Las obras del AVE destruirán una calzada romana en Vitoria: ¿pérdida patrimonial u oportunidad para estudiarla antes?
Un tramo amplio de una calzada romana (95 metros de largo, cuatro de ancho) ha aparecido a las afueras de Vitoria con motivo de las obras del corredor ferroviario de alta velocidad, en este caso del tramo que iría hasta Burgos y que construye la sociedad estatal Adif. No es una sorpresa: hace una década informes oficiales de la Diputación alertaban de que se trataba de una zona de “presunción arqueológica” y en las cercanías es conocido el yacimiento de Iruña-Veleia. También han emergido los restos de un poblado neolítico, de unos cinco milenios. Este fin de semana se han mostrado los hallazgos, ya que quedarán sepultados por la que será la mayor infraestructura de Euskadi (en obras desde 2006 y sin visos de finalización). Los arqueólogos que colaboran con la contrata afirman que la conservación de esas zonas “tiene grandes condicionantes” y un elevado coste en relación con su valor histórico pero, a cambio, entienden que los estudios y catas que se harán antes de que queden destruidos permitirán ofrecer una amplia información sobre el pasado del entorno. Pero también hay críticas. ¿Es asumible esta perdida patrimonial?
Leandro Sánchez es el responsable de Qark, la empresa encargada de estos trabajos arqueológicos a instancia de la empresa constructora, Sando. Llevan cinco meses en la zona. Atiende por teléfono a este periódico. Y adelanta ya al inicio de la conversación una idea: “No hay unos criterios fijos y estándares por los que se decida siempre en el mismo sentido. Depende de la obra y de la afección de la obra”. Dos ejemplos recientes en Álava. Otro tramo de la misma calzada romana pero en Berantevilla ha sido preservado de las obras de una carretera, la N-124. Sin embargo, Vitoria discutió cómo proceder con los restos del antiguo convento de San Francisco cuando se estaba reformando el entorno del Memorial de víctimas del terrorismo, el antiguo Banco de España.
Sánchez confirma, como la Diputación, que “se sabía” que pasaba por allí una ruta romana. Se trata del denominado íter antonino, el número XXXIV. Es la 'ab Asturica Burdigalam', esto es, la vía entre las actuales Astorga y Burdeos. Que esos parajes hacia Margarita y Júndiz escondían la carretera era la lógica conclusión por los restos aparecidos en Arkaia, al este de la capital, en Mariturri en 2004, al oeste de Vitoria, y en Iruña-Veleia, ya hacia Iruña de Oca. En cuanto al futuro corredor del AVE, “la atraviesa en perpendicular, la rompe”. “Es un cruce”, apunta el experto. En ese punto, el tren no va por un viaducto, sino a ras de suelo. “Una vez diseñado y aprobado [el proyecto ferroviario] no hay manera de hacer una rotonda o de elevar un tramo. Esto tiene grandes condicionantes desde el punto de vista de la ingeniería”, explica. Como otra opción se barajó encapsular la calzada para blindarla antes de que las vías la cruzaran. Pero ahí no se lograría otro objetivo, “que la conservación sirva para su disfrute futuro”.
“En este caso se dieron una serie de condicionantes que hicieron que entre todas las partes se tomara la decisión de que lo más razonable es excavarlo por completo. Lo que hicimos es lo más viable y lo más productivo”, insiste Sánchez. “Se hizo un análisis de cómo se podía llegar a proteger y la obra era tan bestial que era mucho más cara que excavar y encima iba a quedar inutilizada. Era meter una plataforma de hormigón y nunca iba a quedar visible. No la íbamos a poder excavar y no la íbamos a ver”, recalca.
La solución adoptada, defiende el arqueólogo, arrojará valiosos datos de las fechas de construcción de la vía, de sus reformas, del tipo de vehículos que la empleaban y de otros posibles detalles. “Con una inversión bastante menor, tenemos la oportunidad de excavar un espacio bastante grande y documentar un tramo de unos 95 metros. Vamos a entender y conocer perfectamente cómo se construyó, en qué fecha y hasta qué fecha se hizo mantenimiento. Es una oportunidad inmejorable de hacer un trabajo arqueológico. Después se hará una buena publicación y haremos una muestra sobre las vías romanas de Álava en el museo [BiBat, especializado en arqueología]”, señala Sánchez.
¿Y los restos neolíticos? “Es un poblado neolítico desconocido. Son agujeros de poste y el fondo de algunos silos y hornos. Son cortes en la roca. Ese espacio se va a excavar también para liberar de cargar arqueológicas ese terreno. Lo haremos con las mejores técnicas”, apuntan desde Qark. Y zanjan como conclusión de la entrevista: “Quiero dejar claro para que no quepa lugar a dudas de que se han hecho bien las cosas”.
Adif no ha atendido a las llamadas de este periódico para conocer su posición sobre estos hechos, adelantados por 'El Correo'. Desde el área de Patrimonio de la Diputación, en cambio, subrayan que no se podrá llevar a cabo ninguna actuación hasta que se hagan todos los informes y sean recibidos y analizados. “No pueden hacer nada hasta que no opinemos. Tiene que llegarnos y tenemos que estudiarlo. Se cumplirá la Ley de Patrimonio”, se limitan a indicar estas fuentes. Entretanto, la coalición EH Bildu ha registrado varias iniciativas en las Juntas Generales, el Parlamento provincial, para conocer más detalles sobre estos hallazgos. Esta formación, históricamente, se ha opuesto a la nueva infraestructura. La Diputación indica que el debate no puede llevarse a lo político, “a TAV sí o TAV no”, sino a lo estrictamente patrimonial. Recientemente también han surgido denuncias de afecciones a la cueva de Lezetxiki en la zona de Arrasate-Mondragón y este periódico también conoció que las obras del AVE han secado manantiales en Gipuzkoa.
El síndrome romano
Además, Álava vive una muy peculiar relación con los hallazgos romanos. Las instituciones se están empeñando en poner en valor el principal yacimiento, el de Iruña-Veleia, ya que hace dos décadas fue escenario de un gran fraude. Sus explotadores, de la empresa Lurmen, pretendieron hacer pasar piezas romanas originales y de valor por grandes descubrimientos mundiales. En concreto, se sostuvo la tesis de que aquello era la cuna del cristianismo o del euskera. Se publicitaron también jeroglíficos o una representación del Cenáculo muy anterior a la de Leonardo da Vinci. Sin embargo, los tribunales constataron que aquellos “grafitos extraordinarios” no eran tales. Los surcos eran contemporáneos y lingüísticamente también había aberraciones como palabras en italiano y no en latín muchos siglos antes de su nacimiento.
Y, más recientemente, se suscitó otra polémica al descubrirse que Jon Buesa, empresario y exdirigente del PNV, guardaba desde hace décadas una estatuilla romana del dios Baco. Finalmente, en junio de 2022 la devolvió tras haberse reactivado una investigación penal y la pieza regresó al BiBat. En este caso la figura era originaria del yacimiento en Arkaia, conocido como Suestatium y que incluye unas termas.
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