“Me deben de quedar 500 euros por lo menos, cobré la movida esta hace poco, tenía algo en la cuenta… Es cierto que pagué el alquiler, la cuota, lo del coche, HBO, Netflix (...) No voy a tener más por no mirarlo, quiero ver esos 500 euros”. El siguiente plano es una cuenta bancaria que sentencia un “saldo en negativo”. Así es uno de los primeros vídeos de Cosas de Ratas, la serie que Borja Pakrolsky (Madrid, 1986) sube en formato de pequeñas piezas verticales a las redes sociales. Su contenido humorístico, con sátira y desparpajo, engancha a casi 50.000 seguidores en Instagram y otros tantos en TikTok y lo ha posicionado como finalista en el festival Serielizados de 2022.
Una mezcla entre la humanización de nuestras contradicciones al estilo BoJack Horseman y la personalidad y pureza de la web serie española Malviviendo, así podría definirse Cosas de Ratas. “Pero siempre buscando el humor”, insiste en conversación con elDiario.es Borja Pakrolsky, su creador. Sobre la capacidad de identificación entre los consumidores de redes con su personaje principal, La Rata, piensa: “retrato comportamientos reconocibles en muchas personas. Las personas tímidas tenemos una voz en off que es como el narrador de una peli. A veces es hater, otras no”. “De pararme a escucharla y darle espacio en muchas situaciones del día a día es de donde nace el proyecto”, comenta el también diseñador gráfico y publicista.
Con una estética que él define como sencilla y cotidiana, representa temas como la precariedad juvenil, la dificultad de ser autónomo en España, la masificación de las grandes ciudades, los prejuicios, la ansiedad, la comparación que propician las redes o incluso la vuelta del rey emérito a España. Siempre con esos tintes de humor negro e ironía como elemento vehicular. “Hay muchas veces que esas intenciones vienen muy de dentro. Probablemente ese punto en el que las cosas no salen me parece súper real. El fracaso conecta muy guay con la gente a la que no le sale todo porque es la realidad. Hay más gente a la que le salen las cosas mal que todo bien. Es una emoción que, aunque sea una faena que haya que vivir, me inspira a crear y a continuar”, reflexiona.
El humor en general es una forma de protegerse y resistir
“En España somos expertos en lidiar con las malas rachas y creo que el humor irónico es una forma de golpear a las desgracias que van viniendo a la vida. El humor en general es una forma de protegerse y resistir. También para las personas tímidas como yo; es una herramienta social en la que incluso te escudas a veces”, valora Pakrolsky, quien también ha participado en proyectos de campañas creativas de películas o series como Cardo, La desconocida, La mala familia o Vestidas de azul.
“Todos somos una rata”
Las ratas son mamíferos sociales. Principalmente viven en las ciudades, debajo de nosotros. “Es un animal con el que cualquiera puede sentirse identificado: es común”, señala Pakrolsky. “Aguantan todo lo malo y se las ingenian para resolver sus problemas. Pero también representan frustraciones, el fracaso o contradicciones hipócritas de la cotidianidad”, argumenta. “Si no te recuerda a ti, pensarás en algún amigo o conocido”, promete sobre su protagonista.
Borja Pakrolsky, además del mundo de las artes viene también del skate, del grafiti y del rap. De la cultura urbana. Esto, afirma, también le ha ayudado a que su personaje representase a una gran parte de la población joven: “ahí me sale mi yo más adolescente, que ha callejeado mucho y mamado la cultura underground… El hábitat y la influencia de la calle está en lo urbano. La rata que conocemos vive debajo de los pies de la peña, pero tampoco hace mal a nadie, como la paloma, que por eso también sale en otros episodios”.
Este dibujante reivindica las tres enseñanzas que le ha dado pasar mucho tiempo en las calles y plazas madrileñas: “Te aventaja en haber conocido a mucha gente y desarrollar tus habilidades sociales, en tener desparpajo y en el vocabulario, la jerga”. “Palabras como chuli hacen gracia e identifican a muchas personas”, añade. Preguntado por si cree que el vocabulario determina la ideología o la clase social, responde: “Tiene mucho que ver. La manera de hablar identifica y representa. Cuando ves comentarios en un post, solo por las palabras que usa sabes muchas veces cómo piensa alguien”. Para él, también es una cuestión cultural y climática: “En España pasamos mucho tiempo en la calle. Es cierto que decir muchos tacos y palabras medio inventadas se asocia a un nivel socioeducativo más bajo, pero creo que en general la peña habla muy coloquial”. “Y por todo esto, a la hora de hacer guiones, la importancia que le doy al vocabulario es enorme”.
