La guerra de las palomitas de los cines de Euskadi llega a los tribunales
Los cines Florida, ubicados en la calle de San Prudencio de Vitoria, son los más antiguos de la ciudad. Y lo son con diferencia. Llevan casi 125 años con proyecciones en la misma ubicación. Ese complejo ha sufrido incendios, guerras, cierres y reaperturas. Ahora en 2021, su gerente, Javier Echaguíbel, dice sentirse con el agua al cuello. Con el final de la emergencia sanitaria, anunciado a principios de octubre, los espacios culturales recuperaron el 100% de aforo, sí, pero aquel fin generalizado de las restricciones tenía letra pequeña e impedía el consumo de comida y bebidas en los eventos con excepción del agua. En resumen, quedaban prohibidas las palomitas de maíz. Esta disposición única en España, que el Gobierno vasco no tiene intención de modificar y que tiene carácter indefinido, ha abierto una batalla entre los exhibidores y la Administración que ya ha llegado a los tribunales. Este viernes, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) escuchará los argumentos de los letrados autonómicos y tomará una decisión.
Nada más entrar al recinto del Florida por un túnel bajo la viviendas es ya visible un cartel de “caja cerrada”. Los coloridos recipientes para el aperitivo más popular como acompañamiento de una película están apilados y vacíos, tanto los amarillos como los pintados al estilo de la bandera de Estados Unidos. El trabajador que atiende la tienda explica que las palomitas de muestra del estrado son puro 'atrezzo' para atraer clientes. Mejor no probarlas: están hechas desde hace días, quizás semanas, y recogidas del suelo para hacer de gancho. Técnicamente, la venta está permitida, pero no merece la pena encender el palomitero únicamente por si alguien de la calle quisiera llevarse un paquete a casa, razona. “Lo tenemos limpio y brillante”, muestra el joven. El olor –o la falta de él– es un claro indicador de que no miente.
“El daño que nos hace en cuanto a imagen es para tirar la toalla”, protesta Echaguíbel en su despacho del Florida, el último multicine del centro de la capital vasca y uno de los apenas 17 que quedan en Euskadi, según sus cálculos. Solamente la calle en que se emplaza el Florida llegó a tener cuatro recintos culturales operativos hace unas décadas. Los abogados de la asociación de salas de cine de Euskadi (EZAE) y de la Federación de Cines de España (FECE) ven una “arbitrariedad” en que no haya palomitas en los cines y que sí pueda se pueda comer sin distancias en una barra de un bar, en un 'txoko', en un comedor escolar o en variados recintos. “Y, además, en las salas de cine no hay interacción social. Todos los espectadores están en la misma dirección, la actividad se desarrolla en silencio, la retirada de la mascarilla es puntual, los espacios son muy amplios y tienen sistemas óptimos de ventilación y no todos los espectadores consumen alimentos ni lo hacen en el mismo momento”, aseveran.
“El margen está en las palomitas”, sentencia Echaguíbel. “En los cines de Euskadi la pérdida conjunta por día al no permitirse el consumo de golosinas y refrescos es de 27.432 euros”, concretan desde EZAE y FECE. Y apuntan: para un exhibidor, los aperitivos son entre el 30% y el 45% de los ingresos totales. “Se trata de una restricción que amenaza gravemente la supervivencia de muchas salas si se prolonga en el tiempo”, avisan desde las asociaciones corporativas. El cine, como el resto de la actividad económica no esencial, cerró con el confinamiento. En la segunda emergencia sanitaria, iniciada en agosto de 2020 y que acabó en octubre de este año, ha estado con aforos del 60%, del 35%, del 75% o del 90%, en función de las olas. En julio, en plena oleada de contagios, no se permitía vender más del 35% de las butacas pero quienes asistían sí podían entrar con palomitas. “Prefiero volver al 75% y con palomitas. Es más rentable y más seguro, ¿no?”, lanza Echaguíbel, que siente “rabia” e “impotencia” por una decisión política que no le parece congruente.
Alega también que los datos oficiales de brotes en empresas vascas –desvelados por este periódico– no incluyen ni un solo cine. Explica que los conductos de ventilación necesarios de siempre en estos recintos son ideales para asegurar la regeneración del aire para reducir el contagio por aerosoles. Además, añade que ha regalado del orden de 70.000 mascarillas a los espectadores que han acudido a ver un estreno en los últimos meses. En su caso, mantiene una política de que el espectador que no se sienta seguro se puede marchar y recuperará el precio de su billete. “Cerramos los cines el 12 marzo de 2020 y en el primer año perdimos 400.000 euros. Desde entonces hasta ahora hemos perdido otros 200.000. Al contrario, nos han concedido una ayuda de 200.000 euros que no hemos cobrado todavía. Tenemos un crédito ICO, préstamos, subvenciones... Estamos más dopados que Lance Armstrong”, cuestiona Echaguíbel sobre la solvencia financiera del sector cultural como consecuencia de la pandemia.
La medida de no poder comer y beber –menos agua– afectaría también a los partidos de fútbol y baloncesto. Sin embargo, en el pabellón del Baskonia, también en Vitoria, cientos o miles de personas comen bocadillos y beben refrescos o cervezas en las gradas sin que ni el club ni la Ertzaintza, que siempre está presente, actúen de ninguna manera. El único recordatorio que se hace por megafonía es el de que hay que usar mascarilla. El propio club vende las bebidas que no se pueden consumir. El Gobierno vasco ha constatado estos incumplimientos –como admitió el portavoz y consejero de Cultura, Bingen Zupiria, en una rueda de prensa– pero ello no ha derivado en ninguna medida específica para el cumplimiento efectivo de sus propias normas.
EZAE y FECE han tocado este miércoles a la puerta de la sala de lo contencioso–administrativo del Superior vasco en busca de amparo. Este órgano judicial se ha caracterizado en la pandemia por tumbar una y otra vez medidas sanitarias del Ejecutivo de Iñigo Urkullu hasta el punto de abocar a toda España al que fue el segundo estado de alarma por la imposibilidad de restringir algunos derechos sin un marco excepcional general. Su presidente, el juez Luis Garrido, ha sido protagonista de decisiones polémicas –como reabrir los bares en plena alerta roja por alta transmisión comunitaria– y de declaraciones no menos comentadas –como sus críticas a los epidemiólogos en una tertulia radiofónica–. Ahora forma parte del tribunal pero no será el ponente de la resolución sobre la batalla de las palomitas, labor que recaerá en el magistrado Emilio Lamo de Espinosa. Ninguna de las resoluciones judiciales sobre la pandemia en Euskadi ha contado con votos particulares o posicionamientos diferentes de los magistrados.
Los cines han esperado a acudir a los tribunales dos semanas. Así, la sala de lo contencioso-administrativo ha desestimado de entrada suspender la normativa en vigor como medida “cautelarísima” y sin dar audiencia al Gobierno vasco, según el auto dado a conocer apenas unos minutos después de su entrada en el registro. Es por ello por lo que este viernes a las 13.00 horas ha citado a los letrados autonómicos. Argumenta la sala que, en caso de retrasarse un fallo favorable a los cines por este motivo, podría resolverse fácilmente con una mayor indemnización económica. Lo que está en juego es una medida de prevención sanitaria, por lo que es prudente conocer los argumentos de quien la ha aprobado, defiende el tribunal. Entretanto, en las taquillas del cine Florida el goteo de público para las sesiones de este martes es mínimo.
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