Un brote psicótico, ¿puede evolucionar hacia una enfermedad mental? Para determinar su evolución es muy importamte realizar un diagnóstico temprano que ofrezca una alternativa terapéutica. Si una persona llega con alucinaciones a un hospital una de las pruebas que realiza el equipo médico es un análisis de sangre. Un equipo investigador multidisciplinar de la Universidad del País Vasco, del Hospital Universitario de Álava, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental y Instituto de Biomedicina de la Universidad de León (Ibiomed) han utilizado esa prueba para desarrollar un modelo que ayude a pronosticar si el brote psicótico puede evolucionar hacia una enfermedad mental. Para ello, se toma en cuenta la actividad enzimática registrada en la analítica clínica. Este método es“ sencillo, rápido, económico y, sobre todo, no invasivo, aseguran los especialistas.
El brote psicótico es una alteración de la percepción de la realidad, que se traduce en alucinaciones o delirios, y que puede ser el aviso de la existencia de una enfermedad mental como la esquizofrenia, un trastorno bipolar o una depresión mayor. O por el contrario, puede tratarse de un simple trastorno puntual ocasionado por un agente externo. Hasta el momento “no se habían encontrados marcadores biológicos en sangre fiables que puedan predecir la existencia de la enfermedad y faciliten un diagnóstico temprano para ofrecer una alternativa terapéutica”, explican desde el equipo multidisciplinar.
La investigadora de la UPV Ainhoa Fernández-Atucha asegura que “los síntomas de los brotes psicóticos están asociados a una alteración en la actividad de los neurotransmisores del cerebro y puede desembocar en una enfermedad mental tan grave como la esquizofrenia. Pero no todas las personas que sufran un brote de este tipo padecerán esquizofrenia”. El modelo predictivo en el que trabaja busca mediante un análisis de sangre un reflejo de esa actividad cerebral en la actividad enzimática, y así “poder mejorar el diagnóstico inicial y su evolución”.
El estudio se realizó con 119 pacientes (78 hombres y 41 mujeres, de edades comprendidas entre los 17 y los 62 años). Todos eran pacientes del Hospital Universitario de Álava ingresados entre 2009 y 2012. Tras el primer brote psicótico se les realizó un control clínico y analítico que se repitió al mes, a los tres meses y al año. De la investigación fueron excluidas las personas que sufrieron alucinaciones o delirios tras consumir drogas o sufrir un traumatismo cerebral grave. El grupo de control estuvo integrado por 14 hombres y 16 mujeres sin antecedentes de trastornos psiquiátricos o neurológicos ni traumatismos craneoencefálicos.
El equipo investigador encontró que cuanto mayor era la actividad enzimática menor era la puntuación obtenida en las escalas de evaluación psiquiátricas referentes al estado general del paciente, y mayor en el caso de la escala que evalúa la presencia de síntomas depresivos. Es decir, estos resultados son indicadores de un mal pronóstico de la evolución global del paciente a corto plazo. “El aumento de la actividad de las enzimas parece implicar una modificación de la actividad neuronal”, apunta Fernández-Atucha. Además, haber encontrado marcadores biológicos en sangre que adelanten la evolución de un brote psicótico es importante porque “el equipo médico podría disponer de un método diagnóstico temprano para ofrecer una alternativa farmacológica y terapéutica adecuada”, explica la investigadora.