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La escasez de fertilizantes por el cierre de fábricas amenaza las próximas cosechas

Cultivos de papas en enarenados de picón en Los Valles en Teguise

Cristina G. Bolinches

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“Hablamos de chips para la industria, para los vehículos, los automóviles; pero los fertilizantes y las semillas son los chips de la agricultura y necesitamos una autonomía de producción. Es muy importante y no la tenemos”. El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, resumía así esta semana el problema que existe actualmente con los fertilizantes. Un producto esencial para el sector agrícola, que vive con incertidumbre no saber si tendrá suficientes insumos durante la próxima campaña. De fondo, un frenazo en la fabricación, derivado de los altos costes del gas en los mercados internacionales, que ha obligado a echar el cierre -de momento de forma temporal- a algunas plantas centradas en la producción de este producto químico.

Hasta hace unos meses los fertilizantes no eran un problema y no se vislumbraban nubarrones en el horizonte. Sin embargo, la invasión rusa de Ucrania, el despegue de los precios del gas -que es tanto materia prima para fabricar fertilizantes, como fuente de energía para producir- y la crisis energética global han provocado otra tormenta perfecta. En ella, tanto agricultores, como industria y administración piden consensuar soluciones que, al menos de momento, no han llegado o no por completo.

En el sector primario las dudas sobre lo que pasará en los próximos meses son patentes. “El año pasado ya hubo problemas de suministro y, en algunos casos, no se pudo hacer el abonado en el momento”, indica un portavoz de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG).

Un momento de incertidumbre

“En este momento lo que hay es incertidumbre, porque no sabemos lo que va a pasar”, señalan desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), en referencia tanto al coste de esta materia prima como a su posible falta de existencias en el mercado. “Lo que pedimos es que se cumpla la Ley de la Cadena, porque los costes se pueden disparar”, añaden en referencia a que si los precios que tienen que asumir los agricultores para producir siguen al alza, el siguiente eslabón de la cadena -la distribución- debería pagar a los productores sumas más altas. 

Desde la pasada primavera, el sector primario está avisando de que faltan fertilizantes y de que, cuando los hay, su coste se ha duplicado respecto a años anteriores y es difícil trasladar ese crecimiento al precio al que venden los productos. Por ello, también ponen el foco en que es necesario un replanteamiento respecto al modelo de fertilización y poner sobre la mesa una estrategia de fertilización orgánica y no solo química, lo que permitiría dar un paso hacia la soberanía alimentaria.

“Tenemos un factor de preocupación, yo lo tengo, sobre el tema de los fertilizantes”, aseguró Luis Planas en una comparecencia ante medios de comunicación. “Es algo que preocupa a medio y largo plazo. Decía la Comisión [Europea] que la media entre los Estados miembros es de una reducción de la fertilización de entre un 15% y un 20% por el incremento, duplicado o triplicado del precio de los fertilizantes”, resumía el ministro.

El eje de este problema es que el gas natural es necesario para fabricar fertilizantes nitrogenados, es su materia prima; y en los últimos meses se ha disparado su coste. A eso se suma que parte de las fábricas emplean gas para funcionar; y eso constriñe aún más sus costes de producción. Una suma de factores que ha derivado en cierres.

“Tenemos una situación particular en España. Francia tiene que importar más del 70% de los fertilizantes que consume. En España, prácticamente, el 50% es de producción nacional. Estamos trabajando en una iniciativa sobre este tema”, adelantó Planas. Tenemos más fábricas pero algunas están contra las cuerdas y hay que importar la mitad del fertilizante que utiliza el campo.

Fertiberia, uno de los principales operadores del sector en España, ha cerrado durante octubre su planta de Palos de la Frontera (Huelva) en la que trabajan cerca de 150 personas. El motivo, los altos precios del gas. El resto de sus 13 plantas entre España, Portugal y Francia siguen activas. La compañía no ha querido valorar a elDiario.es la situación que atraviesa y se remite a la patronal del sector, la Asociación Nacional de Fabricantes de Fertilizantes (Anffe). 

