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Euskadi se matricula en tercero de COVID-19: “Los niños tienen muy naturalizadas las medidas sanitarias”

Aula del instituto Antigua Luberri de Donostia

Alazne Aldayturriaga

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“El curso anterior fue muy bien, fenomenal. El comportamiento de los estudiantes fue bueno y esperamos que este año lo siga siendo”. Así se presenta el nuevo curso escolar, el tercero en pandemia, en el instituto Antigua Luberri de Donostia. Con la enseñanza de los dos anteriores y el proceso de vacunación abierto para las edades comprendidas entre los 12 y 16 años, los profesionales de la red de centros educativos de Euskadi afrontan este curso 2021-2022 con cierta “tranquilidad”, si bien les preocupa que después de este verano los jóvenes no respeten tan a rajatabla las medidas de seguridad propuestas por el Departamento de Educación este lunes.

Los colegios e institutos de Euskadi preparan la vuelta a las aulas de los alumnos con la experiencia del curso anterior, en el que se establecieron los llamados 'grupos burbuja' en las aulas de Educación Infantil. Para este nuevo regreso de los estudiantes, el protocolo recoge la formación de los 'grupos burbuja' también en Educación Primaria, pero con la obligatoriedad del uso de la mascarilla. Los alumnos de primero y segundo de Secundaria tendrán, como los de Primaria, la posibilidad de trabajar en subgrupos estables de tres a cinco estudiantes. Por esa razón, la directora del colegio Zuhaizti de Donostia, Ainhoa Arzalluz, y la jefa de estudios, Bego Bastarrika, en el que se imparten Educación Infantil y Educación Primaria, hacen frente a septiembre con más “calma” que el año pasado. “Lo tomamos con otra calma, es una situación que empezamos a conocer, por mucho que pueda cambiar. Si hay algún positivo sabemos qué hacer, y tendremos a los responsables de COVID-19 desde el primer día”, apuntan.

Además, Bastarrika ve necesario felicitar a los pequeños, pues, en su opinión, “tienen mejor interiorizadas las medidas y recomendaciones, como el uso de mascarillas y geles hidroalcohólicos”: “Una vez entré a una clase de quinto a hacer una sustitución y había dos botes de gel. Fui a coger uno y todos me chillaron '¡ese no!, ¡ese está caducado!' Lo tienen muy naturalizado”. En Zuhaizti, los alumnos no estarán vacunados, ya que todos son menores de 12 años. Por el momento no hay vacunas contra la COVID-19 autorizadas para la edad pediátrica. No obstante, no es una circunstancia que les preocupe demasiado. “Aunque ellos no estén vacunados, se supone que los padres y las madres lo estarán, los profesores y demás trabajadores también”, señala la directora del centro.

En el caso de Antigua Luberri, al menos parte del alumnado estará vacunado para cuando comience el curso escolar. El Gobierno vasco aspira a llegar a esta vuelta al cole con el 70% de los estudiantes mayores de 12 años con, al menos, una dosis de la vacuna contra la COVID-19. El 68% tenía al menos una dosis hasta este jueves. Mientras, después de un verano en el que los jóvenes han tenido la oportunidad de socializar de nuevo, de andar sin mascarilla, “puede que haya más problemas para imponer las medidas de seguridad, que siguen siendo las mismas que durante el curso pasado”, apostilla el director de Antigua Luberri, José Javier Fernández. “El año pasado funcionaron, fueron las medidas adecuadas, y este año esperamos que sea igual”, añade.

Cuando la pandemia irrumpió en Euskadi, a finales de febrero de 2020, se expandió rápidamente por Álava. El 9 de marzo no abrieron un colegio de Vitoria, Odón de Apraiz, y los de Labastida, en la Rioja Alavesa. Esa misma mañana el Gobierno vasco decretó el cierre de los centros educativos de toda Vitoria y Rioja Alavesa a partir del día siguiente y por dos semanas, es decir, hasta el 23 de marzo. Sin embargo, el regreso a las aulas no llegó a realizarse en la fecha fijada. El jueves de esa misma semana, el 12 de marzo, se ordenó cerrar toda la red educativa de Euskadi y la nueva fecha fijada para la reapertura fue el 30 de marzo. No obstante, ese fin de semana comenzó el estado de alarma y, con él, el confinamiento domiciliario. Así, el alumnado vasco tuvo que esperar hasta mayo para poder volver a la educación presencial, y tampoco lo hizo en su totalidad. El Ejecutivo vasco intentó adelantar ese retorno a las aulas al 18 de mayo, cuando Euskadi aún no se encontraba en la fase 1 de la desescalada, pero acabó por echarse atrás. Finalmente, los alumnos de segundo de Bachillerato que tenían que preparar la Selectividad y los de cuarto de la ESO pudieron terminar el curso de forma presencial desde el 25 de mayo.

