Miembro de la Armada Española, capitán de navíos y submarinos, Miguel Golmayo es consejero de Defensa de la Representación Permanente de España en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y Agregado de Defensa en la Embajada de España en Eslovenia.
Militar desde hace cuatro décadas y experto en energía e inteligencia militar, el desembarco de Somalia en 1992 le abrió los ojos sobre cómo los intereses de la industria petrolera de Estados Unidos guían la política exterior de la primera potencia mundial. Acaba de publicar La sangre que mueve el mundo: Geopolítica del petróleo y del gas (Ariel), un repaso histórico a la era de los hidrocarburos que toca algunos puntos calientes de la actualidad energética.
En él, recuerda cómo EEUU utilizó el Fondo Monetario Internacional (FMI) como “arma de destrucción masiva” contra Rusia y Ucrania tras caer la URSS. Y explica cómo la invasión rusa de Ucrania ha permitido a este país convertirse en primer exportador mundial de gas natural licuado (GNL) al propiciar “que Europa se desenganche del gas ruso, y se convierta en USLNG-dependiente”, después de que la crisis del coronavirus fulminara parte de la industria americana de shale gas, mucho más caro de extraer que el convencional.
Crítico con el abandono de la nuclear, cuestiona con datos la ambición estadounidense contra el cambio climático. O cómo la agenda climática de la UE provoca “inmensas desigualdades” con regiones menos favorecidas y los países miembros maquillan sus cifras de emisiones importando electricidad a países extracomunitarios. Atiende a elDiario.es al teléfono.
Describe el “intervencionismo falto de escrúpulos” de estadounidenses y británicos para proteger sus intereses apoyando o derrocando regímenes con recursos petroleros. ¿Cuál sería el ejemplo más descarnado?
No sabría elegir uno. El procedimiento de que el fin justifica los medios ha sido muy utilizado por los imperios, no solo en el mundo de los hidrocarburos. Los imperios no se han hecho a base de ONG y bondad y repartiendo alimentos, sino en gran mayoría a base de sangre y fuego. Con la era de las energías derivadas de hidrocarburos te tienes que hacer con los medios. Los procedimientos han sido los mismos, pero actualizados. Un caso sería Persia y de Mesopotamia. Desde el principio, británicos, norteamericanos, alemanes o rusos se quisieron hacer con sus recursos utilizando los mismos procedimientos. Era el modus operandi de la época, pero no destacaría ninguno en particular.
En la situación entre Israel y Palestina también hay una clave energética.
La clave energética está en todo el mundo. Palestina e Israel se ha puesto de moda, evidentemente, pero lamentablemente llevamos más de un siglo con este conflicto. Y tenemos muchos otros, como el de Armenia con Azerbaiyán; la gente olvida que Azerbaiyán es uno de los mayores productores del mundo de hidrocarburos, en Bakú, y parece que no afecta. En Israel y Palestina, la clave es el grado de confianza o desconfianza sobre qué va a pasar: si miras el grado de producción y exportación de cualquiera de los dos, en el mundo energético no tienen ningún papel. Muchos gurús pronosticaban que si este conflicto iba a ser duradero, habría un incremento importante del precio. Por ahora no ha sucedido.
Cuestiona que los gasoductos Nord Stream, que unían directamente Rusia y Alemania, amenazasen la seguridad energética europea, como sostenía la UE. ¿Quién cree que está detrás de su voladura?
(Ríe) Eso no lo sé. Es una buena pregunta que intento responder en el libro diciendo quiénes han sido los beneficiados y los perjudicados. Y luego que cada uno saque sus conclusiones. No le voy a poner el sambenito a nadie. Quién ha sacado ventaja está claro: las exportaciones del GNL norteamericano se multiplicaron, casi un 250%. Los grandes perjudicados, evidentemente, son Rusia, Alemania y Europa en general, que no ha podido adquirir un gas que era muchísimo más barato. Otro beneficiado ha sido Ucrania. Mucha gente lo desconoce, pero las exportaciones de gas ruso a través de Ucrania a Europa se siguen produciendo. Como a través de Bielorrusia. No en la medida de antes, pero es un hecho. La gente acusó al Nord Stream de crear una terrible dependencia del gas de Rusia, pero el gas ruso circula ahora mismo por Ucrania y nadie dice nada.
