“La historia de las derechas alavesas es una historia de familias, no de partidos”
Con 'Profetas del pasado. Las derechas en Álava', los historiadores de la UPV Antonio Rivera y Santiago de Pablo cierran su trilogía sobre las grandes ideologías y tradiciones políticas en la provincia: las derechas, el nacionalismo y las izquierdas. Pero cuando se comprueba el volumen del último libro lo primero que salta a la vista es que dobla en páginas a los otros dos. ¿Por qué? A Rivera le sale de carrerilla la explicación. “Tiene 780 páginas, como los otros dos juntos. Las derechas en Álava son los sujetos protagonistas de los sucesos históricos de los dos últimos siglos. Por diferentes circunstancias han ostentado el poder político, social, ideológico…. Por fuerza tenía que ser un libro voluminoso: son protagonistas en los últimos 225 años y, además, han ejercido el poder”.
Es decir, en el libro se habla de los que mandan, de esos personajes cuyas decisiones influyen en todos los demás. “Del nacionalismo y las izquierdas cuando se habla, excepto de los últimos 40 años, es del colectivo que recorre por los márgenes de la sociedad, que están en una cierta resistencia y sus actuaciones no tienen la misma repercusión de los que mandan”, resume Rivera.
La larga y profusa historia de las derechas en Álava se resume en un puñado de apellidos. “Cuando hablamos de derechas”, resalta Rivera, “hay que hablar de apellidos y familias más que de partidos propiamente dichos. Esas familias se han sucedido en el poder durante dos siglos”. Y es que la esencia de las derechas radica en enseñar a los niños desde pequeños que por su apellido están naturalmente llamados a gobernar sus sociedades, que lo pueden hacer “apelando a la influencia o el poder de sus casas”.
“La pertenencia y participación en ámbitos de izquierda, por propia definición, es una elección personal. Por lo tanto, las continuidades familiares, salvo en lugares donde la cultura política esté arraigada extraordinariamente bien, no existe. En cambio, en las derechas es la familia la que se encarga de mantener viva, tanto por entusiasmo como por interés, la cultura política. El poder político es una herencia del poder económico y social. Hay una naturalidad en la sucesión. Cuando Alfonso Alonso hereda la alcaldía de un alcalde como José Ángel Cuerda, que se retira tras 20 años en el cargo, a cualquiera le hubieran temblado las piernas. En cambio, Alonso, un niño de 30 años, lo hace de forma natural. Tiene la genética del poder. Está educado en su tradición familiar para que piense que ahora le toca gobernar a él”. Evidentemente, esta forma de comportamiento es diametralmente opuesta a la izquierda.
Sin lugares comunes
Uno de los objetivos del volumen de Ribera y de Pablo es desechar el lugar común de que la derecha es igual a franquismo, a autoritarismo. “Se trata de una ideología política, una mirada y una visión del mundo. La derecha en Álava no es única, hay varias, que evolucionan a lo largo de los siglos. Por eso hablamos de las derechas. Se manifiestan en ámbito liberal-conservador, que hacen suyo el dogma liberal de progreso continuo, libertad económica, política, y libertad de pensamiento. Este es un sector muy importante y el que manda, pero no es el mayoritario. En Álava, ese lugar le corresponde a la derecha tradicionalista y antiliberal, que desde finales del siglo XVIII impugna el dogma liberal y pretende mantener a la sociedad en los parámetros del siglo XVIII y resistirse a cualquier cambio. A lo largo del tiempo y dependiendo de quién sea el enemigo, las derechas se enfrentan entre sí o se juntan para combatir a un tercero, como ocurre en la Guerra Civil”.
El repaso a 225 años de historia arroja el retrato de muchas familias alavesas, de sus vicisitudes y de su influencia. “Y, sobre todo, de los matices. Porque no se puede arrojar a todos en el mismo saco. Nadie es heredero de los pecados de sus padres. Por eso alguno dejo caer, por ejemplo, frases como 'mi abuelo era de derechas, pero era buena persona”, apunta de Pablo.
La derecha mantiene el poder en Álava, salvo algunos años de la Segunda República y durante la transición. “En los últimos 200 años, bien con la compra del voto o falsificándolo, por una participación política menguada, por la dictadura, o incluso en elecciones abiertas, la derecha ha tratado de mantenerse en el Gobierno. En los últimos años es cuando lo tiene más difícil al tener que competir en igualdad de condiciones con el resto o, al menos sin ventajas, en una sociedad moderna, que ha quitado los condicionantes ideológicos. Tras el franquismo, la derecha españolista está deslegitimada y no recupera la posición hasta finales de los 90. ¿Por qué? Las derechas siempre han estado divididas, pero ahora están unidas. Es la primera vez en dos siglos. Todos juntos, esa es su fortaleza. Una novedad”. Hasta el punto de que Ramón Rabanera fue el primer diputado general de Álava en repetir en el cargo. “Cuando se llega al poder en sociedades competitivas todas las aristas las dejas por el camino. De lo contrario, nunca tendrías los suficientes votos. Captar gente de otros espacios es lo habitual del poder, tiene capacidad de seducción. Ensancha sus posiciones y colinda con los que le hacían frente”.
Según Rivera, en Álava “hay sustrato” para que triunfe la derecha. “Hay una base que se mantiene después del franquismo, cuando la derecha estaba más desprestigiada, pero se recompone rápido. La izquierda muchas veces cree que lo que se ve en la calle moviéndose y agitándose son los únicos que van a votar. Y se equivoca porque el resto de la sociedad permanece en su casa, pero tiene claro su voto”.
La derecha es un movimiento reactivo, se organiza políticamente cuando surgen las ideas de izquierda. “La derecha cree en la continuidad natural de las cosas. La derecha es los antiutópicos. Lo que más odia la derecha es el pensamiento utópico porque no es natural, es una racionalización del hecho natural. Por eso, está en contra del aborto. Porque supone interrumpir por decisión humana un proceso natural”.