Eso sí, determina la identidad social de La Rata: “No deja de ser un personaje de clase media, humilde, con los problemas que tenemos casi todos. Y eso la hace identificable a la mayor parte de la gente”. Si bien hay otras series como Pobre Diablo (HBO) de animación más adulta, Pakrolsky ve que “con tanta animación se intenta hacer un ejercicio de representación de la realidad de mucha gente, humanizando personajes que igual no lo son. Sobre todo se cuentan historias muy reconocibles, divertidas y reales. Lo identifico como 'humor desde abajo”, reflexiona entre risas.
Sobre la cuestión de clases y su público, declara: “Antes tenía más prejuicios respecto a lo que me gustaba. Si veía a alguien del barrio de Salamanca [en Madrid] ya lo tachaba de pijo o de facha muy rápido. Pero la vida a veces te sorprende y hay que conocer a todo el mundo”. De hecho, uno de sus capítulos trata sobre que La Rata se encuentra con un viejo primo legionario que detesta de primeras, pero que luego se va dando cuenta de que tiene pequeñas cosas en común con él. “La Rata la caga, es hipócrita y también se da cuenta de ello. Me gusta hacer ver nuestros prejuicios, incluso los que ni nos cuestionamos”, insiste.
Si bien Pakrolsky se siente identificado con la “realidad del fracaso”, insiste en sentimientos como la esperanza. “Todos deberíamos tenerla y no hundirnos y regocijarnos en la tristeza de que no salgan las cosas. Pedir ayuda, tirar para adelante y continuar. La Rata persigue el amor y también intenta prosperar”, valora. De todos modos, tiene claro su animal favorito: “Como decía el cantante Ben Yart, es el humano. Somos fascinantemente raros”.
Mantener al niño de dentro
“Todo tiempo pasado fue mejor”, defendía el poeta Jorge Manrique en sus coplas. Y Borja Pakrolsky reconoce sentir a veces esa morriña por su infancia y la juventud. “Pienso mucho en colegas que ya no veo, lugares a los que no volveré o situaciones que no volveré a vivir”, lamenta. Sin embargo, dice: “Intento también que no muera el niño que tengo dentro. Es vital para la creatividad”, destaca. “Cuando vas creciendo te van diciendo cómo tienes que hacer las cosas y te van amoldando para que encajes”.
“En la infancia hay mucho de genuino y de puro. Al principio todos pintamos y ya cuando tienes 20 años y sigues dibujando eres raro”. “Reivindicar al niño es una de las chapas que les doy a mis colegas cuando estamos de fiesta”, confiesa entre risas. Sobre el fracaso y la niñez, dice, lo mejor es mezclarlas porque “nos hace ser más creativos”.
La comparación de las redes
Estar en Madrid con una ola de calor a 40ºC no es plato de buen gusto para nadie. Y compararte con conocidos en Instagram mientras tienes una bolsa de hielo en la cabeza derritiéndose puede hacérnoslo llevar peor. Sobre ello reflexiona La Rata en uno de los episodios. “Lo peor de las redes es la comparación. Pero todo puede parecer muy bonito e igual no lo es. No voy a decir que sea mejor estar asándose en una ciudad que en la playa, pero por eso pongo el ejemplo de las Islas Cíes y de que está el agua congelada y casi nadie se baña. No nos lo creamos todo”, sentencia riéndose Borja Pakrolsky. “Son cosas con las que me pongo la alarma porque cuando las vivo creo que las vive más gente”, opina.
Las redes han desdibujado el éxito de manera que pueden hacerte sentir miserable
Las redes sociales cuestionan incluso la realidad dada la cantidad de filtros y edición de fotos que hay. Para Pakrolsky, La Rata puede ser un “punto de normalidad en un mundo tan ególatra como las redes”. “Los vídeos duran a veces más de un minuto y me encanta que la gente me diga que reflexiona con ellos. Es un punto en el que se paran y dicen: pues igual esto me identifica y yo no quiero ser una persona súper trascendental y reconocida. La Rata no cae en el postureo”. Por otro lado, opina que “está bien también que la gente haga lo que quiera en sus redes, pero está claro que son peligrosas, nos llevan hacia mecánicas competitivas y hay que tener cuidado”. “Las redes han desdibujado el éxito de manera que pueden hacerte sentir miserable”, censura.
Un trabajo colaborativo
En cuanto a sus próximos trabajos, además de la nueva temporada de Cosas de Ratas, descubre a este periódico que está a punto de sacar un cómic con Apa-Apa-Comics sobre la serie. En cuanto a nuevos proyectos audiovisuales, confiesa que le encantaría crear “un Los Simpson a la española”.
Y además de la serie, también tiene una agencia llamada Amigos, un estudio de estrategia y diseño enfocado al cine, series y entretenimiento. Precisamente lo hace con amigos y le da importancia a “horizontalizar el trabajo”. “Dedicamos mucho tiempo a currar en nuestra vida, al menos hay que hacer que mole un poco”, opina.