Morirás en un semáforo. Un día ocurrirá que mientras esperas a que se ponga verde, alguien llegará en una moto, se pondrá a la altura de tu ventanilla, sacará una pistola y te pegará dos tiros. Así nos cuenta que se lo explicó un antiguo socio a José Antonio Parrondo, declarado el lunes 10 de abril en busca y captura por el Juzgado de Instrucción Nº28 de Madrid. Tenía cita para declarar ante la querella por una presunta estafa. Pero no se presentó al juez. En la demanda a la que ha tenido acceso elDiario.es se indica que un particular vio un anuncio de venta de licencias VTC -las que usa Uber y Cabify para prestar servicio- por 62.000 euros. El querellante compró ambas pero Parrondo parece que nunca se las entregó. Es posible que ni siquiera estuvieran en propiedad del vendedor, tal y como adelanta el abogado defensor del demandante.
Cuatro días después José Antonio Parrondo fue detenido y el magistrado Jaime Serret, del Juzgado de Instrucción nº28 de Madrid, le tomó declaración acordada en la causa de la presunta estafa. Una vez concluyó la declaración, el juez acordó la libertad provisional sin fianza del detenido. Este periódico ha llamado al detenido y a uno de sus abogados para conocer las razones de la falta, pero no ha obtenido una versión de los hechos del demandado. El letrado Ignacio Palomar, de Servilegal Abogados, defiende al demandante y se muestra “muy contento” por la marcha del caso. “Esperamos que muy pronto se haga justicia y nuestro cliente recupere lo que es suyo”, indica.
Este litigio quizá sea el más llamativo de una montaña de pleitos que arrancan hace más de una década, cuando Parrondo era conocido como el “rey” del taxi. Entre 2007 y 2009 fue presidente de la Asociación Gremial del Taxi de Madrid. Pero no fue fácil. Su propia Junta Directiva lo demandó dos veces por gastos injustificados, aunque los tribunales nunca encontraron ninguna culpa en los gastos de Parrondo. En una de ellas, los enemigos de Parrondo señalaron más de 200.000 euros sin justificar, pero la justicia consideró que los gastos reclamados estaban justificados y que se habían realizado en cumplimiento con los Estatutos de la entidad. Entonces el demandado aseguró que las demandas se habían puesto para desprestigiarlo y evitar que se presentara de nuevo a las elecciones del gremio.
En la sede del gremio se encontraba José Antonio Parrondo, en diciembre de 2009 cuando Felipe Armero y Miguel Somolinos entraron y le agredieron. El agredido denunció con parte de lesiones, donde quedó reflejado hematomas en el pómulo y rotura de gafa. Los tribunales les declararon culpables de una falta de lesiones con pena de un mes de multa y una indemnización al agredido por la rotura de la gafa.
Mala opinión
Los taxistas no guardan buen recuerdo de aquella época. Estallan al mencionar su nombre. Hablan de un gremio descapitalizado tras una gestión deficitaria. “Después de aquello, la gremial hoy es de los bancos y de las inmobiliarias”, nos cuenta uno de los taxistas a los que preguntamos. Continúa su relato sobre cómo quien reinó en el taxi decidió saltar a otro reino, el de las licencias VTC. El enemigo.
No fue el único taxista privilegiado que tuvo información de la venta de estas licencias de autorización, gracias a la liberalización del sector con la llamada “ley ómnibus”, en 2009. Adquirió cerca de 2.000 licencias. “Por menos de 40 euros cada una. Hoy día valen 80.000 euros”, dice el taxista que nos lleva camino al centro. Este trabajador resume la beneficiosa operación en una frase: “Este país ha pasado del pelotazo inmobiliario al pelotazo de la movilidad. Se hicieron multimillonarios”.
Según las cuentas de Unauto VTC el volumen de negocio generado por las VTC en 2020 ascendió a 1.350 millones de euros anuales. Este mismo estudio asegura que este sector genera más de 13.000 empleos (directos e indirectos).