Plantea que Washington está siguiendo a Rusia en su retórica sobre ser una superpotencia energética y utilizar el gas como herramienta para sus objetivos políticos. Y nosotros, los europeos, en medio…
Correcto. Somos los que pagamos el pato. El negocio de los grandes productores de gas y petróleo es venderlo y los grandes mercados son Europa y Asia. Hay que hacerse con ellos y los procedimientos nos perjudican. Europa ha estado pagando el gas y el petróleo a unos precios escandalosos. Ahora no estamos en la situación del 2022, pero podríamos volver. Confiamos en que no suceda, pero la amenaza es permanente.
No da por superada la crisis energética.
Jamás doy por superada ninguna crisis energética porque puede saltar en cualquier momento. Si el mercado tiene desconfianza, los precios se disparan. Si la OPEP decide recortar la producción, también. Si decide aumentarla, pueden bajar. La amenaza de la crisis energética es permanente.
En respuesta a la invasión de Ucrania, la UE ha anunciado que se va a desenganchar del gas ruso y tiene un plan muy ambicioso en renovables e hidrógeno. ¿Es realista?
En plazos, no. Es físicamente imposible llegar a 2030 con ese nivel de ambición. Y hay un problema más importante: no podemos desligar Europa del mundo. Como Unión Europea, nos hemos fijado unos objetivos dentro de los marcados por Naciones Unidas y está bien, pero vamos a hacer un mundo no a dos, sino a tres velocidades. Mientras media África se sigue calentando con carbón y madera, vamos a pasar al hidrógeno y las renovables. La diferencia entre el mundo rico y el pobre cada vez va a ser más abismal. Y es un error. Pretender que Europa sea el paraíso de la ecología y las renovables mientras Asia sigue quemando más carbón y produciendo más CO2, al mundo de poco le va a servir. No estoy de acuerdo. Habría que ir más en paralelo todos y no abrir cada vez más distancia.
Critica el fiasco de España con su red de regasificadoras, la mayor de Europa, y cree que el abandono del gasoducto MidCat va a hacer imposible rentabilizarla. ¿Hemos jugado bien nuestras cartas en esta crisis?
Yo creo que sí. Tenemos sobredimensionada nuestra capacidad de regasificación, de hecho teníamos incluso alguna planta cerrada por falta de negocio. En esta crisis lo hemos hecho muy bien. Es una jugada buena, pero temporal, porque toda Europa está haciendo nuevas instalaciones. Es pan para hoy y hambre para mañana.
Cuando España creó esta red políticamente no habíamos negociado poder sacar el gas del país. Por eso la teníamos sobredimensionada. La guerra, simple y llanamente nos ha beneficiado. Como país europeo con mayor capacidad de regasificación, todos nos han querido comprar y lo hemos hecho francamente bien. Nos hemos puesto a vender. Pero cuando Alemania construya cinco plantas de regasificación, Francia o Italia hagan lo mismo y las plantas empiecen a aparecer, como ya lo están haciendo por Europa, dejarán de comprárnoslo y volveremos a la situación anterior. Va a ser un paréntesis en el que no sé si llegaremos a rentabilizar la gran estructura que tenemos. Pero ahora lo estamos haciendo francamente bien.
Compara el anuncio del hidroducto con Marsella con un truco de prestidigitador del francés Emmanuel Macron. No es optimista respecto al futuro de esa infraestructura.
Pero no sobre esa infraestructura en concreto. La relación energética con Francia es profundamente compleja. Lo que queramos sacar, nos pongamos como nos pongamos, tiene que pasar por Francia, que va a ser un tapón. Maneja sus intereses nacionales por encima no ya de los españoles, sino de la Unión Europea. Si no conseguimos que Europa tenga una visión más europeísta, no tenemos mucho futuro con ese ni con ningún otro proyecto en el que Francia nos pueda cortar las alas.
¿Se dio un tiro en el pie España en sus relaciones con Argelia, con el giro sobre el Sáhara?
Ese es un tema político muy complicado en el que no quiero entrar.
¿Puede ser el gasoducto Nigeria-Marruecos una oportunidad para España ante el enfriamiento de la relación con Argelia?
En África tenemos dos opciones: el gasoducto Nigeria-Marruecos o el Nigeria-Argel. A España le viene muchísimo mejor el de Marruecos, porque lo más lógico es que [la tubería] salga por España. Si se hiciese por el interior de África, en lugar de por la costa, y saliese por Argelia, la probabilidad de que sacásemos algún provecho sería infinitamente menor. Seguramente el gas saldría por Italia. Es otra competencia que tenemos en el mercado y otra baza que hay que jugar.
