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Miles de becarios esperan la ampliación de sus derechos mientras se mantiene el desplome de los que cobran y cotizan

Imagen de archivo de alumnos de la Universidad del País Vasco en el campus de Vitoria.

Laura Olías / Daniel Sánchez Caballero

21 de abril de 2022 22:25 h

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Carlos aceptó unas prácticas no pagadas en una firma de arquitectura porque le convalidaban asignaturas del máster que cursa. “Cuando llegué a la empresa el horario no era de 25 horas como en el convenio, era una jornada laboral completa”, explica el estudiante a elDiario.es, que prefiere no dar su verdadero nombre. La entrada al mercado laboral de miles de jóvenes llega de la mano de unas prácticas. Se convierten en becarios y becarias y, como le pasó a Carlos, la figura está unida en muchos casos a la precariedad y el abuso. El Ministerio de Trabajo inicia este viernes la negociación del primer “Estatuto del Becario”, que pretende ampliar derechos para el colectivo y combatir los falsos becarios. Uno de los compromisos del Gobierno, que ya llega con retraso, es la cotización a la Seguridad Social de todos ellos, que hoy alcanza básicamente a aquellos que cobran y cuyo número está en caída libre desde la pandemia.

Lo primero que hay que apuntar es que el total de becarios y becarias en España es un misterio. No hay ningún registro oficial al respecto, por lo que solo existen estimaciones a partir de algunos datos y estadísticas. En CCOO calculan que la cifra ronda el medio millón de personas al año, de las que la gran mayoría no cobra. En cuanto a los becarios con remuneración, se puede intuir de uno de los pocos datos fiables sobre el colectivo: las personas de alta en la Seguridad Social como tal, que antes de la pandemia se situaba en torno a las 80.000 personas.

Una cantidad que se desplomó con la pandemia y que no solo no se ha recuperado todavía, sino que sigue a la baja pese a que el empleo sí ha vuelto a niveles preCOVID. El último dato, de febrero de este año, sitúa los becarios afiliados en menos de 8.500 personas, como muestra el siguiente gráfico facilitado por el sindicato con datos de la Seguridad Social.



“La verdad que el dato nos deja bastante perplejos, hay que analizar bien todavía a qué se debe este descenso”, responde Adrià Junyent, responsable confederal de Juventud de CCOO.

¿Qué pasó con los becarios que cotizan (y cobran)?

En estos momentos, todos los becarios deberían estar cotizando, como se comprometió en el pacto de pensiones del pasado julio. Pero aunque se dio un plazo de tres meses para aprobar un reglamento con esta medida, aún no se ha llevado a cabo. Fuentes de la Seguridad Social indican que “se está trabajando con distintos ministerios” y que la intención es que el tema esté resuelto “en las próximas semanas”.

Así, por el momento solo están obligados a cotizar los que cobran. Son los que componen la mayoría de las personas becarias de alta en la Seguridad Social, aunque también hay algunas que están cotizando aunque su empresa no les remunere.

La razón del descalabro de este grupo de becarios no está muy clara. Ni en los sindicatos, ni en los departamentos del Gobierno consultados. Se atribuye a varios motivos, pero que todavía han de estudiar el impacto concreto de cada uno. Entre ellos, el primero es la pandemia, que sigue teniendo efectos. “Es ahora cuando muchos centros de trabajo empiezan a recuperar la actividad presencial que ha impedido que se realizasen prácticas formativas”, indican en el Ministerio de Trabajo, tanto en la universidad como en centros de formación profesional (FP).

Desde la Crue (Conferencia de Rectores de Universidades Españolas) explican que “es probable que el descenso, desde el punto de vista de la Seguridad Social, se deba a la paralización de las becas en el período de la pandemia y, por tanto, que hubiera un menor volumen de cotización. Siguiendo esta tendencia, es de esperar que se vayan retomado las prácticas de los estudiantes en estos meses”.

En esta línea, hay universidades que ante el parón económico en el inicio de la pandemia priorizaron las prácticas currículares (necesarias para la obtención de los títulos y en su mayoría no pagadas) frente a las extracurriculares, que están remuneradas en más casos. Fuentes de la Universidad Complutense explican que ante la falta de oferta de prácticas por la pandemia se transformó todo lo que se pudo en prácticas curriculares, más necesarias, de manera que las extracurriculares (habitualmente remuneradas y por tanto con alta en la Seguridad Social) prácticamente desaparecieron en favor de las otras.

El teletrabajo es otra de las razones que ha podido lastrar las contrataciones de becarios, indica Adrià Junyent, por dificultar la formación de los estudiantes en prácticas en los centros con trabajo en remoto. Pero el hecho de que las afiliaciones continuaran a la baja a finales de 2021 y que se mantenga la tendencia este 2022, cuando “muchos centros están recuperando la presencialidad”, desconcierta en el sindicato.

Desde el entorno de la Universidad señalan también la importancia de las actuaciones de la Inspección de Trabajo en varias facultades, en las que invalidó los sistemas de becas para servicios internos (informática, biblioteca, atención al público) por tratarse de falsos becarios. Entre 2018 y 2022 la autoridad laboral ha detectado 553 infracciones por el abuso de falsos becarios y se han aflorado 4.805 trabajadores, según adelantó El País y ha confirmado elDiario.es.

Más allá de los trabajos aflorados, las actuaciones y multas han provocado un efecto disuasorio, explican fuentes del mundo universitario. Por ello, junto a las facultades inspeccionadas, otras han dejado de recurrir también a estos programas de prácticas.

El debate de la remuneración de las prácticas

“Huele también a que puede haber descendido el número de becarios que cobran, que las empresas hayan pasado a no remunerar prácticas, pero hay que verlo bien”, añade Adrià Junyent y otras fuentes del entorno de la Universidad.

La posibilidad de no pagar las prácticas es una de las principales quejas en colectivos de becarios. “Creo que todas las prácticas deberían ser remuneradas, sean curriculares o no”, considera Carlos, que cree que la cantidad de esa remuneración podría ser discutible, pero que al menos debería incluir partidas de gastos como el transporte. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, mencionó que el Estatuto del Becarios pretende regular un “catálogo de derechos”, entre los que mencionó “las compensaciones de gastos” en los que incurran los estudiantes por hacer sus prácticas.

La teoría dice que las prácticas no laborales no son un trabajo como tal, sino una oportunidad de formación de los estudiantes con la que aprenden a desarrollar su futuro trabajo. Sin embargo, la realidad da cuenta de muchos becarios que realizan funciones laborales en sus prácticas y sin ningún plan formativo. O que, aunque se formen, tienen un rol laboral importante en el desempeño de sus prácticas por el que se exige cierta remuneración.

La mesa de negociación del Estatuto del Becario entre sindicatos, patronal y el Ministerio de Trabajo abordará esta cuestión y otras. “CCOO quiere priorizar la lucha contra el fraude”, insiste Junyent. En el sindicato defienden desde hace años que gran parte de las prácticas extracurriculares actuales deberían pasar a ser prácticas laborales, es decir, aquellas con contratos formativos: de prácticas o en formación, ahora denominados tras la reforma laboral como “contrato formativo para la obtención de la práctica profesional” y “contrato formativo en alternancia”.

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