Prototipo del defraudador en las empresas: un directivo que quiere cobrar más
Se busca: hombre entre 36 y 55 años, con más de seis años de experiencia en la empresa y con cargo directivo. Este es el retrato robot que ha pergeñado la consultora KPMG como el individuo tipo que perpetra el fraude en las empresas de todo el mundo. Es decir, el que distrae recursos de la empresa a su favor.
La seguridad que da llevar tiempo en una empresa, la impunidad y confianza que en muchos casos genera tener un puesto directivo abonan el terreno de la motivación para defraudar a la compañía para la que se trabaja. Pero en los 596 casos de corrupción analizados en 78 países, es, sobre todo, la sensación de sentirse mal pagados lo que lleva a estos directivos a causar un desfalco a sus empresas cuyo montante total asciende a 2,5 billones de euros, una cantidad muy parecida a toda la economía alemana junta o, lo que es lo mismo, al 5% de PIB mundial.
A pesar de lo que quizás invitan a pensar los prejuicios, el modelo se repite de forma muy similar en todas las zonas del mundo y en todos los tipos de empresas. “Hay fraude en las grandes y en las pequeñas, y tanto en España o en Estados Unidos como en países africanos o asiáticos”, asegura Ángel Requena, socio del área de Forensic de KPMG.
El estudio de esta consultora ha incluido 20 casos de fraude empresarial en España de cuyos datos se puede extrapolar que en nuestro país la cifra de fraude asciende a 50.000 millones de euros. Para hacerse una idea, esto sería similar a algo más que rescatar al sector financiero todos los años, ya que el coste oficial del rescate ha ascendido a 40.000 millones.
Ni el idioma ni el color de la piel son suficientes para cambiar un modus operandi que se repite como un patrón. La mayoría de los fraudes se producen por connivencia entre varios directivos. “Es mucho más fácil saltarse los controles de la empresa cuando se actúa con otros compañeros. Por ejemplo, si para autorizar una factura se requieren dos firmas y los dos que deben firmar se alían en el fraude, el control queda anulado”, explica Alfonso Bravo, experto en investigación contra el fraude de KPMG. Además, es habitual que estos directivos organicen complicadas tramas empresariales y estructuras apoyadas en paraísos fiscales para llevar a cabo sus robos. Casos como el de Bárcenas o Urdangarin resuenan con fuerza en este tipo de perfiles.
Los curritos sin cargos apenas son acusados de hurtos
Los curritos sin cargos apenas son acusados de hurtos
Por contraposición, las malas prácticas de los empleados sin cargos, y en muchos casos principales afectados por las políticas de rebajas salariales que recorren todo el planeta –es decir, con muchos más motivos para sentirse mal pagados–, apenas se limitan a pequeños hurtos del material de venta o de las cajas registradoras.
La malversación –o apropiación indebida de los activos, monetarios o en especie– es el principal tipo de fraude que ha detectado el estudio. Le sigue de cerca la manipulación de la información financiera y después todos los delitos relacionados con el incumplimiento legislativo, como cohecho, corrupción y el blanqueo de capitales.
Por sectores, finanzas, infraestructuras, telecomunicaciones y empresas energéticas son los más afectados. Si lo que se analiza es el fraude externo a las organizaciones, son los seguros y las Administraciones Públicas los que más lo sufren.
Las técnicas utilizadas por los defraudadores evolucionan adaptándose a los tiempos y la ingeniería tecnológica se impone como principal arma del crimen. La crisis ha propiciado un mayor control de los gastos en las organizaciones y ha evitado el incremento de casos frente a la situación recogida en el anterior informe de similares características publicado en 2011. Pero eso no evita, según KPMG, “que nos encontremos ante una generación de defraudadores capacitada para usar más tecnología y con acceso a mucha más información que las generaciones anteriores”. Todo indica que estamos ante el “inicio de una nueva era para el fraude y las actividades ilegales”.