Por qué es primordial el abordaje multidisciplinar del ictus
El ictus, también conocido como embolia, trombosis, derrame o hemorragia, según el tipo, aparece cuando se interrumpe o reduce el suministro de sangre a una parte del cerebro. Esto impide que el tejido cerebral reciba oxígeno y nutrientes, lo que causa la muerte de las células cerebrales en solo unos pocos minutos. La falta de riego sanguíneo puede provocar, en algunos casos, daños permanentes a nivel cerebral e incluso la muerte.
En España, cerca de 120.000 personas sufren un ictus al año, de las que unas 40.000 fallecen. Según datos de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), más de 330.000 españoles tienen alguna limitación en su capacidad funcional tras haber sufrido un ictus.
¿Qué se puede hacer para prevenir un ictus?
Si hay algo bueno que podría decirse del ictus es que la gran mayoría de los casos podrían evitarse. Se calcula que una de cada seis personas en todo el mundo sufrirá un ictus. Una cifra que podría ser inferior si se controlaran los factores de riesgo. Según la Federación Española del Ictus (FEI), se podrían evitar hasta el 80% de los casos porque menos de un tercio de pacientes que han sufrido un ictus isquémico tienen los factores de riesgo controlados.
La prevención, por tanto, es determinante en la aparición de esta enfermedad. Por ello resulta fundamental mantener un buen estado de salud. Conscientes de la importancia de hacer llegar este mensaje a la población general, el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz ha retomado la celebración de su Escuela de ictus para pacientes y cuidadores, en formato online, para dar respuestas a las principales dudas sobre esta enfermedad.
Una de las cosas que destacan los expertos es la importancia de controlar aspectos como la presión arterial, reducir la ingesta de grasas saturadas, dejar de fumar, controlar la diabetes, mantener un peso saludable, seguir una alimentación rica en frutas y verduras (cinco o más porciones al día de fruta o verdura), realizar ejercicio físico de forma regular y reducir el consumo de alcohol.
“La mayoría de los ictus pueden prevenirse controlando unos pocos factores”, reconoce la doctora Araceli García Torres, especialista en Neurología y participante del encuentro.
Identificar los síntomas y actuar rápido para reducir secuelas
Escuchar el cuerpo y saber identificar los síntomas puede ser la diferencia entre salvar o no la vida. Actuar rápido puede hacer que el daño sea el menor posible. Porque en el ictus, cada minuto cuenta. Se calcula que, desde que aparecen los primeros síntomas, se pierden miles de neuronas y que, después de que una arteria se obstruya, se dispone de unas cuatro horas y media para recanalizarla.
Para García Torres, “es necesario dar a conocer los principales síntomas de alarma” para que los servicios de emergencia puedan actuar con la máxima rapidez. Debemos estar atentos a síntomas como dificultad para hablar y entender lo que los otros dicen; parálisis o entumecimiento de la cara, brazo o pierna; problemas para ver en uno o dos ojos, visión borrosa; dolor de cabeza con vómitos o mareos; dificultad para caminar; caída de un lado de la boca al sonreír.
La mayoría aparecen sin avisar, de forma brusca. Lo más importante es tranquilizarse, actuar con rapidez y llamar al 112. Cuanto antes llegue la persona al hospital, más posibilidades de que los médicos puedan restaurar el flujo sanguíneo en el área afectada.
Cómo seguir cuidando después del alta hospitalaria
Un ictus puede tener consecuencias físicas, emocionales y sociales no solo para la persona que lo ha sufrido sino también para su entorno más próximo. Esta condición clínica compleja y desafiante necesita profesionales de la salud que trabajen juntos. Se ha demostrado que el trabajo multidisciplinar es fundamental para brindar una atención eficaz y de calidad, no solo en el hospital, sino también después del alta, en casa.
Algo que desde la Escuela de ictus tienen muy claro y por lo que apuestan de forma clara. “Es necesario que el tratamiento de las distintas terapias se coordine y dirija a alcanzar objetivos individualizadas para cada paciente”, admite la doctora Raquel Cutillas, del Servicio de Rehabilitación del centro, que ofrece a los pacientes ejercicios y material didáctico personalizados para que puedan realizar en casa.
Lo más importante tras un ictus es evitar complicaciones añadidas, como “la disfagia para prevenir broncoaspiraciones e infecciones tipo neumonía, promover la movilización temprana para evitar rigideces, etc.”, afirma Carmen Pajuelo, enfermera.
Fisioterapeutas, enfermeras, terapeutas ocupacionales, neurólogos y también logopedas son profesionales esenciales para que el paciente pueda continuar el tratamiento en casa. Además, para aquellos pacientes que lo solicitan, se abre un Diálogo Web a través del Portal del Paciente para ayudar a resolver dudas urgentes con el terapeuta.
Porque, cuando una persona abandona el hospital tras un ictus, puede ser que solo necesite una pequeña atención, pero puede ocurrir que tenga necesidades más complejas. Parte del tratamiento debe incluir una evaluación de las necesidades de atención y qué tipo de apoyo brindar.