Gotzone Sagardui: “Hemos perdido el miedo; en la calle seguimos con mascarilla, pero la playa, el parque y el ocio parecen otro planeta”
Gotzone Sagardui (Bilbao, 1966) recibe a este periódico en una sala de reuniones pegada a su despacho antes de la enésima reunión del Consejo Interterritorial. Desde ella se ve el hospital de Txagorritxu, donde aparecieron los primeros casos de coronavirus en Vitoria allá por febrero de 2020. La estancia la preside un retrato del lehendakari, Iñigo Urkullu, pero sobresale en ella una galería de cuadros con sus predecesores en el cargo, entre los que hay ya un hueco para la propia Sagardui, a punto de cumplir un año en el puesto. Sonríe la última de la fila Nekane Murga y miran también Jon Darpón, Rafael Bengoa, Gabriel Inclán, Iñaki Azkuna o Alfredo Espinosa, un republicano que fue fusilado y que da nombre al hospital de Urduliz. Sagardui es reacia a concretar nuevas restricciones pero sí insiste en lanzar mensajes de prudencia y en recordar a los jóvenes que no están exentos de riesgos en esta nueva ola. Se hace acompañar del último informe epidemiológico y de otras notas que solamente consulta para tratar de minimizar las irregularidades en la OPE médica de 2018, ya que fue una convocatoria con más de 72.000 aspirantes. Después de 48 minutos de conversación, la primera alerta que entra en el móvil es la decisión del Tribunal Constitucional de dejar sin efecto el primer estado de alarma.
¿'Prudencia' parece que es su palabra favorita?
Efectivamente. Creo que es la que mejor puede definir cómo nos tenemos que comportar. Hemos estado en momentos en los que la pandemia ha tenido una evolución muy favorable y en otros momentos en los que nuevamente estamos como estamos ahora, en una situación preocupante. Lo que tenemos que hacer en todo momento es mantener al máximo las medidas preventivas de la pandemia. Con esperanza, sí, pero siempre con prudencia,
Con la dimensión que está adquiriendo esta ola, ¿no es ya el momento de adoptar nuevas restricciones?
En Euskadi tenemos una comisión técnica que es la que asesora al Labi. Esa comisión técnica, además del seguimiento que hacemos diario de la evolución de la pandemia, mantiene sus reuniones y habrá que ver cuál es el dictamen que emite respecto a la necesidad de adecuar las medidas que tenemos vigente. Porque medidas las tenemos, ¿eh? Y las que tenemos hay que cumplirlas también.
En Valencia hay toque de queda en algunas localidades, en Catalunya hay recorte horario en el ocio nocturno y Cantabria también está planteando el toque de queda. Parece que el contexto general invita a más restricciones.
El contexto general lo que de alguna manera también reitera es que las comunidades deberíamos de tener elementos que nos puedan permitir tomar decisiones de una manera autónoma cuando sean necesarias. Y, sin embargo, ya sabemos que no todas ellas están en nuestras manos. Aquí lo hemos vivido y ahora mismo creo que se está viviendo respecto a ésta que me plantea [toque de queda]. Dependemos de las distintas decisiones que luego están adoptando los distintos tribunales. Porque no olvidemos que la restricción de la movilidad, en este caso movilidad nocturna, no es algo que esté avalado por todos los tribunales. No es una competencia directa que nosotros podamos ejercitar.
Pero este debate ya se ha planteado y parece que sí sería posible con un estado de alarma. ¿Se plantearía en su caso pedir un estado de alarma para tener ese toque de queda?
Cuando el 9 de mayo se acabó el estado de alarma, el lehendakari ya manifestó cuál era la situación en la que nos encontrábamos y como considerábamos que las medidas que estaban establecidas debían de continuar porque necesitábamos una mayor mejoría de la situación epidemiológica que estábamos viviendo. Sin embargo, eso no fue considerado y ha venido acompañado de otro tipo de medidas de relajación. Ya dijimos que pensábamos que había que proceder a una desescalada más lenta, más sosegada.
