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Opinión - Lección de dignidad. Por Esther Palomera
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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Pasado, Juventud y Futuro

Un joven mirando viviendas en venta y alquiler en una imagen de archivo

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Si has nacido entre los años ochenta y noventa, perteneces a la generación Millennial. Probablemente la más criticada y señalada por los adultos, tanto en los medios de comunicación como en la vida cotidiana. Una generación quemada, cansada, desgastada y agotada por el esfuerzo de tratar de mantener un mínimo equilibrio vital con la familia, las amistades, las relaciones, los estudios, el trabajo, la crianza, llegar a fin de mes con uno, dos o incluso tres trabajos precarios.

Pareciera que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y esto no es una simple percepción. Según muchos analistas, por primera vez en nuestra historia, las nuevas generaciones van a vivir peor que las de sus padres y madres. Somos una generación criada bajo el falso mito de la meritocracia y la idea de que con esfuerzo y constancia todo saldrá bien y, si esto no sucede, es por nuestra culpa, porque no nos esforzamos lo suficiente. La gran mentira.

En realidad lo que se ha perdido no es la cultura del esfuerzo, sino las oportunidades. Que la media de edad de emancipación de las personas jóvenes en Euskadi sea elevadísima, no es por falta de esfuerzo, sino porque con sueldos precarios y alquileres por las nubes, es imposible alcanzar la tan ansiada y necesaria independencia para poder desarrollar proyectos de vida de manera autónoma y mínimamente digna. No es un problema individual ni tampoco de las personas jóvenes. Es un problema social y estructural, fruto de un sistema precario que no se va a corregir con viejas recetas.

Juventud, divino tesoro

Desde hace mucho tiempo la juventud ha sido esa época dorada en la que uno puede vivir el presente sin preocuparse demasiado del futuro. Por lo general, una etapa ligada a connotaciones positivas relacionadas con el disfrute, la ambición, el querer alcanzar metas, las ganas de mejorar cada día o con la fuerza del inconformismo. Sin embargo, la sociedad adulta, al mismo tiempo, nos transmite otro mensaje que nada tiene que ver con todo lo mencionado anteriormente. Así, de una manera ambivalente, más que ser un tesoro nos señalan muchas veces como un lastre.

La generación millenial es – sin duda - la generación más formada, pero que al mismo tiempo se tiene que marchar lejos para encontrar un trabajo relacionado con todo lo aprendido

A día de hoy, es muy duro darse cuenta de que todas las aspiraciones con las que una soñaba en la niñez difieren completamente de la realidad. Hoy, lo más común es que los años de estudio se prolonguen eternamente. Hace tiempo que la carrera universitaria dejó de ser suficiente. Ahora tras el máster toca el doctorado u otro máster, para después culminar con un sinfín de prácticas, becas y contratos precarios que te sirven, como mucho, para poder sobrevivir. Lo que nos lleva a la terrible paradoja de que la generación millenial es – sin duda - la generación más formada, pero que al mismo tiempo se tiene que marchar lejos para encontrar un trabajo relacionado con todo lo aprendido.

En este sentido, el ámbito universitario es sólo uno de nuestros posibles caminos, existen otros como la formación profesional, pero aquí también las circunstancias se han endurecido. Por supuesto existen excepciones exitosas, aunque bien comprenderán los adultos que lo grave, es lo normal, lo corriente, lo que vivimos la mayoría y no tanto las premiadas excepciones.

Esta situación nos obliga a tener que plantearnos seriamente si queremos seguir nuestro sueño y poder así responder con realismo a la pregunta que tantas veces nos han hecho en la niñez ¿Qué quieres ser de mayor? La respuesta es bien sencilla, simplemente quiero “ser” y “hacer” lo que sea necesario para poder desarrollarme dignamente, en lo personal y en lo colectivo, y sobre todo, sintiéndome dueña de mi propia vida.

En definitiva, gracias a los adultos por todo lo que nos habéis ofrecido en términos de bienestar y educación. Pero no olvidéis que las reglas generales del juego de la vida se han transformado radicalmente. Ahora la norma es el cambio, la incertidumbre es la rutina y a nosotras y nosotros nos está tocando improvisar cada día. Por ello, os pedimos que dejéis de juzgarnos. La juventud somos el presente y estamos aquí, como siempre ha sucedido, para mejorarlo.

(*) Artículo escrito por la portavoz en el Ayuntamiento de Bilbao y candidata a la alcaldía por Elkarrekin Podemos-IU-Alianza Verde, Ana Viñals y Janire Álvarez, técnica de comunicación.

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