Es escéptico respecto a que las renovables puedan ser “competencia real” de los hidrocarburos. Pero España no tiene gas ni petróleo, y sí una gran insolación y terreno disponible…
No soy escéptico con las renovables, sino con que podamos independizarnos de los hidrocarburos. Al principio quemamos madera, luego carbón, luego aparecieron los derivados del petróleo, la nuclear, pero no ha desaparecido absolutamente ninguna fuente. Hasta Alemania se ha puesto a quemar carbón otra vez. Aparece la eólica y la solar. Todas tienen cabida. Al final tendremos un mix energético mucho más repartido. Pero pensar que alguna fuente va a desaparecer porque aparezcan las renovables es un error. Cada vez tendrán un cupo mayor dentro del mix, tendrán su cuota, evidentemente. Y cuanto más alta, mejor. Pero no vamos a quitar los hidrocarburos.
En el libro presenta las nacionalizaciones del petróleo en países productores como reacciones legítimas de los gobiernos al expolio extranjero, caso de Pemex en el año 38. ¿Aquí podríamos incluir a Argentina con Vaca Muerta y Repsol?
Yo no legitimo las nacionalizaciones. Eso acaba siempre en los tribunales, que deciden las compensaciones. En el caso de Irán con los británicos, en todos los tribunales perdieron y se dijo que la nacionalización era totalmente legal. Es caso por caso. En Vaca Muerta no sé qué han dicho los tribunales. No es lo que determine yo.
Hubo una indemnización que valoraba el 100% del yacimiento en 10.000 millones.
Sí, claro. Pero está en manos de Repsol decir que considera que la indemnización no es la que corresponde y continuar en los tribunales. Con una sentencia firme podremos opinar si estamos de acuerdo o no, pero son los tribunales los que lo han determinado, no yo.
En el libro explica cómo poder y petróleo han ido de la mano desde el inicio, con ejemplos como Thomas Mellon, banquero, juez y empresario vinculado a la fundación de Gulf Oil, o Whitman Pearson, empresario y político británico clave en el despegue de la industria petrolera en México.
Desde los orígenes, han ido de la mano el Estado y la industria. Los primeros en darse cuenta de la importancia estratégica del petróleo para la seguridad nacional de su país fueron Estados Unidos y Reino Unido, que influyeron y apoyaron muchísimo a sus empresas con tal de hacerse con esos recursos. Los británicos eran grandes productores de carbón y uno de los grandes exportadores, e hicieron lo mismo con el petróleo al ver que era la siguiente fuente de energía, para poder controlarla, tenerla bajo su mano y exportarla.
Recuerda la estrecha relación con el nazismo de Henri Deterding, presidente de Royal Dutch Shell.
Tanto es así que fue enterrado en Alemania prácticamente con honores militares, y Hermann Göring mandó una comisión de militares a su entierro. Era amigo personal suyo y de Hitler. Pero eso también lo dice la historia. Hubo muchos más. Está Henry Ford en Estados Unidos, que también tenía una condecoración alemana. Hubo muchísima relación entre los Estados, los gobiernos y las industrias del petróleo o industria pesada en general.
Cuenta la historia de las Siete Hermanas [las siete grandes compañías que dominaban el sector a principios de los 60] y cómo la OPEP fue una reacción a las prácticas occidentales.
En la relación entre los países que poseen las riquezas y los que las explotan, cada parte trata de sacar lo más posible. Al principio, el que tenía los recursos sacaba muy poquito. Fueron mejorando y llegaron a la conclusión de que unidos, negociando en bloque, podían hacer muchísima más fuerza. Y les resultó. Fue una manera de oponerse al peso de las Siete Hermanas, que controlaban más del 90% de la producción y los precios.
También hay que romper una lanza no a favor de las Siete Hermanas, sino de las empresas y los Estados en general. Muchas veces, cuando se producían nacionalizaciones, el país en cuestión acababa sin dinero para invertir ni la tecnología necesaria. Al final, tenían que volver atrás para no acabar cerrando los pozos petrolíferos por no ser capaces de mantenerlos, ni explotarlos, ni seguir perforando en otro sitio, y flaco favor había hecho la nacionalización. Otros países no optaron por esta vía, sino por repartir licencias entre muchas más compañías con las que podían obtener muchos mejores resultados.
El término de las Siete Hermanas lo acuñó Enrico Mattei. Un personaje muy interesante.
