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Voluntarios de más de 40 países se movilizan para reforestar el monte quemado de Sierra de Gata

Voluntariado de bajo la campaña  ‘Reforest-acción’ / @ReforestAccionNetwork

Jesús Conde

Con la llegada del otoño retoman la actividad. Todo está listo para seguir reforestando los montes quemados en el gran incendio de Sierra de Gata. Fue en el verano de 2015 cuando las llamas devoraron más de 8.000 hectáreas, en su mayoría pinar y monte bajo.

Esta semana arranca por tercer año consecutivo la campaña internacional ‘Reforest-acción’, que busca a personas voluntarias. Ya han pasado por el programa 800 personas de 40 nacionalidades diferentes. Empeñadas en dar vida a los bosques. Han venido desde Finlandia, Alemania, Brasil o Venezuela. También de Argentina, Sudáfrica y numerosos puntos de la geografía española.

Se han convertido en los verdaderos embajadores de la Sierra de Gata. En este tiempo han ayudado al crecimiento de cerca de 126.000 nuevos árboles y han dado visibilidad a la belleza de este entorno por el mundo entero. Algunos de ellos se han quedado a vivir tras pasar por la reforestación. “Al final es un modo de repoblar los montes, pero también los pueblos”.

Así lo explica Rodrigo Ibarrondo, que está al frente de la asociación Reforest-Accion, encargada de la actividad. El trabajo acaba de comenzar y estarán a plena actividad hasta finales de febrero del próximo año.

Hacen una labor completamente autogestionada y funcionan a través de donaciones y diferentes crowdfundings. Además reciben plantones de las administraciones y los permisos para actuar en monte público y terrenos comunales. El Ayuntamiento de Villasbuenas de Gata les cedió el albergue, donde ofrecen alojamiento. Quienes se animen a echar una mano también tienen la manutención cubierta.

Bosques más sostenibles

Desde la asociación señalan que el paisaje “pide a gritos” la llegada de más personas voluntarias y un nuevo modelo forestal. Trabajan con la convicción de hacer bosques más sostenibles. Un modelo variado a modo de mosaico.

Entienden que esta es la mejor salvaguarda del patrimonio natural frente a los incendios. Una de las estampas más recordadas del incendio que asoló Portugal en 2017 fue una pequeña parcela en La Quinta da Fonte que sobrevivió a las llamas. Permanecía verde, mientras todo a su alrededor había sido pasto de las llamas.

La parcela se convirtió en una isla que sobrevivió al fuego gracias a una gestión adecuada del territorio. Frente a los monocultivos de pino y eucalipto, acogía una variedad de cultivos y vegetación donde el castaño y otras especies autóctonas conformaron un cortafuegos natural.

Es la misma filosofía de este proyecto. Combinan las plantaciones de pinos con frondosas. Bosques donde abunden robles, alcornoques, encinas, castaños y enebros... y así hasta 30 especies autóctonas diferentes para crear una diversificación.

Hasta el 80 por ciento de toda la reforestación ha sobrevivido gracias al mantenimiento que realizan posteriormente en primavera y verano. Siembran plantones, pero también semillas que ellos mismos seleccionan y recolectan para facilitar la germinación y todo el proceso.

Sembrar conciencias

Su filosofía pasa por sembrar naturaleza y conciencias. Desde Reforest-Acción animan a la gente a seguir el mismo modelo en sus territorios. A crear una gran red de ‘guardianes del bosque’.

Es una red que ya suma cuatro proyectos: en Asturias, Guadalajara, Serra de Monchique (Portugal) y la Sierra de Gata, desde donde nació la idea. Además apoyan proyectos similares en en Zamora, Oporto y Madrid.

Acuden a las escuelas de la sierra y tienen el firme compromiso de transformar desde la educación ambiental. Para ello han puesto en marcha la “Escuela de Guardianes del Bosque”.

Es un espacio lleno de actividades y labores relacionadas con las reforestaciones, como la recogida de semillas, la reproducción de microorganismos para restaurar los suelos de las zonas en las que se trabaja y todo el mantenimiento necesario.

Están creando un vivero propio y un centro de reproducción de microorganismos tomando cepas de bosques viejos para inocular en los cepellones y acolchado, explica Rodrigo Ibarrondo.

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