Por qué debemos adaptar nuestra dieta al teletrabajo

El teletrabajo puede disminuir sensiblemente el gasto calórico.

Marta Chavarrías

12 de abril de 2021 22:07 h

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Actualmente, tres millones de personas teletrabajan de manera habitual en España; el 16,2% del total de ocupados lo hacen más de la mitad de los días desde sus casas, según un estudio de Randstand, empresa de recursos humanos que ha evaluado el número de profesionales que ejercen su labor en el domicilio.

Los retos alimentarios de trabajar desde casa

Cuando oficina y hogar se juntan y la cocina está a pocos metros de distancia de nuestro lugar de trabajo, puede parecer una batalla cuesta arriba tomar decisiones alimentarias acertadas. El picoteo y el sedentarismo se alían en nuestra contra. 

Es muy probable que, teniendo el suministro de alimentos tan cerca, nos encontremos frecuentando la cocina en momentos de estrés o aburrimiento. Algo que nos puede perjudicar porque cometemos errores que lo que harán, casi con toda seguridad, es que consigamos ganar unos kilos de más. 

Teletrabajar requiere, por tanto, tener una disciplina no solo en cuanto a estructuras y rutinas de trabajo sino también en las elecciones que hacemos de nuestra alimentación y actividades

Ceñirse a un horario y seguir rutinas como levantarse siempre a la misma hora, vestirse y establecer un horario son claves para un mejor rendimiento laboral. Es importante también aplicarlo a la alimentación.

Hábitos saludables

Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos dice que “una nutrición adecuada puede aumentar los niveles de productividad en un 20%”, es decir, que una alimentación saludable equivale a una mejor calidad de trabajo. Seguir unas pautas concretas nos ayudarán a conseguirlo:

1. Planificar las comidas: de la misma manera que programamos y planificamos las tareas cotidianas (levantarnos, ducharnos, etc.) también es importante establecer los horarios de las comidas, como si estuviéramos en la oficina. 

Esto nos ayudará a no estar todo el día visitando la nevera y a no encadenar una tarea laboral con otra y romper el límite entre vida personal y de trabajo. Es importante seguir una rutina para el desayuno, la comida y la cena. Evitar afirmaciones como “ya comeré algo más tarde” solo puede llevarnos a saltarnos las comidas y picar entre horas para paliar el hambre.

2. Preparar el menú para toda la semana: no es aconsejable esperar a preparar la comida en el mismo momento. Hacerlo con antelación es una forma de mantener el menú bajo control y no dejar nada al azar, bien porque tenemos poco tiempo o porque nos faltan ingredientes a la hora de preparar una receta concreta.

3. A la hora de comer, solo comer: es posible que sintamos la tentación de continuar trabajando durante la hora de la comida y hacerlo frente a la pantalla del ordenador o pendientes del móvil. Esta práctica puede llevarnos a cometer errores como comer demasiado porque no estamos centrados en lo que hacemos. Por tanto, es preferible tomar un descanso del trabajo, sentarse y relajarse con la comida unos minutos.

Lo más recomendable durante el teletrabajo es “seguir una alimentación basada en la dieta mediterránea con 4-5 comidas al día, acompañada de ejercicio físico regular y un descanso reparador”, afirmaba en nota de prensa en marzo de 2020 Emilia Cáncer, miembro del Comité Gestor del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

Qué alimentos priorizar si teletrabajamos

  • Optar por las versiones integrales: por ejemplo, si somos de desayunar tostadas, es mejor optar por el pan integral porque la fibra nos mantiene saciados durante más tiempo. La pasta y el arroz también son mejores en su versión integral.
  • Aumentar el consumo de verduras y hortalizas: nos aportan una importante cantidad de potasio, magnesio y ácido fólico. 
  • Mejor consumir pescado que carne y, dentro de la carne, la que tiene menos grasa como el pollo o el conejo.
  • Sustituir tentempiés poco sanos por alimentos frescos: entre comidas es posible que necesitemos picar algo. Debemos priorizar las versiones más saludables, como fruta (cuanto más color mejor, y de temporada); encurtidos como cebolletas o pepinillos; frutos secos como almendras o avellanas, mejor en crudo y en pequeñas cantidades porque su valor calórico es elevado. Evitaremos, en cambio, opciones menos aconsejadas como patatas fritas, embutido o bebidas azucaradas.
  • Mantener una buena hidratación: beber suficientes líquidos es esencial para prevenir la deshidratación. El agua es la mejor opción, pero también podemos optar por beber cantidades moderadas de té. Es recomendable evitar las bebidas azucaradas como refrescos y energéticas.
  • Restringir el consumo de sal, carnes rojas, azúcar y alimentos procesados. 
  • Limitar el consumo de cafeína: tener acceso ilimitado a un sinfín de tazas de café puede parecer atractivo, pero debemos tener cuidado con un consumo excesivo porque puede provocar dolor de cabeza, ansiedad o problemas digestivos. 

Alimentos para la memoria

Aunque no hay una píldora mágica para tener un cerebro todopoderoso, sí hay un cierto patrón dietético que nos ayudará a con nuestra capacidad intelectual. Muchas frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, así como proteínas de fuentes vegetales y pescado y grasas saludables en lugar de saturadas. 

Un estudio publicado en British Journal of Health Psychology demuestra que la elección de los alimentos influye de manera drástica en el rendimiento intelectual diario. Es más, cuantas más frutas y verduras se consumen durante el día, más bien y creativos podemos sentirnos mientras trabajamos. Algunos de los alimentos que más nos ayudan son:

  • Nueces: son una excelente fuente de proteínas y grasas saludables. Son ricas en ácido graso omega 3, que ayuda a reducir la presión arterial y proteger las arterias. 
  • Vegetales de hoja verde: col rizada, espinacas, col o brócoli son ricas en vitamina K, luteína, ácido fólico y betacaroteno, a los que se les atribuye capacidad para retrasar el deterioro cognitivo.
  • Bayas: los flavonoides pueden ayudar a mejorar la memoria.

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