Denuncian el abandono de un migrante en Irún tras ser operado de urgencia: “Tuve que dormir en la calle y un hombre me robó el dinero”
Ibrahima, un joven de 20 años procedente de Conakri, (Guinea) llegó a Irún, último pueblo de Euskadi antes de pasar la frontera hacia Francia, el pasado 3 de septiembre tras un viaje de siete horas de pie en un autobús. El joven, no podía sentarse debido a que sufría un prolapso rectal. Cuando llegó a la estación de autobuses, voluntarios de Irungo Harrera Sarea, organización que ayuda a los migrantes que llegan al pueblo guipuzcoano, tuvieron que llamar a una ambulancia e Ibrahima fue trasladado al Hospital Comarcal de Irún, donde fue operado de Urgencia.
Durante los tres días posteriores, dado su delicado estado de salud, Ibrahima tuvo que ser operado otras tres veces, lo que hizo un total de cuatro operaciones. El día 7, finalmente, fue dado de alta. “La trabajadora social del hospital estuvo buscando dónde podía hacer el postoperatorio de 2 o 3 semanas y pensó que el mejor lugar sería el dispositivo de Hilanderas. Habló con Cruz Roja, que es quien lo gestiona y lo trasladamos allí, donde se quedó”, afirma Ion Aranguren, de Irungo Harrera Sarea a elDiario.es/Euskadi.
El problema ocurre cuando al día siguiente, la trabajadora social del Hospital Comarcal de Irún informa a los voluntarios de la asociación de que “Ibrahima no ha dormido en el dispositivo de Hilanderas, ya que le han dicho que no cumple requisitos y no puede quedarse” por lo que durante dos días pierden la pista del joven.
“A lo largo de esos dos días nos ponemos en contacto con Xabier Legarreta, Director de Migración y Asilo del Gobierno vasco, quien nos dice que en lugar de quedarse en el dispositivo de Hilanderas ha sido traslado a otro dispositivo más adecuado para su situación sanitaria. Bajo la disculpa de la protección de datos”se niega a decirnos en qué dispositivo han alojado a Ibrahima. A nostros nos gustaría más protección a las personas y no tanto a sus datos“, denuncian desde Irungo Harrera Sarea.
Los supuestos requisitos para acceder a ese recurso son, según explica Aranguren, no llevar más de un año en el país, haber entrado por costas y no pasar más de tres días en él. “Al rato de llegar a Hilanderas, acompañado por los voluntarios, me dijeron que no podía quedarme allí, me dieron un papel con la dirección de Zubia y me pusieron en la calle. Cogí un taxi que pagué de mi bolsillo y fui a Zubia, donde no me abrieron la puerta, ya que a la hora que llegué estaba cerrado. Así que, visto que no podía entrar, dormí en la calle. El miércoles 8 intenté continuar mi viaje hacia Francia pero la policía francesa me devolvió en tres ocasiones sin ocuparse de mi situación sanitaria. Tuve que volver a dormir en la calle y un hombre me robó el dinero. El jueves 9 me detuvo la policía española y visto mi estado me llevaron al hospital de Irún. Allí me volvieron a limpiar las heridas de las operaciones y me trasladaron en ambulancia a Zubia”, explica Ibrahima en declaraciones tomadas por los voluntarios después de volverlo a encontrar.
“Todos los días quedan plazas libres en recursos y todos los días dejan en la calle a personas”
“Entre unos y otros han dejado a esta persona sola en la calle. Todos los días quedan plazas libres en recursos y todos los días dejan en la calle a personas que no cumplen sus requisitos. No es habitual una situación de tener que operar, pero no es la primera vez que nos vemos implicados en una situación como esta, ha habido otras dos por lo menos. Siempre les pilla mal a las instituciones. Dicen que no les dejamos trabajar cuando denunciamos este tipo de situaciones, pero quien las sufre, las continua sufriendo en la calle”, asegura Aranguren.
En estos momentos Ibrahima se encuentra en el Centro de Inclusión Zubia, promovido por el Ayuntamiento de Irún. Antes de la pandemia, Zubia era un centro para transeúntes. Sin embargo, actualmente acoge a personas de larga y media estancia. Por su situación de salud, el joven deberá permanecer entre 2 y 3 semanas en el centro. El problema es que los días de labor cierra durante dos horas y los internos se ven obligados a salir. Los fines de semana, las horas de cierre son entre entre 09.00 y 13.00 y 17.00 y 21.00, lo que hace que Ibrahima permanezca en la calle un total de 8 horas al día. “Hay que tener en cuenta que por indicación médica tiene que mantener limpia la herida lavándola con agua y jabón 3 o 4 veces al día, así que como no puede estar sentado se verá obligado a permanecer de pie todas las horas que permanezca fuera de Zubia”, lamentan desde Irungo Harrera Sarea.
El invisible muro de Irún es cruzado cada año por miles de migrantes en su sueño de llegar a Francia. El verano de 2018 supuso un antes y un después en lo que a llegadas a Irún respecta. Cientos de migrantes, en su mayoría hombres, terminaban durmiendo en la estación de autobuses o en las calles del pueblo ante la dificultad de llegar a Francia debido al aumento de controles policiales. Este año, la situación se ha vuelto aún más crítica si cabe, cuando al tratar de cruzar a nado el río Bidasoa que separa Irún de Hendaya como una alternativa a recorrer la frontera a pie, dos jóvenes perdieron la vida. El primero de ellos, en mayo, un joven de 28 años procedente de Costa de Marfil -cuyo nombre se desconoce- que se ahogó durante el trayecto. El segundo, Abdoulaye Koulibaly quien este verano, a principios de agosto, murió tratando de cruzar el río. Cuando fue hallado por los dispositivos de rescate, el joven de 18 años se encontraba en parada cardiorrespiratoria y las maniobras de reanimación no dieron resultado.
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