El derecho a la manifestación no es que figure en la Constitución: es que es uno de los pilares fundamentales de cualquier democracia digna de tal nombre. La libertad de sufragio está íntimamente unida a la libertad de expresión y reunión porque el sistema democrático es algo más que votar y callar. Por eso es una burla antisistema que la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, equipare ese derecho fundamental con “el derecho a no estar en una ciudad en ocasiones inhabitable” (literal). Es una huída hacia delante de una política empeñada en acaparar titular tras titular que, con este globo sonda, intenta tapar los excesos policiales de estos últimos días: algo que, a diferencia de las reformas constitucionales, sí es de su absoluta responsabilidad.
La delegada del Gobierno en Madrid también tiene su trabajo regulado por la Constitución. Sobre todo consiste en gestionar el monopolio de la violencia –las fuerzas policiales– para garantizar el cumplimiento de la ley. Por eso es otra burla antisistema que sea la propia delegada del Gobierno quien ampare que la ley no se cumpla. Por eso es una tomadura de pelo que, una semana después, aún no haya sido capaz de aclarar por qué los antidisturbios que actuaron el 25S ocultaron su número de identificación para evitar ser denunciados, o qué Congreso se protegía cargando en el andén de Atocha. Por eso es un escándalo que nadie en la Delegación del Gobierno ni en el Ministerio del Interior haya hecho otra cosa al respecto que felicitar a los antidisturbios por su actuación.
En un país normal, cuando la Policía incumple la ley, se investiga y se sanciona al responsable. En España, los premiamos con medallas pensionadas y desviamos con falsos debates “modulados” la atención.
El derecho a la manifestación no es que figure en la Constitución: es que es uno de los pilares fundamentales de cualquier democracia digna de tal nombre. La libertad de sufragio está íntimamente unida a la libertad de expresión y reunión porque el sistema democrático es algo más que votar y callar. Por eso es una burla antisistema que la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, equipare ese derecho fundamental con “el derecho a no estar en una ciudad en ocasiones inhabitable” (literal). Es una huída hacia delante de una política empeñada en acaparar titular tras titular que, con este globo sonda, intenta tapar los excesos policiales de estos últimos días: algo que, a diferencia de las reformas constitucionales, sí es de su absoluta responsabilidad.
La delegada del Gobierno en Madrid también tiene su trabajo regulado por la Constitución. Sobre todo consiste en gestionar el monopolio de la violencia –las fuerzas policiales– para garantizar el cumplimiento de la ley. Por eso es otra burla antisistema que sea la propia delegada del Gobierno quien ampare que la ley no se cumpla. Por eso es una tomadura de pelo que, una semana después, aún no haya sido capaz de aclarar por qué los antidisturbios que actuaron el 25S ocultaron su número de identificación para evitar ser denunciados, o qué Congreso se protegía cargando en el andén de Atocha. Por eso es un escándalo que nadie en la Delegación del Gobierno ni en el Ministerio del Interior haya hecho otra cosa al respecto que felicitar a los antidisturbios por su actuación.