Una Europa no tan unida intenta adaptarse al Estados Unidos de Trump
Los ministros de Exteriores de la UE se reunieron este domingo de urgencia para empezar a preparar la nueva relación con el Estados Unidos de Donald Trump. El triunfo del magnate neoyorquino amenaza con romper unos vínculos estratégicos para Europa y para adelantarse a cualquier adversidad, intentaron lanzar un mensaje unánime a la futura Administración. Aunque se empezó con mal pie, ya que la unidad quedó desdibujada por las ausencias significativas de los ministros del Reino Unido, Hungría y Francia.
Bruselas tiende la mano a Trump. “Necesitamos seguir manteniendo la relación transatlántica con Estados Unidos”, dijo la alta representante, Federica Mogherini, Pero le advirtió que la UE no va a cambiar su posición en los pactos cerrados con Obama. “Tenemos que trabajar en un sistema multilateral, sobre todo en materia de cambio climático, el acuerdo de no proliferación nuclear [con Irán] o Rusia”.
Este era el camino a seguir porque, como ocurrió con el Brexit, nadie esperaba el triunfo de Trump. Los gobiernos europeos confiaban en la victoria de Hillary Clinton y no se preocuparon por mantener contactos durante la campaña con el equipo del nuevo presidente electo. Desde el martes, sin embargo, buscan a sus nuevos interlocutores, adaptándose cuanto antes a la nueva realidad para minimizar los daños de lo que se prevé como un seísmo político.
El ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis, admitió “preocupación”, ante la posibilidad de que Trump “cumpla las cosas que dijo durante la campaña” y reconoció que su intención de expulsar a tres millones de inmigrantes, como ha reconocido en una entrevista a la CBS, “no es muy buena señal”.
La cena informal de los ministros se convocó a propuesta de Alemania, que junto a Francia, ha insistido en recordar al presidente electo los valores y principios en que se basa la relación transatlántica. Pero el mensaje que este domingo se quería reforzar dando un mensaje de unidad, quedó truncado.
El ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, no acudió a la cena. “No vemos la necesidad de una reunión adicional el domingo, porque el calendario de las elecciones estadounidenses estaba establecido desde hace mucho tiempo. Se ha producido un acto democrático y trabajaremos con la actual y las futuras administraciones” de Estados Unidos, dijo. Johnson dio a entender que mientras el Reino Unido negocia su salida de la UE, buscará también su propia relación con Estados Unidos.
Tampoco acudió el ministro húngaro, Peter Szijjarto. Su primer ministro, Viktor Orbán, ha sido el único dirigente europeo en alegrarse por la victoria de Trump. Y también faltó el jefe de la diplomacia francesa, Jean-Marc Ayrault, alegando que este lunes por la mañana se reunirá en París con el futuro secretario general de la ONU, António Guterres. Su ausencia es llamativa, ya que Francia se enfrenta a su propio fantasma populista, con una Marine Le Pen capaz de ganar la primer vuelta de las elecciones presidenciales. Los tres ministros, no obstante, acudirán este lunes al Consejo de Exteriores previsto con varios meses de antelación.
La victoria de Trump amenaza con acentuar las divisiones que existen en el seno de la UE. Si la solidaridad entre los socios europeos ha desaparecido por la forma en que se ha gestionado las crisis económica y de refugiados, ahora puede resquebrajarse un poco más con la amenaza de Trump de no garantizar la seguridad de Europa. Ante este riego, Francia, Alemania, Italia y España quieren revitalizar el proyecto de la Europa de la defensa. Un intento por dotarse de una estructura de seguridad común, compatible con la OTAN, que el Reino Unido siempre ha logrado frenar. “Europa debe dar un paso adelante en su defensa común”, dijo el ministro de Exteriores italiano, Paolo Gentiloni.
El Brexit y el resultado electoral en Estados Unidos favorecen su desarrollo, pero los cuatro países carecen del apoyo suficiente. Los países bálticos y de Europa del este quieren que sea sólo la Alianza Atlántica quien les proteja y países neutrales como Austria o Suecia son contrarios al proyecto.
Unas diferencias que pueden incrementarse con las sanciones que la UE ha impuesto a Rusia por la anexión de Crimea. Si Trump, como dice, mejora su relación con el presidente ruso, Vladímir Putin, Europa tendría más dificultades para seguir manteniéndolas, a pesar de la fuerte presión que ejercen las ex repúblicas soviéticas.