Un espacio dedicado a conocer historias y experiencias reales a las que se enfrentan los inquilinos al alquilar una vivienda. Si tienes algo que contar, escríbenos a alquiler@eldiario.es y hablaremos sobre tu historia.
“Me puedo ver obligada a abandonar una empresa que es el sueño de mi vida por no encontrar vivienda”
Hasta hace un año era una persona “respetable” con un contrato fijo y una nomina de 1.300 euros... Hasta podía haber soñado con una hipoteca. Pero no me parecía una buena opción. Ya que disponía de unos cuantos ahorros, he preferido invertirlos en abrir mi empresa, con la que llevo soñando toda una vida. Y, hasta aquí, todo bien.
La empresita ya está en marcha desde hace cuatro meses y gracias a Dios ya está cubriendo sus gastos (todo un logro). Pero hace un mes, se me vino el mundo encima: la dueña del piso que alquilo me dijo que quiere recuperarlo para una hija suya que se va a casar y me tengo que ir.
Y aquí empezó la pesadilla. No tengo nómina, ingresos fijos, ni contrato y obviamente me descartan nada más empezar la carrera por el alquiler : “Ya te llamaremos” (cosa que nunca pasa). La opción de pagar una burrada, de medio año o un año por adelantado está descartada simplemente porque no dispongo de este dinero.
Tampoco tengo familiares, ni pareja, en la ciudad donde resido. Así que... solo me resta preguntar: ¿Dónde está el derecho a la vivienda que se supone que es un derecho básico de cualquier ciudadano?
¿Debo ahora abandonar el sueño de mi vida, la empresa en la que he metido cerca de 30.000 euros y que, para colmo, está yendo bien cuatro meses después de su apertura solo por no encontrar una vivienda? Tampoco existe posibilidad de “negociar” nada con mi casera ya que no quiere oír nada, de hecho viene a molestarme a mi lugar de trabajo para presionar y conseguir que abandone el piso.
Ya sé lo que vais a decir muchos: ve a vivir en el local donde tienes la empresa. Ya os lo digo: no existe esa posibilidad. Es un salón de belleza y yo tengo animales. ¿Os imagináis que unos gatos se os pasean por encima mientras os depiláis o el perro no deja de ladrar mientras os hago un masaje?
Y por último, contestando a la última idea que me suele dar la gente: “No, ningún amigo me ofrece compartir su piso”. Y no me extraña. Tal y como está el tema, sería meter en casa un “muerto para muchos años”. Un saludo de una autónoma desesperada.
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