Kutxabank encara el nuevo escenario económico con relevo en la presidencia y sin fusiones a la vista
Kutxabank inicia una nueva etapa. El visto bueno del Consejo de Administración a que sea Anton Arriola el que asuma las riendas del banco cuando en noviembre Gregorio Villalabeitia abandone la presidencia, supone el arranque de un nuevo ciclo para la entidad financiera, en el que, pese a las nuevas caras en la cúpula, la máxima que parece imponerse es conseguir que nada cambie. En un entorno de gran incertidumbre económica y fuerte volatilidad de los mercados financieros, Kutxabank ha capeado el temporal con buena nota, demostrando con resultados que la decisión de sus accionistas -las fundaciones BBK, Vital y Kutxa- de no sacar la entidad a Bolsa y mantener el control no fue la equivocada.
Hasta ahora, Kutxabank se mantiene como una especie de isla en el sector bancario español, con las fundaciones propietarias manteniendo el control exclusivo. En estos momentos es el único banco de los que surgieron tras la reconversión de las cajas que no ha dado el paso de cotizar en el mercado bursátil. Ibercaja, que tampoco ha entrado todavía en Bolsa, tiene aprobada ya la salida, aunque la ha retrasado hasta después del verano a la espera de que mejoren las condiciones del mercado, ahora poco propicias para estrenarse. El banco vasco también se ha quedado al margen de la fiebre de fusiones que se han impuesto en el sector. Y de momento, pese a que los rumores sobre posibles candidatos a fusionarse con el banco vasco aparecen con relativa frecuencia, no parece que haya operaciones de concentración en el horizonte. Eso sí, tampoco se descartan de plano y el propio Villalabeitia ha dejado en más de una ocasión que podrían abordarse si permiten crecer en rentabilidad, pero dejando claro que serían muy exigentes a la hora de elegir compañeros de viaje.
Prueba del celo que mantienen los propietarios de Kutxabank a la hora de tener el control del banco está en los esfuerzos que debe hacer el principal accionista, la BBK, que preside Xabier Sagredo, para mantener esa mayoría en el accionariado y no permitir que puedan tomar decisiones sobre el banco agentes al margen de las fundaciones propietarias. La BBK que cuenta con un 57% del capital, está obligada a engordar un fondo de garantía de 235 millones hasta 2024. Ese fondo es el que le permitiría responder si es necesario para respaldar activos fallidos. En el momento de la creación del banco había que elegir entre asumir el fondo o reducir la participación por debajo del 50% y salir a Bolsa. Se optó por el fondo y mantener un control que BBK se reparte con la Kutxa, que tiene un 32%, y la Vital, con un 11%. En el horizonte del principal accionista no está modificar esa estrategia.
BBK está ahora a la espera de que el organismo regulador otorgue el visto bueno a su intención de crear una corporación para realizar inversiones en empresas. Un fondo que estaría dotado en principio con alrededor de 200 millones y que será posible gracias a que los buenos resultados de Kutxabank están permitiendo el reparto de dividendos entre sus accionistas -las fundaciones bancarias- de forma suficiente como para que BBK llegue a contar con el fondo de garantía que le exige el Banco de España y poder contar con dinero extra después de las aportaciones a la Obra Social, -a la que destina unos 37 millones de euros al año- para inversiones empresas. Esto permitiría a BBK diversificar la fuente de ingresos. De hecho, su objetivo es que en 2023, el 50% de los recursos de la Obra Social se consigan al margen de los beneficios del banco.
Esta nueva faceta inversora de la BBK en el entorno empresarial puede ser primordial también para capear las críticas que en los últimos tiempos ha soportado el banco por su progresivo proceso de desinversión en empresas. Este proceso de salida de compañías estratégicas se produce en su mayor parte siguiendo las exigencias del Banco Central Europeo, que estipula que las entidades se centren en los negocios estrictamente bancarios. Sin embargo, algunas de estas desinversiones han puesto las estrategia de Kutxabank en el punto de mira de las criticas desde el punto de vista político, en discusiones que se han llevado incluso al Parlamento Vasco, por considerar los partidos que Kutxabank tiene que ser un instrumento que permita garantizar el arraigo de las empresas a Euskadi. Este fue el caso, por ejemplo de Euskaltel, en el que Kutxabank vendió su participación en la OPA planteada por Más Movil, que se hizo con el control de la compañía vasca y que en estos momentos se encuentra en un proceso de fusión con Orange. Una operación que fue muy criticada por todos los partidos de la oposición al Gobierno vasco que consideraron que el Ejecutivo debía forzar al banco vasco a apostar por la empresa.
Si BBK consigue poner en marcha esta corporación de inversiones empresariales supliría, en cierto modo, este papel inversor que se le reclama el banco, aunque por el momento solo han trascendido las inversiones que ha realizado la fundación en la compra de acciones de Iberdrola, por más de cuatro millones de euros.
El nuevo presidente de Kutxabank, cuyas funciones futuras no están aún determinadas, pero que puede mantenerse como presidente ejecutivo, aunque cediendo mayores funciones al consejero-delegado de las que este cargo tiene ahora, se encontrará, en cualquier caso, una entidad saneada y con el índice de morosidad más bajo del sector, un 1,38% en el primer trimestre del año, que incluye también la mora de CajaSur, la entidad andaluza que en 2010 compró la antigua BBK y que Kutxabank ha conseguido rentabilizar. Este semestre el grupo ha ganado un total de 163,2 millones de euros, un 30% más que en 2021.
En estos momentos, la entidad cuenta con un plantilla de 4.989 trabajadores y 737 oficinas, muchas de ellas llevando todavía los rótulos de las Cajas que dieron lugar al banco, pese a que han trascurrido ya diez años desde la fusión y la transformación en entidad bancaria. Se cambian en la medida en que se abren nuevas oficinas o se acometen reformas en profundidad de las mismas, como si costara desprenderse de aquella esencia de las cajas.
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