesores de comunicación del presidente de EEUU de que varias leyes de su mandato -en concreto, las billonarias inversiones en infraestructuras, la Jobs Act, la Chips and Science Act y la Inflation Reduction Act- impulsarán el ciclo de negocios. A algo más de un año de las elecciones presidenciales de 2024, a pesar de la vitola de proteccionismo, el Buy American y el Bidenomics ha logrado circunvalar la recesión en el último año.
“Llegado el caso, Biden decidirá si pone punto y final a este juego y los aliados estadounidense vuelvan a darle la mano para cooperar mutuamente bajo unas estructuras de intereses comunes que sustituyan al actual orden económico global”, avanza Peter Rashish, director del Programa Geoconomics del Instituto Germano-Americano.
Entretanto, deberá superar los negros presagios de economistas como David Rosenberg, que identifica la coyuntura americana a un “muerto viviente” y anticipa un “aterrizaje brusco” y recesión en esta segunda mitad del año por la “agresiva política” de la Fed que ha contraído el crédito y dirige a las empresas hacia una merma considerable de sus beneficios.
Jeremy Siegel, profesor de Wharton, tilda de “obsesión” el ajuste monetario de Jerome Powell para frenar la inflación, en línea con la tesis de Mark Zandi, economista jefe de Moody’s que dice que la Fed “está sacrificando la economía”. El Nobel Paul Kurgman observa a medio plazo un fenómeno incluso de desinflación por el leve repunte de los costes laborales unitarios, a los que la Fed “no atiende”, pese a que está “destruyendo” la actividad industrial del país.
Europa, en lista de espera; Japón respira
Los analistas de Goldman Sachs inciden en que tanto EEUU como China, Europa y Japón mantienen a sus economías dopadas. “Es cierto que en mucha menor medida que durante la Gran pandemia”, pero con visos de que “solo puedan estimular la demanda a corto plazo”, matiza Neumann. Aunque si superan con pulso el periodo estival, “podrían encontrar una senda sostenible a largo plazo” por los billonarios recursos que han movilizado.
Frederic Nuemann, de HSBC se refiere al Bidenomics, pero también a los planes chinos con los mismos objetivos que la política expansiva del Tesoro americano, los fondos Next Generation europeos y los persistentes programas de estímulo en Japón.
A Europa, el clima americano y chino le influye sobremanera. La parálisis industrial ha llevado a Alemania a la recesión técnica en la primera mitad del año por la brecha de suministro hacia su poderoso sector de automoción y a su segmento químico por las nuevas disrupciones en las cadenas de valor, derivadas de las batallas competitivas por la tecnología y los chips entre China y Estados Unidos.
Otro botón que muestra que las tensiones geopolíticas siempre superan al club comunitario, Al que le queda, sin embargo, la ilusión de que el BCE apacigüe su ortodoxia monetaria. A juzgar por la percepción de alguno de sus halcones -como el gobernador italiano Ignazio Visco-, podría ser el mejor de los antídotos contra los números rojos que la UE ha sorteado, según la revisión de Eurostat.
Por su parte, Japón sale de tres decenios de encefalograma plano de su PIB con deflación ante la ausencia de pálpito de su demanda interna, que ahora ha contribuido al repunte del 2,7% en el primer trimestre y del 1,3% en el primer cálculo del segundo.
Con perspectivas de subidas del salario mínimo -del 2,2%- y de los ingresos de los trabajadores -del 3,7%- para este año. Insuficiente para que su banco central deje de dar estímulo monetario a sus ciudadanos con unos tipos en el 0,1% y una inflación por encima del 3%, pero que alejan a Japón de su tratamiento de enfermo económico mundial.
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