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José Antonio Jainaga, el 'resucitador' de Sidenor que quiere salvar Talgo y que es bien visto por los Gobiernos

El presidente de Sidenor, José Antonio Jainaga.

Belén Ferreras

Bilbao —

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José Antonio Jainaga (Bilbao, 1954) es desde hace unas semanas el empresario al que se dirigen todas las miradas. Postularse para entrar en el accionariado de Talgo le ha convertido en posible salvador de una empresa puntera y estratégica para España y para Euskadi. Es cierto que, si finalmente se materializa la compra, Jainaga no estará solo. El Gobierno vasco y el Gobierno central ven en principio con buenos ojos esta operación, que se llevaría a cabo a través de la empresa Sidenor, de la que es propietario al cien por cien, por lo que parece claro que le acompañarán entrando en el accionariado. El propio lehendakari Imanol Pradales reiteraba este martes que si existe un socio industrial y un plan industrial de “futuro y sólido”, el Gobierno vasco “acompañará una operación para que Talgo tenga una salida y tenga un futuro”. Pero tras OPA fallida de la empresa húngara Magyar Wagon no había operación posible sin socio industrial que diera el primer paso y ese paso adelante lo ha dado Jainaga, un empresario que, por otra parte, no es nuevo en esto de lanzarse a la piscina de posibles inversiones salvadoras de empresas estratégicas.

El nombre de José Antonio Jainaga ha sido uno de los comodines de las últimas grandes operaciones industriales en España, aunque no pasó de los primeros contactos. Sonó como socio industrial en el ITP Aero, en el que acabó entrando el Gobierno vasco con un 6%, pero no Jainaga. También sonó como posible comprador de Celsa, empresa catalana que también tenía plantas en Euskadi, estudió la compra de la gallega Alcoa y ahora tiene en Talgo en su punto de mira. Jainaga es hombre de industria, “abierto siempre a buscar nuevas oportunidades”. “Siempre tiene en su radar analizar operaciones con el objetivo de permanencia en el sector industrial”, dicen desde su entorno. Y hasta ahora no se le ha dado mal esto de resucitar empresas y arraigarlas. La prueba está en Sidenor, la 'niña bonita' de sus inversiones, desde la que prevé abordar la compra de Talgo y a la que puede decirse que “ha resucitado” varias veces. La última durante la crisis industrial derivada de la pandemia de COVID-19. Fue de las pocas industrias del sector que superó el bache sin despidos, con un ERTE que consiguió levantar antes de lo previsto e incluso realizó inversiones durante la pandemia. Antes había recuperado la compañía de las manos de la multinacional brasileña Gerdau y la devolvió a capital vasco.

Sidenor, que era una empresa pública, se privatizó en 1995, entrando como socio mayoritario la sociedad Ifesa de la que el principal accionista era Sabino Arrieta, empresario directamente vinculado al PNV que diez años después de hacerse con la compañía la vendió a la multinacional brasileña Gerdau en un auténtico pelotazo industrial: la compró por 13 millones y la vendió por más de 440. Jainaga llegó a la empresa vasca en la época de Arrieta, cono director general de la empresa. Antes había pasado por Sener y por Michelin. Con los brasileños como dueños de Sidernor se convirtió en consejero delegado. Diez años después, en 2016, fue Jainaga quien lideró la operación para devolver Sidenor a capital vasco y desde entonces, la empresa siderúrgica con sede en la localidad vizcaína de Basauri no ha hecho más que crecer.

Dedicada a la producción de aceros largos especiales con plantas productivas en Euskadi, Cantabria y Cataluña, y delegaciones comerciales en Alemania, Francia, Italia y Reino Unido, tiene 1.850 trabajadores y factura más de 1.000 millones. Es cien por cien de la sociedad familiar de Jainaga, Clerbil. De esta misma sociedad cuelga, además de Sidenor, la sociedad Mirai Investments, creada en 2019, a través de la que invierte en pymes, fundamentalmente empresas familiares que se encuentra en dificultades para afrontar la sucesión y casi siempre con porcentajes que le permitan tener el control de la empresa. Porque a Jainaga le gusta tener el control y contar con margen y libertad de actuación para poner en marcha sus planes industriales.

Empresario discreto en sus apariciones públicas, de trato afable en las distancias cortas, no le duelen prendas en hablar alto y claro cuando se trata de defender sus intereses. De hecho tras la pandemia protagonizó, como presidente de Sidenor y de la Asociación de Empresas con Gran consumo de Energía (AEGE) sonoros enfrentamientos verbales con Iberdrola y sus altos cargos por el alza del precio de la energía, y acusó a directamente a las eléctricas de ser las causantes del cierre de empresas. Fue de las primeras empresas que pararon la producción por elevado precio de la energía.

Fiel defensor de que en la empresa el tamaño importa, y mucho, ha encabezado varias propuestas para crear un gran grupo empresarial siderúrgico vasco. En su última oferta de gran siderurgia quería unir a su empresa Sidenor con Olarra, Tubacex, y Tubos Reunidos. La oferta cayó en saco roto.

Aunque está directamente ligado a la siderurgia a través de Sidenor, lleva años buscando diversificación de su negocio. Por ejemplo participa con el EVE al 50% en la sociedad Eguzkind para gestionar parques solares en Cataluña que abastecen de energía verde a las plantas catalanas del grupo. O a través de su marca inversora Mirai participa en 15 empresas que facturan en conjunto 200 millones y agrupan más de 1.000 empleos en diferentes sectores que abarcan el metal, equipos electrónicos, bienestar animal, agroindustria, salud o belleza.

Una vez que Talgo ya ha comunicado oficialmente a través de la CMNV que está en conversaciones con Sidenor para vender la compañía se entra en la fase más complicada de estas operaciones. Jainaga y su equipo accederán a las cuentas, comprobarán el pasivo, los ingresos y la cartera de pedidos de Talgo y deberán hacer una oferta, que todo parece indicar que estará acompañada del Gobierno español a través de la Sepi y del Gobierno vasco a través de Finkatuz. Lo que ha trascendido hasta ahora es que Talgo tiene una deuda de casi 400 millones con los bancos, expedientes sancionadores por parte de Renfe por retrasos en las entregas que pueden suponer multas de 160 millones, pero una cartera de pedidos de 4.000 millones y ventas el pasado año de 652 millones de euros. La OPA de Magyar Wagon valoraba la empresa en 619 millones. Actualmente, Talgo vale en bolsa algo más de 447 millones de euros. Su acción, al cierre de este martes, está en 3,77 euros, por debajo de los 5 euros que proponía en su oferta el grupo húngaro.

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