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La compasión del Estado

Enrique Rodríguez Galindo, probablemente el militar más condecorado de la historia de la Guardia Civil, fue condenado a 75 años y seis meses por los secuestros y asesinatos de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala. «Me he limitado a llevar el todo por la patria hasta sus últimas consecuencias», dijo sobre su carrera en 1995, al ascender a general. Su historia penitenciaria y la del resto de los terroristas de los GAL demuestran que tal vez la Justicia es ciega, pero que el Estado sin duda no lo es.

Desde el viernes, Galindo está en libertad condicional, pero hace ya nueve años que dejó la prisión por «motivos de salud». De su condena, solo ha cumplido cuatro años y cuatro meses. Salió de la cárcel en septiembre del 2004; en teoría iba a terminar la pena en su casa «bajo vigilancia policial», pero obtuvo el tercer grado en enero del 2005, a los cuatro meses. Para un preso común, el tercer grado es un gran paso: implica que solo irá a la cárcel para dormir. Pero, si ya duermes en casa, el tercer grado es casi indistinguible de la libertad total. En la práctica, la recién estrenada condicional de Galindo solo implica que ahora podrá trasnochar, dormir fuera de casa y viajar.

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Enrique Rodríguez Galindo, probablemente el militar más condecorado de la historia de la Guardia Civil, fue condenado a 75 años y seis meses por los secuestros y asesinatos de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala. «Me he limitado a llevar el todo por la patria hasta sus últimas consecuencias», dijo sobre su carrera en 1995, al ascender a general. Su historia penitenciaria y la del resto de los terroristas de los GAL demuestran que tal vez la Justicia es ciega, pero que el Estado sin duda no lo es.

Desde el viernes, Galindo está en libertad condicional, pero hace ya nueve años que dejó la prisión por «motivos de salud». De su condena, solo ha cumplido cuatro años y cuatro meses. Salió de la cárcel en septiembre del 2004; en teoría iba a terminar la pena en su casa «bajo vigilancia policial», pero obtuvo el tercer grado en enero del 2005, a los cuatro meses. Para un preso común, el tercer grado es un gran paso: implica que solo irá a la cárcel para dormir. Pero, si ya duermes en casa, el tercer grado es casi indistinguible de la libertad total. En la práctica, la recién estrenada condicional de Galindo solo implica que ahora podrá trasnochar, dormir fuera de casa y viajar.