Es un personaje interesantísimo y brutal para la historia de Italia posterior a la Segunda Guerra Mundial. No voy a decir que levantó Italia, pero energéticamente lo hizo. La historia de su vida es apasionante. Lamentablemente acabó como acabó [Murió en 1962 al explotar una bomba en el avión en el que viajaba]. Pero es impresionante cómo transformó Agip, que Italia quería quitarse de encima mediante su privatización, y cómo creó la ENI.
Firmó un acuerdo con Irán pionero porque les daba el 75% de los beneficios de sus pozos.
Cuando en el mundo se manejaban en las grandes ocasiones al 50%, él cedió el 70%. Fue enemigo a ultranza de las Siete Hermanas, de hecho fue el que acuñó el término. Y le costó la vida el tema, pero lo hizo francamente bien a favor de Italia.
Apunta a la Mafia o la CIA como posible responsable de su muerte.
La historia apunta más bien a la CIA. Yo me permito un comentario al respecto. Saco pocas conclusiones en el libro, pero yo si tuviese que organizar un asesinato en Italia solo se me ocurriría encargárselo a la Mafia. Una cosa es el brazo ejecutor y otra el que lo ha ordenado.
Deja caer que el origen de la crisis del petróleo de 1973 es una reunión del Club Bilderberg.
En ella se llegó a la conclusión de que había que cuadruplicar el precio del crudo. Curiosamente con la guerra del 73 fue lo que ocurrió y el precio subió incluso más. Cada uno puede sacar su conclusión de si ese fue el procedimiento establecido o fue pura coincidencia. Hay gente que cree en las coincidencias.
Volvamos al siglo XXI. Cuenta cómo con George W. Bush, que venía del mundo del petróleo, como su núcleo más cercano, EEUU retrocedió “veinte años” y las petroleras volvieron “por todo lo alto”.
Si con su antecesor su mano derecha era la Secretaría del Tesoro, con él era la de Defensa. Bush se apoyaba en los informes que encargaba su vicepresidente, Dick Cheney, totalmente favorables a un refuerzo militar en la política energética norteamericana. Solo hay que ver cómo fueron sus mandatos y si se apoyó realmente en acciones militares o no.
¿Y qué pintaba España en Irak?
Eh… Bueno, la verdad es que en este momento lo desconozco. Pero yo las decisiones políticas españolas no las cuestiono.
Ya. No le quiero meter en un brete.
Gracias.
Pero es un hecho que la invasión, como usted dice, abrió el camino “al gran negocio y al expolio”.
Es una realidad históricamente constatada. Lo único que hago es reflejarla en el libro. No invento nada, es un hecho.
Califica el programa de petróleo por alimentos de despropósito. Se esfumaron 38.000 millones de dólares.
Es que lo fue. Con perdón, casi podríamos decir que fue una tomadura de pelo. Desapareció casi el 50% de los miles de millones que se invirtieron. Muchísimas empresas, muchas francesas y rusas, reconocieron que pagaban sobornos. El encargado del programa también estaba sobornado. Allí estaba sobornado todo el mundo, por decirlo de alguna manera.
Se pregunta quién mandaba en EEUU en el siglo XX: la Casa Blanca o los grandes bancos junto a petroleras y grandes corporaciones, que califica de mismo perro con distinto collar. ¿Han cambiado mucho las cosas?
Personalmente creo que no. Para llegar al poder uno tiene que pactar y luego debe favores. Me imagino que eso pasa en muchos sitios. Pretender aislarte de grandes corporaciones, bancos y grandes medios de comunicación te puede hundir. Es un juego de equilibrio y estoy convencido de que hoy en día seguimos con él.
En su libro España es prácticamente una nota al pie. Aparece muy poquito, también porque tenemos un papel residual en la historia de los hidrocarburos, ¿no?
Bueno, residual, por ponerle un término, digamos, simpático. Pero efectivamente, en la historia de los hidrocarburos podríamos decir que prácticamente no pintamos absolutamente nada.
Habla de, por ejemplo, la rusa Lukoil. ¿Qué habría pasado si hubiera entrado en Repsol? ¿Cuál es su visión de este episodio?
Bueno, eso ya es hacer ingeniería mental de qué hubiese pasado si. ¿Si no hubiesen invadido Ucrania, qué hubiese pasado? ¿Y si tuviésemos el Nord Stream 1 y 2 y toda Europa estuviese viviendo del gas ruso barato? ¿Qué hubiese pasado con el gas y el petróleo del fracking norteamericano? ¿Dónde irían los miles de millones que habían invertido? El mundo de la suposición es muy complicado y prefiero no meterme en él.