La producción en Europa cae un 70%

Esta asociación indica que la situación es “especialmente grave en el caso de los fertilizantes nitrogenados, ya que el gas natural es su principal materia prima. Además, la industria de fertilizantes es altamente consumidora en energía eléctrica y es de sobra conocido el fuerte aumento de los precios, lo cual contribuye a incrementar los costes”, explica Paloma Pérez, secretaria general de Anffe. A ello suma el alza de otras materias primas, como la potasa y el fosfato, que “están poniendo en peligro la viabilidad de la producción y que han motivado que algunas empresas europeas se hayan visto forzadas a cerrar varias plantas productivas, reduciéndose en este último año la producción en Europa en el entorno de un 70%”.

“Si no se toman medidas a tiempo puede haber consecuencias muy negativas tanto para las empresas del sector como para toda la cadena de valor”, incide Paloma Pérez. “Los cierres de plantas y las reducciones de producción están teniendo un impacto muy severo en el mercado y pueden poner en peligro la disponibilidad en Europa de unos productos que son esenciales para el sector agroalimentario y aumentar además la dependencia de Europa de países terceros”. En cambio, apunta que “las empresas del sector están haciendo todo lo posible para optimizar sus costes y mantener la viabilidad de su producción y confían en que esta situación se revierta pronto”.

De momento, los fabricantes esperan que no falte producto, al menos de cara a los próximos meses. “Nuestra dependencia de los fertilizantes de Rusia es menor y al ser una península con bastantes puertos, recibimos importaciones de más de 17 países. Además, contamos con una industria de fertilizantes fuerte y con una capacidad de producción que en algunos productos es superior a la demanda nacional. Por tanto, esperamos que para esta próxima campaña de sementera no exista riesgo de desabastecimiento de fertilizantes en España”, concluye.

Lo que pide la industria es, por un lado, que se limiten los precios del gas y, también, que se contemplen ayudas directas por el alto coste de este producto. De momento, el Ejecutivo ha permitido que la cogeneración -donde están fábricas de fertilizantes- puedan integrarse en el mecanismo ibérico, es decir, se acojan al tope al gas.

La preocupación por los precios del gas también da el salto al conjunto de la industria química, donde los fertilizantes tienen un peso cercano al 2%. Juan Antonio Labat, director general de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique) apunta la necesidad de ayudas por parte de la administración. 

Feique, dentro de la Alianza por la Competitividad de la Industria Española -donde hay otros sectores, como el papel, el cemento o el automóvil- reclama no solo que se desacople el precio de la electricidad del del gas, también que se “ofrezca un precio eléctrico y de gas de mercado competitivo a los consumidores industriales”. Es decir, ponerles un tope al precio y el resto, hasta llegar al coste real del mercado, que corra a cargo del Estado.

Si la situación se complica aún más dentro del sector de los fertilizantes en Europa, el responsable de Feique indica que algunas empresas podrían optar por llevarse la producción a mercados donde el gas tiene un coste más bajo o donde no hay requisitos medioambientales y apunta países como Estados Unidos, Nigeria o Argelia, aunque en estos últimos también chocan con una mayor inseguridad jurídica. Por ello, aboga por acelerar las renovables y el uso de hidrógeno verde como alternativa al gas. “Si tenemos muchas renovables, tenemos mayor producción con hidrógeno verde. Como sector químico nos llegan muchas empresas que quieren instalarse aquí para producir con renovables; pero si deslocalizas a un sitio donde el gas es barato, no hay costes de CO2, donde no hay requisitos contaminantes, va a tener tantos beneficios que es difícil”, explica. 

Anffe descarta que estén sobre la mesa deslocalizaciones. “A pesar de las circunstancias tan graves que se están viviendo en estos momentos, las empresas del sector siguen manteniendo su compromiso de permanencia en el mercado nacional y de suministro de productos a los agricultores”, aseguran.

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