1. Si Juan Carlos Monedero ha presentado una declaración complementaria y ha pagado 200.000 euros al fisco, implícitamente está admitiendo que antes hizo algo mal: que no cumplió correctamente con sus obligaciones con Hacienda. Es una obviedad, pero conviene subrayarla para quienes solo ven en esta historia una persecución del Gobierno y de cierta prensa, que también la hay.
2. No, lo criticable en este caso no es que Monedero gane mucho o poco dinero o que facturase a través de una sociedad limitada sin trabajadores: eso es perfectamente legal. Si el Gobierno cree que no debería serlo, tiene en su mano cambiar la ley. El incumplimiento de Monedero con el fisco –que él mismo admite al regularizar su situación– fue cobrar ese trabajo a través de una empresa que acababa de crear. Según su propia versión, esos 425.000 euros son el pago por dos años de trabajo. De ser así, tenía que haber facturado como autónomo, o crear la empresa antes de empezar a trabajar.
3. Es posible que este error sea consecuencia de un mal asesoramiento fiscal; no sería al primero que le pasa. Pero esta explicación no sirve como disculpa absoluta. Pagar correctamente tus impuestos siempre es una responsabilidad personal.
4. Monedero no puede actuar como los mismos políticos que, con razón, critica, y enrocarse en el 'y tú, más' o en ese “Montoro, no te tengo miedo”; una frase que pronunció apenas unas horas después de poner en orden su situación fiscal. Tiene que aportar toda la documentación y los contratos de este asunto porque 425.000 euros –medio millón de dólares al cambio– no es una cifra menor ni el origen del dinero está libre de sombras. Era necesario explicarlo con papeles antes de que presentase una declaración complementaria, y ahora lo es mucho más.
5. Con todo, es exagerado comparar este asunto con el caso Bárcenas, como ha hecho el portavoz del PSOE, Antonio Hernando–. También es lamentable que la misma vicepresidenta Sáenz de Santamaría que se escuda en que ella solo habla del Gobierno, cuando los periodistas preguntan por la caja B de su partido, sí tenga en esta ocasión ganas de opinar. Además, mintiendo: “Si todo el mundo hiciera como Monedero”, habría más dinero para hospitales porque el cofundador de Podemos, aunque sea tarde, ha pagado ya.
6. También es impresentable y verdaderamente preocupante la manera en que funciona el Ministerio de Hacienda desde que Cristóbal Montoro está ahí. Cuando eldiario.es publicó en exclusiva, hace más de un año, la existencia de las tarjetas 'black', la única respuesta oficial que recibimos fue la amenaza del fiscal de Madrid, preocupado por la “intimidad” de Blesa; no, en esa ocasión los inspectores de Hacienda no fueron animados a investigar. Tampoco parece que hayan tenido especial prisa con la duquesa de Alba, esa grande de España con cuenta en Suiza; casualmente, el informe fiscal sobre su fraude llegó al juzgado poquito después de que se hubiese muerto ya.
7. Es la misma Hacienda que, en el caso de la infanta Cristina, defiende que las facturas falsas sirven para desgravar. O que culpa al arquitecto que cobró en negro la obra de la sede del PP en Génova, en vez de al partido. O que se carga a una inspectora a la que se le ocurre meter mano a una gran empresa. O que purga a aquellos que no son afines al señor ministro. Es esa misma Hacienda que, casualmente, con Monedero actúa a toda velocidad.
8. Los datos fiscales de todos los españoles son secretos. Es discutible si debería ser así, o si tendrían que ser completamente públicos. Lo que no es tolerable es que la 'transparencia' sea solo para los rivales políticos del Gobierno. Es gravísimo. Eso solo pasa con Gobiernos autoritarios o democracias de muy baja calidad.
9. Ya que el ministro Montoro está tan animado a difundir información sobre inspecciones fiscales, ¿por qué no sigue con la lista Falciani?