Precisamente algunos expertos han manifestado que justamente se ha desescalado muy rápido. Ocurrió el verano pasado, en Navidad, en Semana Santa y quizá también ahora. ¿Se arrepiente de haberse precipitado en algún momento?
Creo que nosotros en todo momento lo que hemos hecho ha sido valorar cuál era la situación y cuál era la circunstancia. Hemos adoptado un número de medidas que se han mantenido estables en su gran mayoría y otras que han podido adecuarse a determinados momentos, como fue el ámbito previo a la Navidad y el mes de diciembre. Pero no hubo relajación de medidas. Las medidas seguían estando vigentes mayoritariamente.
Hace una semana decidieron no endurecer las medidas. Se planteó que no se preveía superar los 300 de tasa de incidencia. El lehendakari incluso habló de un período de cinco días críticos. Todo eso se ha visto ya superado por la situación actual.
Hay unos indicadores que tienen que verse en su conjunto. Tampoco nos vamos a olvidar de que estamos en unas circunstancias distintas a las que estábamos. La evolución de la vacunación ha sido muy positiva y la progresión de la pandemia en el mes de junio era muy muy positiva. ¿Que la tasa sea de más de 300? Es un indicador negativo de evolución. Evidentemente, cuanto más se aleje de ello, más preocupación y más peso tendrá en la valoración que se hace de la situación.
Al margen de las restricciones, están recomendando reducir la movilidad o interacción social, incluso utilizar siempre la mascarilla también en la calle. ¿Cómo va a ser el verano de la consejera? ¿Siempre lleva en la calle mascarilla?
Hemos perdido el miedo. ¿Por qué? Pues porque las personas salen de la UCI mayoritariamente, salen de planta y tienen una evolución favorable, llevamos días sin fallecimientos, … Son noticias buenas. Son éxitos. Pero nos pueden llevar a una falsa seguridad porque nos hacen alejarnos de la realidad. Ya nos ha demostrado este virus que utiliza cualquier resquicio para poder contagiar. Yo me alegro cuando voy por la calle y veo que mayoritariamente seguimos utilizando la mascarilla. Yo utilizo la mascarilla continuamente en los exteriores también. ¿Por qué? Porque es una medida que se ha mostrado eficaz. Pero, por otro lado, me sorprendo porque voy a la playa, a un parque o a un espacio de ocio al aire libre y parece que es otro planeta distinto. Estamos más relajados y entonces nos quitamos la mascarilla. No debemos de perder ese miedo. Tenemos que seguir poniendo todo lo que está en nuestra mano. Y una de las medidas más efectivas, más fáciles, es la mascarilla. El uso continuado de la mascarilla.
Hay una ley aprobada en el Parlamento Vasco que prevé el uso obligatorio en todo momento. ¿No es posible activarla o está por encima la disposición estatal?
Así es. Así lo tenemos previsto. Consideramos que es una medida que ha demostrado ser efectiva y que demuestra seguir siendo efectiva. Efectivamente, aprobamos una ley para poder tener herramientas que nos acompañen en mejorar y en tratar de erradicar esta pandemia.
Que los contagios se han disparado tras los viajes de fin de curso y fiestas parece una obviedad. ¿Qué grado de responsabilidad se le puede atribuir a los jóvenes en todo esto?
Responsabilidad individual tenemos todos y todas. No es dónde estemos, sino cómo nos comportamos. Ésa es la clave. Y cuando nos relajamos, tendemos a bajar la guardia. Tendemos a relajar las medidas preventivas y es entonces cuando se producen los contagios. Y luego está la repercusión que el contagio de uno mismo puede tener en el entorno. Usted ha mencionado una de las circunstancias de movilidad que se ha dado en los últimos tiempos, como es la de los viajes de estudios y fiestas. Ocurre a miles de kilómetros de aquí, pero luego la incidencia se ve reflejada en el entorno más cercano.