A la vuelta de verano, la previsión fijaba que el curso 2020/2021 diera comienzo el 7 de septiembre, pero no fue así. La vuelta al cole se llevó a cabo a partir del día 14 y de forma escalonada. En total hubo 17.554 aulas en la red educativa de Euskadi. 79 de ellas comenzaron el curso clausuradas y tampoco pudo abrir el colegio Zumadi, en Amezketa (Gipuzkoa), por el positivo de un profesor. Para la directora de Zuhaizti, lo más complicado del curso fue el comienzo: “Hasta que llegaron los responsables COVID-19, todo fue un caos, cuando salía un caso sospechoso parábamos todo, pero desde que llegaron todo fue más sencillo. Gestionaban todo cuando se daba un positivo, se ponían en contacto con Educación, con las familias, todo”.

Así, el día con más centros afectados en todo el curso escolar fue el 24 de septiembre, tan solo una semana después del comienzo oficial. Ese día, 198 centros contaban con alguna aula cerrada. Al día siguiente, el 25, el número de aulas clausuradas toco techó. Fueron 280 en 188 centros, aunque ninguno tuvo que permanecer totalmente cerrado. No se ha dado nunca la estadística de cuántos colegios han tenido positivos, pero sí es público que son muy pocos los que han tenido que cerrar del todo por alta incidencia. El caso más sangrante fue el del colegio Waldorf Geroa de un pueblo próximo a Vitoria, un centro negacionista que recelaba del uso de mascarillas y que originó un macrobrote. El asunto pasó a manos de la Fiscalía y de los tribunales.

Hubo también una huelga como 'bienvenida' al nuevo consejero de Educación, Jokin Bildarratz, que asumió el cargo precisamente a primeros de septiembre tras dos legislaturas con Cristina Uriarte al frente de la segunda cartera con más presupuesto de la Administración vasca.

“Actitud muy improvisada”

Según los datos de matriculación, durante el curso anterior hubo en Euskadi 78.045 alumnos en Educación Infantil, 128.231 en Primaria, 87.410 en Educación Secundaria Obligatoria, 32.669 en Bachillerato, 43.760 en Formación Profesional, 1.571 en ciclos especiales de todas las edades y 16.264 en Educación Para Adultos. En total, la red educativa contó con 387.950 alumnos, de los que el 53% acudió a centros públicos.

Para Steilas, principal sindicato educativo de Euskadi, el Departamento de Educación mantiene una “actitud muy improvisada” en relación con la toma de decisiones de las medidas que conforman el protocolo de prevención de la COVID-19 y, el año pasado ya temió que la vuelta al cole fuera caótica. “Llama la atención que a 25 de agosto se estén tomando decisiones que se podían haber tomado hace muchísimo tiempo. Sobre todo, con decisiones como la bajada de ratios, que no se dio el año pasado y este año tampoco se va a dar. Son medidas que se pueden tomar en la situación excepcional en la que estamos pero que también a largo plazo implican algo positivo a nivel pedagógico. No entendemos la resistencia del Departamento de Educación y del Gobierno vasco para hacer una inversión real”, señala Nagore Iturrioz, portavoz del sindicato.

ELA, por su parte, ha exigido que se revisen las ratios para agilizar la carga de trabajo, que se tomen medidas para paliar la “grave” situación de temporalidad y que se elaboren planes de prevención en los centros educativos. El sindicato ha recordado que el pasado curso escolar llegó acompañado de una huelga y asegura que, pese a que el nombramiento de Bildarratz como nuevo consejero permitió vislumbrar el abandono de “la unilateralidad y la falta de negociación”, terminó sin que esas intenciones se plasmaran en iniciativas. En ese sentido, amenaza con mantener una “dinámica movilizadora” si desde Educación no se brindan soluciones a “los problemas reales de la gente”.

Educación estima en unos 200 millones el coste de las medidas especiales que se mantendrán este cursos. Son unos 150 para la red pública y 50 para la privada, que representa casi el 50% del alumnado sumados los concertados religiosos e ikastolas. El dinero irá a contratar 1.000 profesionales de refuerzo en materia docente y otros tantos para otras funciones como comedores. Se estima que Educación gasta cada mes un millón de euros en geles y otros productos de higiene.

Asimismo, el consejero Bildarratz incidió en que van a tomar en consideración la salud mental en este nuevo periodo escolar. De hecho, citó como aliciente el regreso “sin ninguna limitación” de las extraescolares y de los entrenamientos y competiciones de deporte escolar. También de los barnetegis, espacios para la inmersión en euskera. Ante ello, Fernández cree que es necesario, pues los alumnos se encuentran en un “período importante en sus vidas en el que están creciendo, adquiriendo experiencias, aprendiendo, y durante un año y medio se les ha condicionado la vida. Seguro que en más de un alumno eso ha tenido efectos psicológicos”. Iturrioz coincide con el director del centro; no obstante, cree que el Departamento “se maneja muy bien en las palabras, pero los hechos no se le dan tan bien. Es esencial que se trabaje en estos momentos en la salud mental, pero para eso debería haber planes educativos. El Departamento lo nombra, pero luego cuando se lleva a la práctica no se ve en qué se realiza”.

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