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OPINIÓN | 'La generación que vendió el mundo', por Enric González
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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Coca Cola y Pepsi-Cola

Andoni Ortuzar, Oihane Agirregoitia e Iñigo Urkullu, en un acto de la campaña de las europeas en Gernika

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En el día que, como algunos anualmente hacemos ante la escultura ‘Aterpe 1936’ - ‘La Huella’ en el Monte Artxanda de Bilbao, recordamos y homenajeamos a los gudaris y milicianos que lucharon contra el bando sublevado en defensa de la democracia durante la Guerra Civil, y subiendo en el funicular (en 'el funi'), leía en prensa escrita un par de informaciones referentes a los más que preocupantes resultados electorales obtenidos por EAJ-PNV el pasado 9 de junio. Uno, un artículo de opinión en un medio editorial vasco y, el otro, el típico y recurrente publirreportaje-masaje en un medio editorial español.

Me gustaría hacer algunos comentarios referentes a sendos contenidos porque mi anterior artículo en elDiario.es/Euskadi se titulaba 'No han entendido absolutamente nada' y a la primera conclusión que llego tras la lectura de las dos citadas piezas es que, definitivamente, siguen sin entender nada, más allá de un par de lloriqueos de los que conocemos como lágrimas de cocodrilo. 

En el primero, y bajo el título 'Un nuevo ciclo, pero con el PNV', el responsable del área Institucional del Euzkadi Buru Batzar de EAJ-PNV, señor Koldo Mediavilla Amarika, viene a decirnos que, con motivo del escrutinio de votos realizado tras las elecciones europeas celebradas el pasado domingo, 9 de junio, le cuesta más expresarse porque las cosas no han ido lo bien que se pretendía y que los resultados no han cumplido con las expectativas que se tenían. No sé yo si creerme esas lágrimas artificiales de parafarmacia, pero tampoco, aunque puede hacerse, omitiré esos tópicos que vienen a decir que “a llorar, a la llorería” o que “a la política se viene llorado de casa”. En resumen, nos dice que el veredicto que la ciudadanía dejó en las urnas puso en evidencia —esta vez con mayor claridad— que existe un cierto nivel de desconexión entre el PNV y su electorado habitual que a lo largo de los años se había mantenido fiel —con altibajos—, pero que en los últimos tiempos muestra un cierto grado de desafección con el partido. 

Voy entendiendo qué es eso del “electorado blando” esgrimido por Andoni Ortuzar, si bien se observa que el señor Mediavilla detecta el error cometido por el presidente del EBB e intenta dulcificar semejantes desafortunadas declaraciones. Y es que, en serio, ¿a quién, en su sano juicio y tras otra debacle electoral, se le ocurre empezar a clasificar a su electorado (militante o no) como votantes “duros” y “blandos”? ¿Es, tan siquiera, medio serio declarar que al PNV ahora le ha tocado “bajadita” en las elecciones, por la polarización y porque tiene una parte del electorado “blando” que en algunos comicios se queda en casa? ¿Es procedente decir que prevé que dentro de poco los jeltzales remontarán “y volverán a ”la pagoda“? ¿Y qué es ”la pagoda“? ¿Serán esos batzokis cerrados, cuando no convertidos en ”bartzokis“? Pues no sé qué opinaran ustedes, pero estas declaraciones pueden sonar a, como dirían los críos, una columpiada en toda regla. No me extraña que el ruido interno vaya 'in crescendo' y que los más variopintos memes se hagan virales en las redes sociales. 

El tan sobado y manoseado argumentario sobre que la polarización de la política en el Estado alimenta el bipartidismo, o que el temor fundado al auge de la extrema derecha provoque un “voto útil” (y de “contención”) hacia las organizaciones más fuertes (como el PSOE) puede ser cierto, pero no puede ser una justificación sólida. De hecho, cogiendo como ejemplo la villa de Bilbao, EAJ-PNV vuelve a perder 31.000 votos y el PSOE sube 5.000. Entonces, ¿dónde están los otros 26.000 votos? ¿En casa? ¿Son esas y esos votantes “blandos”? Personalmente, me parece una total falta de respeto amén de un soberbio y chulesco desprecio hacia el cuerpo electoral. Así no se consigue nada. Al contrario, produce el lógico y tan humano rechazo hacia alguien que predica desde una indisimulada prepotencia. Quiero pensar que alguien no ha contado hasta diez antes de 'soltar' semejante 'boutade'.