¿Y qué grado de responsabilidad tienen los padres y las madres de esos adolescentes que han ido a estos viajes y luego han regresado contagiados?
Estoy segura que los padres y madres han hecho insistencia en que se siga manteniendo la máxima de las prudencias, el mayor de los cuidados. Yo soy madre de hijos adolescentes y es algo que comparto con ellos todos los días. Lo que ocurre es que nos comportamos distinto. Todos estos jóvenes han sido también partícipes del curso escolar y ha sido un éxito. Ha sido un éxito. Hemos sido capaces de garantizar el desarrollo del curso escolar con una gran índice de normalidad y de presencialidad.
La presión hospitalaria no es la misma que en otras fases de la pandemia, pero usted ha puesto el ejemplo de una persona de menos de 14 años grave en la UCI. ¿Es un aviso a navegantes?
No cabe duda de que es una buena noticia que tengamos menos personas en planta o en las UCI. Cada alta en UCI o en planta es un éxito. Pero a mayor número de positivos, mayor incidencia en el sistema asistencial. Desde la primaria hasta la hospitalización y hasta la UCI. Sean de 14 años, de 20 o de 24, se trata de relatar la importancia que tiene y la gravedad que se puede llegar a adquirir una vez contagiado. Las personas jóvenes tienen una mayor capacidad de defensa o de recuperación ante el contagio, pero no están exentas de esa gravedad. Cuanto mayor sea el número de positivos, mayor riesgo tenemos de incrementar el número de atenciones a todos los niveles sanitarios. Tener una mejor predisposición y una mejor defensa hacia el virus no nos libra de ese peligro. Es real. Es real el vernos ingresados en una UCI con un alto riesgo por nuestra vida.
Hay muchísimos jóvenes que están con síntomas y que incluso han perdido algún sentido. ¿Merece la pena? ¿Se ha explicado lo suficiente la consecuencia del contagio?
Venimos insistiendo respecto al riesgo… Todos –todos- estamos cansados y todos queremos volver a esa socialización a la que estábamos acostumbrados. Pero nada que ponga en riesgo la vida merece la pena. Ahí también está la voluntad individual de contribuir a tratar de preservarse lo mejor posible. Hay una parte de responsabilidad que está en nosotros, en nuestro comportamiento. Esto no es una culpabilización, pero seguiremos insistiendo e insistiendo, sin descanso, en la importancia de que nos cuidemos. Por uno mismo y por los demás. Hay imágenes de Salou, de Hernani o de Mallorca en las que se ve que el número de personas en torno a un evento ha sido grande. Y ésas no son las circunstancias que aconseja una pandemia. Por otro lado, están las variantes. Delta no está mostrando una mayor letalidad que la variante alfa, pero sí es cierto que está ocupando aquellos espacios que se le permiten con una gran rapidez. Si sumamos una rapidez en la transmisión a un gran número de personas que se concentran en un espacio en el que hay posibilidades de contagio, se dan las dos circunstancias adecuadas para que los resultados sean los que estamos obteniendo. Aprovecho para seguir invitando a la participación en los cribados. La respuesta ha sido buena pero nosotros vamos a seguir manteniéndolos abiertos mientras entendamos que nos puede ayudar a tratar de detectar con la mayor de la rapidez aquellas personas que pudieran estar contagiadas o aquellas personas que pudieran positivizar.
En unas semanas se han disparado los casos de la variante delta un 300%. ¿Es la predominante?
Se tienen que consolidar las tendencias, pero sí es una evidencia que el número de positivos identificados como de variante delta se ha incrementado. Rondamos en estos momentos el 60-70%.
Esta variante exige protocolos reforzados de contactos en el rastreo. ¿Se está colapsando la red de rastreadores?
