Pablo Ibar, que lleva preso en EEUU desde 1994 por un triple asesinato del que se declara inocente, se ha recuperado del “palo tremendo” que supuso su condena a cadena perpetua en 2019 y espera “animado” a que el tribunal acepte su apelación para celebrar un nuevo juicio.
El padre de este recluso hispano-estadounidense de origen vasco, Cándido; su esposa, Tania, y el presidente de la Asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar, Andrés Krakenberger, han ofrecido una rueda de prensa en Vitoria con motivo de la visita de Tania y sus dos hijos a la familia de Pablo en Euskadi.
Ibar, de 49 años, ha sido juzgado ya tres veces por las muertes de Casimir Sucharski, Marie Rogers y Sharon Anderson, ocurridas el 26 de junio de 1994 en una casa en Miramar (sureste de Florida) a manos de dos ladrones que entraron a robar.
El primer juicio fue declarado nulo porque el jurado no llegó a un veredicto unánime, en el segundo se le condenó a muerte, aunque posteriormente el proceso fue anulado porque las pruebas eran “escasas y débiles” y en el tercero en 2019 se le condenó a cadena perpetua, ha relatado Krakenberger.
Su defensa ha presentado una apelación para pedir un nuevo juicio en el tribunal de apelaciones del distrito número 4 de Florida pero la decisión podría demorarse un año, ya que ahora se abre un plazo para que la Fiscalía presente alegaciones y posteriormente habrá otro periodo para que la defensa rebata los argumentos de la acusación.
“Perder el juicio (en 2019) fue un palo tremendo pero Pablo ha sabido tirar para adelante, ser positivo y reconstruir su moral. Ahora está de ánimo razonablemente bien dentro de la tremenda injusticia” que ha sufrido, ha expuesto su esposa, que hubiera deseado hacer este viaje a Euskadi para conocer las raíces vascas de Pablo acompañada de su marido.
Cándido Ibar ha coincidido en que tras la derrota judicial de hace dos años Pablo estaba “muy decaído”, pero que ahora se siente “animado y contento dentro de lo que cabe”, más allá de una lesión en el brazo de la que fue operado hace tres semanas y de la que aún se está recuperando. “Es un chico fuerte y pensar que se cree en él le ayuda”, ha asegurado.
En la misma línea, su esposa ha dicho que Pablo “sigue luchando y está animado” y que ella está deseando ganar la apelación y el posterior juicio para poder tenerlo en casa.
Sobre esa apelación, Krakenberger ha defendido los “argumentos demoledores” de la defensa en los que se denuncia “el juego sucio” y las “irregularidades” de la Fiscalía durante el último juicio.
“Tenemos argumentos de peso” para lograr un nuevo juicio, aunque para afrontarlo será necesario una nueva recaudación de fondos, ya que el anterior proceso costó más de un millón de dólares y presentar la última apelación ya ha costado 250.000.
Hay dos formas de apoyar a Pablo, ha añadido el portavoz, escribirle cartas a la cárcel porque con eso se “mantiene ocupado y se siente apoyado” y aportar dinero para su defensa a través de la web de la Asociación contra la Pena de Muerte que lleva su nombre, que está preparando una campaña de recaudación “más potente”.