23.000 vascos se suman en un año a la lista de espera para una consulta con el especialista en Osakidetza
Tras el parón generalizado que supuso la COVID-19 en el resto de la actividad asistencial, las listas de espera se dispararon. En los últimos meses, el foco ha quedado puesto en la demora media de los quirófanos, que está bajando con alguna excepción como la Oncología, según han destacado públicamente el lehendakari, Iñigo Urkullu, y la consejera de Salud, Gotzone Sagardui. Sin embargo, el tapón actual en la Sanidad pública vasca se encuentra tanto en los pacientes pendientes de una consulta con el especialista como en los que están citados para una prueba diagnóstica. Los primeros son 126.386, cuando eran 95.725 antes de la pandemia, en 2019. Los segundos son 52.178, en contraposición con 27.746. Ahora mismo, la demora media en Osakidetza para ser intervenido es de 60 días (46 en el caso de la cirugía cardíaca y la 11 en Oncología), de 80 días en consultas externas y de 36 en pruebas.
Estos datos constan en un puñado de informes enviados al Parlamento Vasco por la consejera de Salud, Gotzone Sagardui. Osakidetza lleva sin publicar la información sobre listas de espera en su portal de transparencia desde 2020. En los últimos años se ha ido conocido la evolución de este indicador fundamental por peticiones de la oposición, particularmente de la portavoz de EH Bildu en la comisión de Salud, Rebeka Ubera. Acumula más de 800 iniciativas en lo que va de legislatura.
En cuanto a la lista de espera quirúrgica, son 23.157 pacientes en cola. Son menos que los 25.403 del verano, cuando se tocó techo, pero el dato es muy similar al de hace un año, 23.309 en estas fechas. Hay 440 pacientes oncológicos y 75 cardíacos, dos especialidades medidas de manera especial por su urgencia. La demora media es de 60,47 días, por 68 de hace seis meses. Se llegó a rozar el dato de 90. Las sucesivas oleadas de COVID-19 obligaron a paralizar los quirófanos para todo aquello que no fuera urgente en muchos momentos. En el caso de la cirugía cardíaca ha bajado de 59 a 46 días en este semestre, pero los enfermos de cáncer tienen que esperar un poco más, ya que crece la demora media de 9 a 11 días. En 2019, la espera era de 49 días.
Existe un decreto de garantías que obliga a realizar las operaciones en un plazo tope. Son 180 para los casos no urgentes, 90 para los de Cardiología y 30 para Oncología. Ahora mismo hay 814 casos de pacientes que llevan más de seis meses pendientes de ser citados. No es la bolsa más alta en los últimos años pero todos ellos sí tienen derecho a acudir a la red privada y a pasar el coste a la Sanidad pública. Hay 12 y 26 pacientes cardíacos y oncológicos, respectivamente, en una situación similar. Por zonas, los hospitales de Donostia y Cruces (Barakaldo) responden por debajo de la media. Los dos de Vitoria, Usansolo o Basurto, por el contrario, suman más días de dilación. La de Tolosa es la única comarca sin un hospital público. La atención la presta la Clínica La Asunción, concertada. Allí hay 388 pacientes en espera. Ninguno está fuera de los plazos de garantía y en Ginecología, por ejemplo, no hay cola.
En lo tocante a las consultas externas, las cifras generales hablan de 126.386 pacientes esperando con una demora media de 80,96 días. Antes de la pandemia eran 95.725 y tenían cita, como promedio, en apenas 35 días. Este dato de volumen de personas pendientes de ser llamadas para ver al especialista supone un récord negativo. Son 23.000 más que hace solamente un año. En lo que va de año el retraso ha pasado 64 días a 75 y ahora a superar los 80, casi tres meses. Pero hay casos extremos con más de seis meses para las citas. Es el caso del servicio de Rehabilitación en Santa Marina, la Traumatología en Barakaldo y Sestao, la Cardiología en el Alto Deba, el área de Vascular de Basurto o la Oftalmología en Usansolo. El dato de pruebas diagnósticas deja otra plusmarca: más de 52.000 en cartera. Eran 27.746 en 2019. Eso sí, aquí se está acelerando la atención a medida que avanza el año: 38, 37 y ahora 36 jornadas para ser atendido. Ahora bien, hasta 2019 era de -como mucho- dos semanas, 13 ó 14 días.
El chequeo a la salud de la Sanidad pública se completa con la monitorización del estado de la atención primaria justo en puertas de una época navideña en la que hasta 104 ambulatorios verán reducido su horario. Explica Osakidetza que “el promedio de demora general es inferior a 48 horas teniendo en cuenta que todos los centros de salud tienen atención en el mismo día para todo aquello que el paciente considera que no puede esperar”. Pero en Salburua, un populoso barrio de Vitoria, los médicos de cabecera citan con un decalaje de seis días y en los Valles Alaveses los pediatras tardan una semana. Son los peores registros de toda la red y ambos se concentran en Álava.
EH Bildu ha recibido los datos con críticas a la actuación del Gobierno de Iñigo Urkullu. “Son la certificación de la grave situación de deterioro a la que con su gestión ha llevado a Osakidetza. Estamos a finales de 2023 y ya no vale escudarse en la pandemia. Las excusas se le han terminado [al Ejecutiv]. Osakidetza está como está a consecuencia de la gestión que el PNV lleva años haciendo, de una política de contratación y organizativa errónea que ha ido debilitando progresivamente el sistema público de salud”, señala Ubera.
Destaca también que en consultas externas no solamente no se mejora, sino que hay “más personas y las listas y con más días de espera”. “No es de recibo que en Traumatología, por ejemplo, se estén dando citas para septiembre de 2024. O en Urología para junio. [...] Y si miramos a Oncología, un área tan delicada, la situación es peor todavía que en junio porque la demora media ha pasado de 9,8 a 11 días y el número de personas que superan el plazo máximo de espera no ha bajado, sino al revés: ha subido”, abunda la portavoz sanitaria.
Y agrega: “El Gobierno presume siempre de todo lo que invierte en Osakidetza, de que le destina millones y millones de euros. Pues no se nota. Porque el resultado no es el que podría esperarse de esa, según el Gobierno, enorme inversión. Es un fracaso. Su fracaso. Y, entretanto, en vez de reforzar los medios propios de Osakidetza, han querido salir del paso, para maquillar los datos de las listas de espera antes de las elecciones, enviando a la gente a la red privada. El caso de Gipuzkoa es paradigmático: 651 cirugías derivadas a la Policlínica Gipuzkoa y a Mutualia entre julio y noviembre cuando en todo 2021 y 2022 no llegaron a 240. Más de 1,2 millones de euros pagados a centros privados en vez dedicarlos a reforzar una red pública en caída libre. Es una apuesta cada vez menos disimulada por la privatización del sistema de salud”.
1