En la medida en la que suben los casos, la tensión en las redes de rastreo se nota, evidentemente. Por dos motivos. Por un lado, porque son un gran número de casos. Segundo, por el número de contactos de cada uno de los casos. No sólo se ha incrementado el número de personas contagiadas, sino también la interrelación social de cada una de esas personas. Al menos se ha duplicado el número de personas con las que interacciona cada positivo. Todo ello incrementa la carga de trabajo de la red de rastreo.
¿Está colaborando la gente? ¿Se cumplen las cuarentenas? ¿Se están dando todos los nombres de los contactos?
En Euskadi no hemos evidenciado un incumplimiento de las cuarentenas. Tenemos casos, pero no dejan de ser puntuales. Sí es cierto que en ocasiones nos cuesta más llegar a la identificación de los contactos. En ocasiones, cuando recibimos la llamada de la red de rastreo, sentimos como que nos ha pillado. Lo que nosotros pretendemos es ayudar, es colaborar, identificar a los positivos cuanto antes para tratar de hacerles el seguimiento más adecuado en el cuidado de su salud. Identificar a los contactos para tratar de evitar que se expanda el virus. No tenemos ninguna vocación sancionadora, ninguna. No es nuestro interés. Nuestro interés es frenar la propagación del virus. Hago un llamamiento a que colaboremos al máximo.
Las variantes eta, kappa y épsilon ya están aquí. No aún lambda. ¿Hay riesgo de que alguna de ellas pueda escapar a la protección de las vacunas?
Esto ha sido un continuo durante la pandemia. Hemos vivido la aparición de mutaciones continuas que se han desarrollado en distinto grado. De hecho, por eso se produce la sustitución de la cepa salvaje por la cepa británica, que pasa a ser la predominante. Ahora estamos con delta. Habrá que ver qué es lo que ocurre ahora. Veremos a ver. Pero a mayor número de contagios, mayor riesgo de mutaciones. Y, a mayor riesgo de mutaciones, también lo hay de que las características de algunas de estas nuevas variantes pueda ser distinta y puedan escapar tal vez de las vacunas, que son la mayor y mejor herramienta que tenemos ahora para prevenir los contagios.
Algunos expertos avisan de que con variantes como delta y otras el porcentaje del 70% con inmunidad de grupo incluso podría ser insuficiente y que habría que pensar en un 90%.
Nuestro objetivo siempre ha sido el mismo: inmunizar al mayor número de personas posible. Mejor siempre el 80% que el 70% y el 90% que el 80%. Y si fuera el 100%, aún mejor. Toda persona que por el motivo que sea hasta ahora no ha querido vacunarse sabe que tiene la puerta abierta de Osakidetza para poder hacerlo, con independencia del grupo etario al que haya podido pertenecer.
¿Cuándo llegaremos al 70%? Los jóvenes han solicitado citas masivamente.
Efectivamente. Ha sido una muestra de responsabilidad a diferencia de lo que ha ocurrido en otros países. Hay una conciencia social de la importancia de adquirir inmunidad y los jóvenes han dado una muestra de esa preocupación que tienen. El número de citas ya pasa de las 130.000. Fueron más 85.000 el primer día. Eso es una buena noticia. ¿Cuándo alcanzaremos el 70%? Esto no es una cuestión de capacidad. Es una cuestión de disponibilidad de vacunas. En un único día hemos llegado a administrar cerca de 37.000 vacunas en Euskadi. Si las tenemos, nos vamos las vamos a administrar.
Janssen no está recomendada para menores de 40. AstraZeneca no se aplica más que en la franja de 60 a 70 años. Todo apunta a que van a sobrar vacunas de estas dos marcas.
Como le digo, vamos a mantener abierta la puerta a todas las personas mayores de 40 años que quieran seguir incorporándose a la campaña de vacunación. Por otro lado, estoy segura que aquellas dosis que no resulten necesarias porque tengamos cubierta la administración en los colectivos tendrán un buen destino. Si no es en Euskadi, estoy segura de que seremos capaces de utilizarlas. Ninguna vacuna es peor que no vacunarse.