Sobre esto último es lo que decía que leía en 'el funi' mientras subía a Artxanda. En este caso, el formato era el de la entrevista, y el protagonista del publirreportaje era el señor Juan Mari Aburto Rique. Además de volver a cuestionar el legítimo derecho a manifestarse, dice no comprender cómo hacen las cosas tan bien y el electorado no lo ve. A primera vista podría quedar patente una grave falla de comunicación. También un desapego entre la ciudadanía y sus regidores. De la misma el alcalde ha terminado por interiorizar que las y los bilbaínos votamos mal. Visto el talante del personaje en cuestión tampoco me extrañaría lo más mínimo, pero supongo que él —también— se refiere al “electorado blando y, emulando al señor Mediavilla, hace referencia a la necesidad de una sincera reflexión. No sé por qué me temo que alguien escribe los mismos guiones y que, como se ha demostrado, ese tipo de discursos no son permeables en la sociedad. Como, y en este caso con razón, dice el señor Mediavilla, ”Algo no va en la relación de sintonía entre nuestra organización política y el conjunto de la sociedad vasca. Seguramente en algo no hemos acertado, pues en poco tiempo, hemos pasado de tener la representación institucional más fuerte e importante de la historia moderna, a caer relegados a la tercera posición en el cómputo de general de votos de la Comunidad Autónoma Vasca“.

A todo lo anterior, hay que sumar la nueva genialidad del de Sanfuentes: convertir al PNV en un “partido digital”, aunque no aclara si él está dispuesto a seguir cuatro años más pese a ejecutar una renovación -no siempre- generacional en sus cargos institucionales. Y cuando digo “no siempre”, me refiero explícitamente a lo acontecido (en plena campaña electoral) consistente en el “asalto” a un palacio por un animador sociocultural para total asombro y perplejidad, tanto del electorado “duro”, como del “blando”.

Termino por el principio. Imaginemos que el PNV es una empresa y que, como tal, está dotada de un equipo de dirección —un consejo de administración— y de unos accionistas. Imaginemos que esos accionistas son los militantes y los votantes. Imaginemos que el PNV es la Coca Cola. Siguiendo este ejercicio de imaginación, imaginen que los dirigentes de la empresa les dicen a sus accionistas en Euskadi que han bajado las ventas por debajo de las 200.000 botellas. Y, encima, les dicen que hay “accionistas blandos” que han pasado a consumir Pepsi (anteriormente conocida como Brad's Drink o Pepsi-Cola) y quienes no lo hacen de la misma 'puede' que hayan dejado de consumir refrescos de tu marca. Les dices que, solo en Bilbao, has perdido en cuestión de meses nada menos que 31.000 consumidores de tu marca.

Al margen de que en esa empresa esos directivos serían inmediatamente cesados simplemente porque no podrían defender, repetidamente, un balance de ventas negativo, el gran problema es cómo hacer que los que, ahora ya no beben tu marca, o beben Pepsi, vuelvan a beber Coca Cola. Cualquiera que se mueva en los mundos de la empresa conoce que es muy difícil conseguir clientes y muy fácil perderlos. Pero lo que es un gran reto es volver a atraer a tu marca a todos esos consumidores “blandos” que has perdido por el camino. Desde luego, eso de llamar “blandos” a tus potenciales “clientes” no creo que sea, ni de lejos, la técnica de marketing idónea. Y, por mucho que se les diga que ahora se va a digitalizar la empresa (cuando ya la tienes digitalizada, pero has pasado olímpicamente de implementarla), suena a la precitada columpiada. Por sonar, suena hasta a tomadura de pelo en grado vacilada “top”, que diría una instagramer, o “muy”, que diría una influencer.

Creo que, hasta entre copa y copa de Godello Monterrei se puede comprender perfectamente, pese a que, como vengo insistiendo, no se haya ha entendido absolutamente nada… O no se quiera entender… O sigan sin intentarlo. Una pena porque, como a unos fiscales y jueces españoles díscolos y altamente politizados les dé por no aplicar la ley de amnistía… Como uno se rebote desde Waterloo… Como otro tenga que adelantar unas elecciones generales… mucha Pepsi se va a beber en Euskadi. Como ya se bebe en Euzkadi, con la misma zeta de zalamero, zaragatero o zaragata. 

Ya decía yo que el chiste del balde de leche de la vaca de la abuela no se podía estirar como un chicle. De hecho, por no hacer, ya ni hace gracia. Creo que era muchísimo más efectivo lo de la analógica alpargata de Anasagasti.

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