Perspectiva feminista en ciencia para salvar vidas: “Poner el foco únicamente en 'cánceres de mujeres' es peligroso”
De las 2,3 millones de mujeres que mueren prematuramente por enfermedades oncológicas cada año, 1,5 millones de vidas podrían salvarse con la eliminación de factores de riesgo y una atención y un diagnóstico precoces. Además, otras 800.000 muertes podrían evitarse si ellas tuviesen acceso a una mejor atención médica. Son algunas de las conclusiones a las que ha llegado el estudio 'Mujeres, poder y cáncer' de la revista científica The Lancet. Este análisis es una de las informaciones aportadas este jueves por las divulgadoras científicas Ana Galarraga Aiestaran y Alaitz Ochoa de Eribe, en la conferencia 'Nola ikusiko litzateke teknología femeninoan'? ('¿Cómo se vería la tecnología en femenino'?).
“En las mujeres es más difícil prevenir y detectar el cáncer. Son malas noticias, pero lo peor es que no nos sorprenden. Estamos acostumbradas a esta discriminación en medicina y estos datos son su reflejo. Cuando se habla de mujeres y de cáncer, el foco se pone en los 'cánceres de mujeres', es decir, de mama y de útero. Y eso es peligroso, porque entre los cánceres más comunes en mujeres están el de pulmón y el de colon. Se salvarían muchas vidas si se tuviera en cuenta”, han detallado en el Museo San Telmo de Donostia en un acto en el que han grabado un episodio del podcast que ambas protagonizan, Uhin ultramoreak.
Según han detallado, el objetivo de su podcast y el de la conferencia realizada este jueves es conseguir alejar los estereotipos machistas de la ciencia y la tecnología. “Nuestro objetivo es entender mejor la realidad, sin estereotipos, para enfocar a quienes están en los márgenes y para sacarlos a la luz. La ciencia y la tecnología, desde la Ilustración a día de hoy han sido elitistas, blancas, occidentales y machistas. Es hora de acabar con eso y ese es nuestro trabajo. Si alguna vez te has sentido apartada o discriminada en esos ámbitos, amiga, no eres tú, es el sistema”, ha explicado Galarraga.
Parte del problema y lo que hace que el diagnóstico en enfermedades sea discriminatorio para las mujeres, según el estudio de The Lancet, es que “el patriarcado domina la atención, la investigación y la formulación de políticas para el cáncer. Quienes ocupan los puestos de poder deciden qué se prioriza, financia y estudia. Dentro del personal a cargo de la atención del cáncer, las mujeres están infrarrepresentadas como líderes”. Además, la investigación recoge que “las mujeres dentro del personal a cargo de la atención del cáncer denuncian experiencias frecuentes y graves de discriminación basada en el género, incluida la intimidación y el acoso sexual”.
Igual de importante que es ser conscientes de los privilegios que tenemos, como ser blancas y tener estudios superiores, es importante reconocer y admitir las barreras que hemos tenido en el camino por ser mujeres
“La ciencia es un sistema que está dentro del propio sistema. Es un campo elitista, de personas de clase alta o que pueden acceder a estudios de ramas superiores, tradicional y defendido por las academias. En todo esto, el desplazamiento de la mujer ha sido histórico. Dejar todo eso en evidencia y sacarlo a la luz es positivo para poder abrir la puerta a otras personas que hasta ahora no han tenido acceso a la ciencia. ¿Por qué? Para conseguir hacer mejor ciencia. No se puede hacer buena ciencia sin perspectiva feminista”, ha indicado Ochoa de Eribe.
Para Galarraga, una de las claves para que las mujeres logren acceder a ciertos puestos de poder, es conseguir que en ciertas disciplinas, como la ciencia, las ingenierías o la tecnología “haya condiciones de calidad para conseguir las mismas oportunidades de promoción”. Una vez alcanzan estos puestos, Ochoa de Eribe reconoce que muchas de ellas no se sienten diferentes a los hombres y que esto no siempre es positivo. “Muchas mujeres llegan a puestos de rangos superiores en ciencia y tecnología y no se reconocen a ellas mismas diferentes de los hombres que han llegado hasta ahí, pese a que sean una minoría que afortunadamente es cada vez menor. Igual de importante que es ser conscientes de los privilegios que tenemos, que nosotras estamos aquí porque somos blancas y hemos llegado a tener estudios superiores, es importante reconocer y admitir las barreras que hemos tenido en el camino por ser mujeres, porque eso ayuda a las que vienen detrás”, ha recalcado.
Deberíamos cuestionar la figura de genio y poner en valor los proyectos científicos que se elaboran entre muchas personas
A modo de conclusión, Galarraga ha indicado que sobre todo con la llegada de las nuevas generaciones de científicos, cada vez se critica más la competencia excesiva, la producción incansable de 'papers' o investigaciones científicas y la figura del genio que destaca frente al resto. “Cada vez hay más científicos, también hombres, que ponen en duda esa necesidad de competencia, el tener que pagar por realizar publicaciones. Eso no hace una buena ciencia, si fuera más colaborativa sería mejor, y tanto las mujeres, como las personas que están en otros colectivos se sentirían más cómodos. También deberíamos cuestionar la figura de genio y poner en valor los proyectos científicos que se elaboran entre muchas personas. El problema es que cuando a través de proyectos en los que participan cientos de científicos se obtienen resultados importantes, no puedes darle a nadie el premio Nobel. Estamos acostumbrados a una figura o como mucho dos o tres que destaquen para poder ser premiados y reconocidos”, ha subrayado.
¿De qué manera beneficia que la igualdad llegue a la ciencia? El estudio sobre el cáncer en mujeres de The Lancet señala que para avanzar en un enfoque más diferenciado, inclusivo y transformador que considere explícitamente el tema del género en el ámbito del cáncer, es necesario “garantizar que los datos sobre sexo, género y otros factores sociodemográficos se recopilen de manera rutinaria en las estadísticas de salud oncológica, se informen públicamente y se actualicen”, además, se deben “desarrollar, afianzar y aplicar leyes y políticas que reduzcan la exposición de niñas y mujeres a los riesgos de cáncer conocidos” y, por último, “investigar, supervisar y actuar sobre los riesgos emergentes de cáncer que afectan desproporcionadamente a niñas y mujeres, incluidos los factores laborales y ambientales”. Una vez hecho todo ello, es fundamental garantizar un acceso equitativo a los recursos de investigación del cáncer, liderazgo y oportunidades de financiamiento para las mujeres e integrar un marco de competencias en materia de género en la educación y formación del personal a cargo de la atención del cáncer.
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