Las semanas que los padres pasan cuidando en solitario a sus recién nacidos fomentan parejas más igualitarias
El tiempo que los padres pasan cuidando en solitario a sus hijas e hijos durante sus primeros de meses de vida tiene efectos -positivos- sobre la igualdad en sus parejas. Una investigación de la Universidad Autónoma de Madrid liderada por el sociólogo Gerardo Meil constata que la experiencia de cuidado en solitario -algo que experimentan casi todas las madres, pero pocos padres, cuyos permisos siguen siendo inferiores en tiempo- se evidencia como un contexto que ayuda a avanzar en un reparto de las tareas de cuidados más equitativo y en una paternidad más comprometida.
El estudio 'Padres que utilizan el permiso de maternidad. La experiencia de padres españoles y sus demandas de política pública' indaga en las dinámicas de parejas que han decidido compartir las semanas de permiso de maternidad que son transferibles. Solo 60.000 padres en la última década han compartido ese permiso con sus parejas, un número “nada desdeñable”, reseña la investigación, teniendo en cuenta el escaso conocimiento que aún hay sobre la configuración de los permisos y las posibilidades de compartirlo y con el que se toparon muchos de estos hombres al solicitarlo en sus empresas.
El catedrático de sociología que ha liderado el estudio, Gerardo Meil, subraya que la asunción de parte del permiso en solitario por parte del padre no produce una “inversión” de los roles de madre y padre, sino que genera una figura paterna comprometida y una dinámica igualitaria en las parejas. “Hace parejas más igualitarias, además de una manera muy concreta e identificable. La soltura y la seguridad con la que se desenvuelve el padre contribuye a naturalizar el cuidado. Ese tiempo en solitario deja un poso en cuanto a cómo esas parejas afrontan la gestión de los cuidados”, explica.
El artículo se pregunta qué lleva a las parejas a compartir la parte transferible del permiso maternal. Hay dos grandes razones: las laborales, relacionadas sobre todo con la precariedad y las presiones o con el tipo de trabajo de la madre (es autónoma o está en un buen momento profesional), y las que tienen que ver con la concepción de la paternidad y el reparto de los cuidados. En prácticamente todos los casos analizados por el estudio, el trabajo de los padres era estable y el permiso no suponía un riesgo elevado, aunque muchos de ellos sí relatan reacciones sorprendidas, chistes o problemas cuando se reincorporaron. En todos los casos, cuentan, compartir el permiso es una decisión consensuada entre los dos miembros de la pareja.
“Además de contribuir a generar una mayor implicación en el cuidado de niños y a consolidar prácticas de reparto del trabajo doméstico más igualitarias que eviten la tradicionalización de los roles de género que tiende a producirse con el tránsito a la parentalidad, también contribuye al enriquecimiento personal que se deriva de una paternidad más comprometida con el cuidado. Todos los padres refieren la experiencia, como balance global, en términos muy positivos”, asegura la investigación.
Socialización en el cuidado
La socialización del padre en el cuidado de los niños se mantiene después de la reincorporación al trabajo remunerado. Las madres, señala Meil, siguen muy implicadas en el cuidado de las criaturas, “activa y directivamente”. De hecho, el estudio observa que, a pesar de esas dinámicas igualitarias, es la madre quien tiende a seguir a dirigiendo emocionalmente la crianza. “La responsabilidad es compartida, pero la labor de dirección es más de la madre”, apunta Meil.
“La asunción en solitario del cuidado del bebé genera múltiples sensaciones y sentimientos en los padres relacionadas con su capacidad para hacer frente a la situación. Este desafío es percibido como especialmente intenso por los padres primerizos”, cuenta el estudio, que subraya como el cuidado en solitario hace a los padres más conscientes de la “elevada carga de trabajo” que conlleva la crianza.
El diseño de los nuevos permisos por nacimiento que el Gobierno de Pedro Sánchez aprobó a comienzos de marzo permite que los hombres puedan estar en solitario al cuidado de sus hijos, no mediante semanas transferidas por la madre, sino mediante su propio permiso individual. Los permisos se equipararán progresivamente hasta 2021, y diez semanas de esos permisos, tanto de la madre como del padre, podrán cogerse durante el primer año de vida del bebé y sin necesidad de que ambos progenitores lo cojan al mismo tiempo. La medida, sin embargo, está ahora en entredicho: Ciudadanos plantea impedir su convalidación en el Congreso y ha solicitado un informe sobre la constitucionalidad del decreto de Sánchez.
El catedrático Gerardo Meil cree que el diseño planteado en el decreto es insuficiente para promover el cuidado de los padres. “El discurso ha estado centrado en la equiparación y en la intransferibilidad, y no se ha hecho énfasis en que el padre podrá cuidar en solitario. No hay en la ley nada que promueva ese cuidado en solitario del padre”, dice. Meil entiende que debería hacerse énfasis en que esa fórmula, en la que durante un tiempo el padre cuida sin presencia de la madre, es la más deseable. Cita ejemplos distintos, como Portugal o Alemania, donde se premia a las parejas (por ejemplo, con más semanas de permiso) que deciden repartirse el permiso de esta manera.