Al terminar esta entrevista va al Consejo Interterritorial, como cada miércoles. ¿Cómo ha sido la cogobernanza? ¿Cuál es su relación con la ministra Carolina Darias?
Es una relación de cordialidad. Pero mantenemos nuestras diferencias en ocasiones, nuestros distintos puntos de vista, porque también nuestras responsabilidades son distintas. Tal vez no pensemos que las decisiones adoptadas sean las más acertadas. Hemos mostrado la posición de Euskadi cuando así lo hemos considerado dentro del Consejo Interterritorial semanal que venimos celebrando. En ocasiones, se ha venido con las decisiones adoptadas cuando lo que había que hacer era adoptarlas dentro de del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. En ocasiones, el carácter decisivo del Consejo Interterritorial ha quedado relegado a un segundo lugar.
Se cumple ahora un año de las elecciones. Pronto también se cumple un año de la conformación del Gobierno. ¿Cuántas horas trabaja al día una consejera de Salud en plena pandemia y cuántos días libres ha obtenido?
¡Menos de los que quisiéramos! Pero sabemos en qué situación estamos. Sabemos cuál es la responsabilidad que tenemos y, por dedicación, no ya sólo de la consejera, sino de los equipos que conforman el Departamento de Salud y de Osakidetza, no va a ser. El agradecimiento a los equipos por mi parte es infinito. Todos nosotros dedicamos cuantas horas son necesarias para tratar de que con nuestra aportación podamos salir de ésta lo antes posible.
No ha habido enfermedad en la historia de Osakidetza con más casos simultáneos que la COVID-19. ¿Cómo ha lastrado esto al resto de la atención sanitaria?
Evidentemente, el impacto de la pandemia en los sistemas de Salud ha sido grande. No sólo en Euskadi, sino a nivel global. Hemos vivido momentos de tensión que han hecho que tengamos que priorizar nuestros recursos. Es conocido que hemos tenido que suspender temporalmente las intervenciones quirúrgicas. Hemos tenido que reducir las atenciones presenciales y establecer otros canales de atención. Pero la salud y la atención a la salud en Euskadi se han mantenido en todos los momentos. Eso ha estado garantizado. Nada de lo urgente se ha dejado de atender en Euskadi. Pero habrá que espera a que pase la pandemia para poder valorar cuál es esa incidencia que ha podido tener en otros ámbitos, en otras patologías. Me quedo con la idea de que tenemos un sistema de salud sólido, consolidado. Podemos hablar de indicadores como el número de hospitalizaciones, el número de atenciones en UCI o el número de fallecimientos en Euskadi, pues son bastante mejores que en otras comunidades o en otros países. Y todo ello es gracias al sistema de salud que ya teníamos.
¿Cuándo se recuperarán las listas de espera y la presencialidad tal como estaban antes de la pandemia?
En el momento en el que va mejorando la situación hemos ido haciendo esa deescalada y esa incorporación de la atención. Hemos recuperado toda la práctica quirúrgica con normalidad que en algún momento puntual hemos tenido que tener suspendida. Y hemos incrementado la atención en presencial a medida que la situación ha ido mejorando.
¿Hay recortes de la presión asistencial este verano?
Lo que hay es una adecuación a los tiempos. La demanda de la atención sanitaria durante el verano no es la misma que durante otras épocas del año y en función de ello hacemos reorganización de nuestros servicios, como ocurre en otras circunstancias. Pero la atención la seguimos garantizando aun con pandemia.
¿Cuántas camas hospitalarias se van a cerrar, por ejemplo?
Nosotros no tenemos la previsión de cerrar camas hospitalarias. Lo que habrá es adecuaciones en algunas organizaciones en función de la demanda que tengan durante este período del año.
¿Tiene dificultades Osakidetza para contratar personal?
