Las señales que avanzan que el BCE mitigará su agresividad en las subidas de tipos de interés
“Hemos hecho un progreso sustancial en la normalización de la política monetaria, y tenemos que reconocer que hay señales claras de una desaceleración económica en la eurozona”. La afirmación de Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), supuso este jueves un giro respecto a la agresividad mostrada en los últimos meses por la institución en su lucha contra la inflación.
El BCE situó la preocupación por el frenazo del crecimiento (y el riesgo de recesión) junto al objetivo de contener las subidas de precios por primera vez en esta crisis energética, exacerbada por la invasión rusa de Ucrania. Admitió que seguirá incrementando el 'precio' oficial del dinero, sí. Pero también que basará la senda futura de los tipos de interés oficiales en la evolución de las perspectivas de inflación “y de la economía”. Y ahí está la clave del cambio de discurso frente a la decisión previa de ahogar la demanda de las familias y la inversión de las empresas con el encarecimiento de la financiación.
Tanto impacto ha tenido el discurso como para que el Euríbor, el índice respecto al que se calculan las cuotas de las hipotecas, haya caído desde el mismo jueves. Una reacción en contra de la decisión del banco central de subir los tipos de interés de referencia 0,75 puntos, hasta el 2%.
La evolución del Euríbor responde a las expectativas. Por eso, acelera y adelanta las subidas de tipos antes de que sucedan. Y también cae o se frena si la previsión es la contraria. Este viernes, el índice sufrió el mayor retroceso desde 2008, tras alcanzar máximos de 2009 en las últimas semanas.
La del Euríbor no es la única señal esperanzadora para las familias en el campo de la política monetaria. “Para nosotros hubo claras señales [en la rueda de prensa de Lagarde el jueves] de que las subidas de 75 puntos básicos no serán necesariamente la norma”, señala Rubén Segura-Cayuela, economista jefe para Europa de Bank of America.
“Las referencias a los progresos sustanciales realizadas significan que, a día de hoy, dados los datos hasta ahora, una subida de 50 puntos básicos es la opción más probable [en la reunión de finales de noviembre]”, continúa este experto, en línea con la mayoría de valoraciones.
Los hogares están viendo, incrédulos, cómo su poder adquisitivo sufre la mayor caída en 40 años por la inflación en España porque apenas suben los salarios. Y la receta del BCE solo ha conseguido sumar otro problema con el encarecimiento de la financiación. Mientras, ni la patronal negocia subidas de sueldos en el sector privado, ni la banca en concreto acuerda ayudas para los hipotecados.
Al menos, podría empezar a vislumbrarse el final del impacto que inflige las decisiones de política monetaria de la institución que preside Christine Lagarde. Antes de la reacción del Euríbor, el banco central de Canadá sorprendió con una subida tipos inferior a la esperada. Se estimaba 0,75 puntos, y se quedó en 0,5 enteros.
Por ser en Canadá no es una decisión desconectada del BCE. Distintos aspectos remarcan su importancia. Partía del mismo nivel, el 3,25%, del que parte la Reserva Federal (Fed) este miércoles. Y en el caso del banco central de Estados Unidos también se prevé un incremento de 0,75 puntos.
De esta manera se introduce otra señal sobre el giro de la política monetaria. Si la brecha entre los tipos norteamericanos y los de la eurozona se estabiliza, el dinero dejará de huir en los mercados financieros hacia los activos en dólares, atraídos por la mayor rentabilidad. Así, el euro debería apreciarse y dejar de ser un elemento inflacionista, al encarecer las importaciones de petróleo o gas por su debilidad.
El BCE ha mantenido este riesgo entre sus principales preocupaciones. Y ahora podría aliviarse si la Fed desacelera, después de haber corrido mucho más que Lagarde y los suyos, como ha ocurrido ya en Canadá.
“Reunión a reunión”
De momento, el enfoque del BCE se mantiene en el “meeting-by-meeting (reunión a reunión, en inglés)”. Lo que cambió este jueves fueron la prioridades. Antes, únicamente consistían en reducir la inflación, en una estrategia que los economistas progresistas consideran que no responde al origen de la crisis actual: la oferta de energía.
Según esta crítica, el BCE puede endurecer el acceso a la financiación y dañar la demanda y la capacidad de las empresas de financiar su actividad. Pero así solo acabará provocando una recesión más larga y profunda, con destrucción de empleo. Sin embargo, nunca podrá evitar los cortes del suministro del gas por la guerra, o las decisiones sobre la producción de petróleo de las dictaduras de Oriente Medio, y de la propia Rusia.
“Es cuestión de tiempo que el BCE se muestre impotente para hacer frente a la inflación del shock de la oferta por la energía y de los cuellos de botella del comercio global. Así que creo que necesitamos un debate democrático mucho más matizado sobre esto, y ser muy críticos con la idea de que más aumentos agresivos de tipos son una política inteligente”, incide Philipp Heimberger, economista del Instituto de Estudios Económicos Internacionales de Viena.
“No hay una justificación creíble para la subida de este jueves, cuando los indicadores económicos indican claramente que está en marcha una recesión”, advierte, por su parte, Stanislas Jourdan, director ejecutivo de Positive Money Europe. “Elevar los tipos en este contexto contraerá aún más el consumo, y retrasará las inversiones verdes. También deteriorará el mercado laboral cuando está en su mejor momento”, añade.
“El BCE está repitiendo la misma decisión incluso cuando la realidad macroeconómica está empeorando. La subida de tipos nos acerca un paso más a una recesión”, concluye este activista financiero.
Las herramientas las tienen los gobiernos
Los economistas que defienden este postura añaden que las herramientas para luchar contra la inflación las tienen los gobiernos, y no el banco central. Y en España sirve de ejemplo el impacto de las medidas de choque en la bajada de la inflación en octubre, según el dato adelantado del INE.
“Destacando el mecanismo ibérico, la reducción de los precios del transporte o la bajada de los impuestos en la factura del gas y de la luz”, recalca el Ministerio de Asuntos Económicos. El propio BCE recomienda medidas que se centren en las familias y los sectores más vulnerables. Y reniega de las bajadas generales de impuestos por ser inflacionistas.
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