Desde 2011, el negocio de José Antonio Parrondo creció por toda España y se convirtió en uno de los pocos amos de las VTC, antes del “cierre” de licencias de 2015. Sin duda, fue el más rápido de los pocos compradores que acapararon el mercado. Y en 2017 logró convencer a otros inversores como Félix Ruiz y Zaryn Dentzel (fundadores de Tuenti) para que se sumaran a su proyecto. Ruiz indica a este diario que conoció a Parrondo como cliente y le habló de una oportunidad para adquirir licencias VTC… “En poder de los taxistas”. Así que aportaron varias decenas de millones de euros y crearon la compañía Auro New Transport Concept. En estos momentos suman más de 2.200 licencias de vehículos de transporte con conductor. Enseguida confirmaron que había negocio, pero no fue lo único que descubrieron.
“Pronto empezamos a encontrarnos líos y puros de todas maneras”, explica Ruiz. Cuenta Ruiz que después de cuatro años en Auro, la imagen de José Antonio Parrondo estaba perjudicando a la compañía. Lo describe como una persona hábil para cerrar tratos, con la que es mejor no hacer negocios. Así que los mayores accionistas de Auro, tal y como explican, primero lo cesaron como presidente de la compañía y hace unas semanas lo expulsaron del Consejo. Parrondo empezó con un 30% de la compañía, pero ahora tiene un 4%. La empresa duplicó en 2022 su cifra de negocio y llegó a los 40 millones de euros. Para 2023 prevén llegar a los 100 millones de euros.
Una flota de deudas
“Sólo pongo una condición para hablar contigo: no me lleves un micrófono. No quiero que me grabes”. Quedamos con un antiguo taxista en una terraza del barrio de la Chopera. Conoce a fondo a Parrondo y sus “trampas” y quiere hablar. En realidad, la docena de personas con las que hemos hablado sobre este caso, deseaban hacerlo para explicar las deudas pendientes.
Llegamos a la cita, como siempre, sin micrófono oculto. El excomisario Villarejo ha convertido España en un país que se graba o que sospecha que le están grabando. No es miedo, es prudencia. “No tengo miedo a Parrondo. Sé muchas trampas suyas, pero tengo que andarme con ojo: siempre gana en los tribunales. Debe tener amigos también ahí”, dice nuestra fuente. Es mayor, dice que cuando empezó con el taxi eran de color negro. Describe a Parrondo como “un mal empresario que no sabe gestionar, ni controlar los gastos”, apunta. Esto le conduce a un camino sin retorno. “Debe dinero hasta a las empresas de tratamientos de residuos”, cuenta nuestra fuente.
Cuenta que conoce un chapista y pintor que durante un año se dedicó a arreglar los desperfectos de la flota de coches con licencia VTC que mantenía en la calle. La relación entre el taller y la empresa de Parrondo se detuvo cuando éste dejó de abonarle por las reparaciones. Llamamos al pintor: “Me debía 15.000 euros y tenía aquí cuatro coches suyos pendientes de recoger. Se los fui devolviendo cuando me entregó parte del dinero. Todavía me debe 5.000 euros y el cuarto coche se lo llevó la Policía. Los teléfonos que tengo de aquella empresa ya no funciona ninguno, nadie atiende mis reclamaciones”, explica a este periódico Rogelio. ElDiario ha tratado de confirmar estas cuitas con el propio José Antonio Parrondo y uno de sus abogados, pero no ha sido posible. “No es un hombre que suela contestar al teléfono”, explica el abogado.
José Antonio Parrondo nació en una familia humilde y trabajadora. Su padre también era taxista y heredó de él la licencia. Pero abandonó la conducción por los negocios. Y no tardó en convertirse en la persona más polémica del sector, donde se hace conocer como la persona con el segundo coeficiente intelectual más alto de España.