Osakidetza está muy bien valorada por la ciudadanía. Y la parte profesional también valora a Osakidetza. Tenemos numerosos profesionales que vienen de otros territorios que así lo corroboran. Pero en determinados grupos profesionales hay una escasez de profesionales disponibles. Es un problema que está afectando a todos los sistemas de salud.
¿Cuántas personas se han acogido al derecho a la eutanasia recién implementado desde el 25 de junio?
¿Es tan importante el número? ¿O lo realmente importante es que aquellas personas que se encuentran en esa circunstancia tan difícil, con esos niveles de sufrimiento y esa falta de esperanza, puedan sentirnos a su lado para poder llevar a cabo su voluntad? En Euskadi tenemos un sistema que acompaña desde el nacimiento hasta el final de la vida. Llevamos años prestando un servicio de cuidados al final de la vida, cuidados paliativos. La ley entró en vigor el pasado 25 de junio. Yo espero que no sean muchas porque espero que seamos capaces de poder cuidar su salud. Y facilitarles una vida sin dolor y con esperanza. ¿Hay solicitudes? Las hay. Pero entendemos que tenemos que dejar todavía un período más amplio para poder hacer una valoración.
¿Y hay datos de cuántos profesionales han dado su nombre en el registro de objetores de conciencia?
Los conocemos. Pero me gustaría que nos centremos en lo importante, que es si aquellas personas que deciden hacer uso de este derecho van a tener la ayuda, van a tener el servicio. Y eso va a ser así al mismo tiempo que, sin duda, garantizamos que aquellos profesionales que quieran objetar ante ello puedan hacerlo. El registro de objeción de conciencia está creado, está operativo y en él se registran todas aquellas personas que quieran hacer uso de ese derecho.
¿Son muchos o pocos? ¿Hay algún porcentaje?
En estos momentos todavía son un número no muy elevado de personas. Pero, vuelvo a insistirle, creo que aún es pronto para que podamos hablar de porcentajes y de números. Centrémonos en lo importante. Y es que esas personas que venían sufriendo y que venían requiriendo tener este derecho lo han conseguido.
¿Qué ocurrió la OPE de 2018?
Lo que ocurrió fue que se sacaron -me va a permitir que consulte los datos- 3.355 plazas distribuidas en 99 especialidades con 72.734 personas presentadas a ese proceso. Hay 68 categorías finalizadas, tenemos 13 suspendidas y el resto continúa su ejecución. Hay 13 que, como le digo, se encuentran suspendidas porque están judicializados y ese proceso sigue su curso. La Justicia tiene que trabajar. Dejemos que lo haga. Nosotros, como siempre, colaboraremos al máximo con ella. Pero representan 237 plazas sobre un total de 3.355. Eso sí, 1.119 personas afectadas.
Pero en esas categorías se ha visto que había exámenes muy similares, que las mejores notas coinciden muchas veces con los centros de trabajo de las personas que han puesto los exámenes y ha habido muchas denuncias de filtraciones. ¿No hay indicios para pensar que algo ocurrió?
Como digo, esas 13 categorías se encuentran en estos momentos judicializados y será la Justicia la que dictamine al respecto. Dejemos que trabaje, que se pronuncie. Como siempre. Nosotros acataremos aquello que la Justicia establezca.
En un primer momento hubo una investigación de la Fiscalía y Osakidetza no le entregó todo el material del que disponía.
Osakidetza colabora con la Justicia, como siempre ha colaborado y como siempre colabora el Gobierno. No hay otra postura por nuestra parte, sino una colaboración máxima con la Justicia.
Pero en aquella primera petición de información, insisto, el consejero Jon Darpón no entregó toda la documentación que obraba en su poder. Luego aparecieron después de otra serie de grabaciones y documentos que no estaban incorporados desde un principio. ¿Por qué?
Como le digo, el proceso está en curso. A mí no me consta. Sí que siempre que se nos solicita por parte de la Justicia colaboración, así la facilitamos.
8