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Álava inicia la vendimia en medio de una tregua en la guerra del vino con La Rioja

Viñedos en La Rioja Alavesa.

Belén Ferreras

Bilbao —

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Este domingo, la fiesta de la vendimia que se celebrará en Moreda de Álava dará el pistoletazo de salida oficial para el comienzo de la recogida de la uva en la Rioja Alavesa, aunque la vendimia real empezará más tarde, probablemente a finales de mes. No queda más remedio que adaptar plazos y calendarios a un clima cada vez más cambiante e imprevisible. La uva de este año ha tenido que soportar primero una fuerte sequía que se han compensado en el último mes con lluvias que en general están permitiendo crecer los racimos. Hace falta que en este ultimo tramo el tiempo acompañe, con días luminosos pero sin excesivo calor, dicen los expertos, para que se cumplan las expectativas y se recoja una uva de buena calidad en una cosecha que se prevé corta y poco rentable a la hora de vender la uva. “Hace tiempo que el sector del vino está en crisis y cada vez es más profunda”, dice Jesús Bauza, representante de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Álava (UAGA) en el Consejo Regulador de la denominación de origen Rioja. “Estamos en la tormenta perfecta”, señala.

El sector intenta sobrevivir entre el excedente de producción, la crisis de ventas y la batalla por la diferenciación de los vinos alaveses. Una batalla en la que se está viviendo una especie de tregua a la espera de las resoluciones judiciales sobre la marca Viñedos de Alava-Arabako Mahastiak, al margen de la DOC Rioja, que de momento está en stand by. Mientras tanto, desde la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA) consideran “vital” que “los productores alaveses puedan ”diferenciar“ sus vinos y el 25 de septiembre presentarán una campaña con ”una marca paraguas en la que se agrupen las bodegas alavesas que los deseen independientemente de la denominación“, señala Itxaso Compañón, presidenta de ABRA. ”Hace falta que el consumidor diferencie los vinos alaveses respecto a otros para que pueda elegir“, señala. ”Una marca por encima de denominaciones, abierta a las pequeñas bodegas que son la mayoría de la Rioja Alavesa“, recuerda Compañón, que cree que esa diferenciación es un impulso necesario ante una crisis cada vez más profunda. ”La peor en décadas“, dice. Es un modelo intermedio que las instituciones alavesas, particularmente el PNV de Ramiro Gónzalez, habían propugnado ante los riesgos económicos de ruptura con una denominación consolidada como Rioja.

Un informe de ABRA señala que la escasa rentabilidad del producto y el desinterés de los jóvenes en continuar en la viticultura, optando por oportunidades en otros sectores, han provocado el cese de la actividad de 96 bodegas y la pérdida de más de 700 puestos de trabajo en los últimos diez años. El informe detecta, además, “una drástica reducción en los márgenes de beneficio”, producto de la caída en los precios de la uva y el vino, combinada con un aumento significativo en los costos de producción. Esta situación ha generado un aumento en la venta de hectáreas de viñedo, lo que -según la asociación- evidencia la falta de rentabilidad que sufren muchos viticultores.

“El sector de vino de Rioja necesita de soluciones estructurales, no coyunturales”, dice, como las que cree que se han aplicado hasta ahora, como promocionar el destilado del vino excedente. “No ha servido para nada, seguimos teniendo excedentes en las bodegas porque se produce por encima de la demanda”. Si el ratio de almacenaje del vino que se considera rentable suele ser de un 2,8, es decir casi tres cosechas almacenadas - un año para el crianza, tres para el reserva y alrededor de medio año para el vino joven- ahora se está en un ratio de un 3,9. “Esto hace que las bodegas estén llenas porque el vino no tiene salida y lleva a que se compre menos uva y baje el precio que recibe el agricultor”.

Precios a la baja

El año pasado se pagó de media el kilo de uva entre 0,75 y 0,80 euros. “Este año ya prevemos que será menor” dice Bauza, que alerta de que por debajo de 0,70 la rentabilidad para el agricultor es prácticamente nula. Recuerda que la Ley de la Cadena Alimentaria señala que el coste pagado por la materia prima no puede estar por debajo del coste de producción, “pero indudablemente, en un escenario como el que tenemos entendemos que va a ser complicado ya”, señala el representante de UAGA.

“Hay una crisis en el consumo de vino, por diferentes motivos, que está motivando que las bodegas tengan un almacenaje muy por encima de los ratios”. “Esto está haciendo que muchos agricultores no tengan todavía cerrada a venta de la uva a ninguna bodega, porque en un contexto de exceso de stock la necesidad de comprar materia prima no es tan importante”. “Lo normal es que la uva recogida se acabe vendiendo toda, otra cosa es qué condiciones”, advierte.

Bouza señala que el sector se encuentra en la “tormenta perfecta”.“Hace falta dar salida a los excedentes, que se venda el vino para que el precio de la uva suba, pero eso es imposible en un contexto en el que cada vez se consume menos vino”. Rexuerda que “ahora lo mismo a nivel médico, a nivel nutricional, a nivel institucional, a nivel de todo, se está demonizado el consumo de vino como si fuera un consumo alcohólico y eso hace flaco favor”, recuerda. Al margen de que la gente pueda optar por otro tipo de bebidas. “Hace falta que la demanda supere a la oferta, pero ahora mismo está el tema un poquito complicado, estamos en la tormenta perfecta y tenemos muchísimos elementos que apuestan por reducir el consumo en vez de por por facilitarlo”, señala. 

Falta de relevo generacional, también entre los temporeros

La UAGA tiene un servicio de coordinación de temporeros al que están adscritos más de cien explotaciones. Esto permite una contratación y alojamiento de los trabajadores que se desplazan a Álava para recoger la uva con “garantías” y evitar “abusos”. “Normalmente la gente que viene son cuadrillas de temporeros profesionales, que viajan por distintas comunidades autónomas en diferentes campañas de cosechas”, señala Juan Luis Bujanda, responsable de temporerismo de UAGA. Por eso señala que hasta que no empieza la vendimia y “se ve cómo va”, es difícil saber si se van a quedar cortos de personal. “Depende de la rapidez de la vendimia, de si coincide en el tiempo con otras campañas que tenga ocupados a los temporeros...” De momento este año cuentan con un mínimo de 300 personas.

Se trata de temporeros que en su mayoría repiten en la vendimia alavesa, y ya se va notando que empieza a faltar relevo generacional. “Hay padres que llevan muchos años viniendo y ahora traen a sus hijos, pero ellos vienen obligados, no van a seguir, hace falta un relevo generacional”. Son trabajadores en su mayoría con nacionalidad española, afincados fundamentalmente en el sur del país o en la zona de Cataluña pero de origen sobre todo extranjero. “Un 77% es de orien magrebí, un 17% subsahariano y el resto de otros orígenes”. “Hace 25 años había universitarios que venían a la vendima para sacarse un dinero extra, pero ahora eso parece impensable”, dice.

Ante esa falta de relevo, UAGA está ampliando el foco. El año pasado se pidieron temporeros a la Unió de Pagesus de Lleida y también se colaboró con una asociación de refugiados ucranianos con la que se repetirá colaboración este año. Además mantienen contacto con Lanbide para que se pueda derivar parados a esta tarea que se paga a un mínimo de 9 euros la hora, o en el caso de que sea a 'destajo', es decir, que se pague a peso, a 50 euros la tonelada.

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