La innovación médica también tiene sus riesgos
¿Puede generar la medicina riesgos para los profesionales que la ejercen? Aunque el único fin de la medicina es curar, paradójicamente en ocasiones las innovaciones médicas también comportan un riesgo para los pacientes y los profesionales. Es algo que los expertos aceptan como un peaje a pagar. Es el caso de la medicina nuclear. Romain Lonceint, de la Universidad de Nantes, ha presentado en el X Congreso Vasco de Sociología y Ciencia Política, celebrado en Bilbao, un estudio sobre los riesgos que comporta la aplicación de esta técnica.
La medicina nuclear es una especialidad médica que se ha desarrollado a partir de la segunda mitad del siglo XX. Se basa en la utilización de radiofármacos con fines de diagnóstico y terapéutico. En el caso de la medicina nuclear de diagnóstico, el radiofármaco se administra al paciente y luego es detectado por una cámara externa una vez fijado en el órgano a examinar. La captura de la radiación emitida por el radiofármaco permite la producción de imágenes de la parte del cuerpo investigada (riñones, huesos, tiroides, etc.). “Esta técnica de imagen médica, llamada gammagrafía, se utiliza no sólo para la búsqueda de patologías, como cánceres, sino también para evaluar la eficacia de tratamientos médicos”, explica Lonceint.
A diferencia de otras técnicas como la radiología, la aportación de la medicina nuclear es la obtención de imágenes funcionales, las cuales muestran como están funcionando los órganos y tejidos explorados. La terapia en medicina nuclear también se basa en la administración de un radiofármaco al paciente, pero a diferencia del diagnóstico, su propósito es destruir las células cancerígenas. Esta técnica se utiliza en el tratamiento de cánceres de tiroides con la administración al paciente de un radiofármaco basado en yodo radiactivo.
En medicina nuclear, el trabajo de curar se reparte entre dos grupos profesionales: médicos y técnicos en medicina nuclear. En el servicio investigado por Lonceint estos técnicos son todas mujeres. “Las técnicas retocan las imágenes antes de que las vea el médico. Pero sobre todo, las trabajan sobre el cuerpo físico del paciente, lo que incluye la administración del radiofármaco al paciente y su instalación debajo de la cámara”.
La administración del radiofármaco consiste en la inyección, a menudo por vía intravenosa en el brazo, a un paciente que está sentado o tumbado en función de su estado. Una vez que el radiofármaco ha sido inyectado al paciente, las técnicas instalan al paciente debajo de la cámara para hacer las imágenes. “Se trata de un momento bastante delicado pues consiste en manipular y colocar un cuerpo frágil [el paciente enfermo, mayor], pero también un cuerpo imprevisible que hay que controlar”.
Participación de familiares
“El trabajo realizado en el cuerpo físico del paciente es una fuente de riesgos potenciales para las técnicas de medicina nuclear. Les expone a dosis bajas de radiactividad cuyos efectos son inciertos para la salud. La exposición a la radiactividad proviene del radiofármaco, pero sobre todo del propio paciente una vez que la técnica le ha inyectado el radiofármaco”. Es decir, que el paciente se convierte en la ‘fuente radiactiva’ debido a que emiten radiaciones durante un periodo que corresponde al decaimiento radiactivo, que dura algunas horas o algunos días en función de los radiofármacos utilizados. Se trata de una especificidad de la medicina nuclear con respecto a otras especialidades médicas: las radiaciones no provienen de un tubo de rayos X como en radiología por ejemplo, sino del propio paciente al que se le inyecta el radiofármaco.
En definitiva, el trabajo sobre el “cuerpo físico” realizado por las técnicas consiste en curar al paciente y al mismo tiempo protegerse de los riesgos posibles, es decir protegerse del paciente después de la inyección del radiofármaco. “Esta contradicción en el trabajo [curar y protegerse] es objeto de una gestión colectiva por parte de las técnicas en medicina nuclear que se reparten este ‘trabajo sucio’, pero también por delegación de una parte de este trabajo a los familiares y a los propios pacientes. Así pues, el riesgo radiactivo individual está gestionado colectivamente en medicina nuclear”.
Por ejemplo, los padres que acompañan a su hijo pequeño al servicio de medicina nuclear. Sujetan a sus hijos para que no se muevan durante la realización de las imágenes a pesar de que el hijo emite radiaciones. “Delegar este trabajo”, explica Lonceint, “no solo favorece el buen desarrollo de los exámenes y tratamientos, sino que también permite reducir la exposición de las técnicas a la radiactividad. Por ejemplo, una técnica nos comentó que si tuviera que dar la mano a todos los niños pequeños durante los exámenes. Se trata de una cuestión de acumulación de dosis: las técnicas de medicina nuclear justifican esta práctica diciendo que su exposición a la radiactividad es continua mientras que la de los padres es ocasional”.