Janire Orduna, ilustradora: “Los cuerpos gordos no estaban representados en las ilustraciones, así que tiré de ese hilo”
La falta de referentes hizo que Janire Orduna decidiera estudiar Comunicación Audiovisual en lugar de dedicar de lleno sus estudios a su gran pasión, la ilustración. A pesar de ello, su trayectoria ha acabado llevándole a hacer lo que realmente quería. La joven ilustradora y diseñadora vasca crea dibujos “reales”, de mujeres que ve en la calle, en el mercado o en su familia. “Me divierte mucho utilizar la curva como unidad mínima de dibujo y, a partir de ahí, voy explorando. En realidad, dibujo el tipo de cuerpo que mejor conozco”, sostiene la artista.
Consciente de la precariedad de su profesión, pide “más y mejor” apoyo a las instituciones para que ilustradoras autónomas como ella dejen de hacer “malabarismos” para llegar a fin de mes. “Todavía no me he podido permitir dejar de lado otros tipos de proyectos que no me llenan tanto (...) Sigue siendo una profesión muy precarizada de horas infinitas y presupuestos escasos. Muchas veces hablamos más de ”sobrevivir“ que de vivir, cosa que no ocurre en otras profesiones. Es bastante triste”, reconoce.
¿Estudió Comunicación Audiovisual, pero después decidió dedicarse profesionalmente a su pasión, la ilustración. ¿Por qué no decidió hacerlo directamente desde un primer momento? ¿Hubo dudas?
Más que dudas fue la falta de referentes. No sabía que la ilustración podía ser una profesión. No conocía a nadie que se dedicase a ello y dibujar profesionalmente no parecía una opción muy segura. Además, siempre me ha gustado dibujar, pero en aquella época era algo que había dejado un poco de lado. De todas formas, haber estudiado comunicación audiovisual me ha dado unas herramientas muy necesarias también en mi trabajo actual. Al final, he dibujado mi propio camino, soy autodidacta en muchos sentidos y he tenido que esforzarme mucho, pero ahora veo que ha sido un proceso muy satisfactorio.
¿Qué busca expresar con sus dibujos?
Sobre todo busco divertirme, poner color y un poco de humor a lo cotidiano. Me gusta mucho sintetizar lo complejo en formas sencillas. Dibujo el mundo en el que me gustaría vivir, un poco más amable y divertido.
'Muslamen' es su proyecto personal y gran parte de las protagonistas que dibuja son mujeres gordas. ¿Es su forma de luchar contra la gordofobia?
Yo dibujo a mujeres tal y como las veo, lejos de los cánones establecidos que no son los que veo cuando estoy con mi familia, cuando voy al mercado, o en el autobús… Ha sido algo más natural que premeditado, me divierte mucho utilizar la curva como unidad mínima de dibujo y, a partir de ahí, fui explorando. En realidad, dibujo el tipo de cuerpo que mejor conozco. No empezó teniendo una intención reivindicativa, pero en algún punto de esta búsqueda, me di cuenta de que los cuerpos gordos no estaban tan representados en las ilustraciones que veía, así que seguí tirando de ese hilo.
Forma parte del proyecto Femgarabat que se dedica a realizar relato gráfico feminista. ¿El feminismo está conquistando espacios a los que antes no podía llegar gracias a la ilustración? ¿De qué manera?
Mi compañera Bea Aparicio y yo partimos de la base de que si lo que no se nombra no existe, lo que no se dibuja tampoco. El dibujo es otro lenguaje que también puede crear nuevas realidades o transformar las existentes. Además, lo gráfico es una forma de apelar muy directa, más universal. Con este proyecto intentamos hacer comprensibles a través del dibujo conceptos que a veces no son sencillos de asimilar. El feminismo está impregnando nuestras vidas, nos hace cuestionarnos cosas constantemente y con la ilustración podemos ayudar a que todo ese proceso sea más asequible. Pero a fin de cuentas es el feminismo el que nos hace tener esta visión en todo lo que hacemos y no al revés.
A veces por ser mujer y joven te restan importancia diciendo cosas como “¡Ah! ¿qué haces?, ¿dibujitos?” No, perdona, soy una profesional
¿Cuál es el lado positivo de las redes sociales para las personas que se dedican a la ilustración?
Para mí, han sido -y son- una fuente constante de referentes, aunque hay que tener la cabeza un poco fría para poner las cosas en su lugar y entender que no todo es tan perfecto. Sobre todo, para no caer en la comparación absurda de tu vida real con la vida ficticia de la gente a la que sigues. También son una forma de mantener el contacto con ciertas personas de la profesión que, sin redes sociales, sería complicado. Y, por supuesto, son una plataforma para mostrar tu trabajo, en especial a personas a las que no accederías en un entorno más cercano.
¿Y el negativo?
Todo ese ejercicio mental que me supone estar calculando hasta dónde llega la realidad y hasta dónde la ficción. No me gusta que publicar en redes sociales deje de ser algo que hago por diversión y pase a ser una obligación. Esto mata toda la naturalidad. Pero soy una persona bastante voluble así que si se trata de cosas pequeñas, lo que me importa muchísimo un día, al siguiente soy capaz de ignorarlo. No sé si esto es una virtud o un defecto, pero a mí me ayuda a relativizar cómo y cuánto me muestro en redes.
Cada vez se escuchan más nombres de proyectos realizados por ilustradoras. ¿Sigue habiendo machismo en su sector?
Existe el mismo machismo que en la sociedad en general. Es un sector creativo, lo que creo que favorece que haya personas dispuestas a ampliar los horizontes de lo que conocen y esto ayuda a darse cuenta de lo que falla. Pero aquí nadie se salva. Las estructuras de poder se siguen reproduciendo, aunque es verdad que cada vez un poco menos. Y, como decía al principio, para mí tener referentes es algo básico que genera un ciclo de empoderamiento. A más referentes, más personas se sentirán capaces de proyectarse y darse a conocer.
¿Alguna vez le ha tocado vivir alguna situación machista en su profesión como ilustradora?
Siempre he estado bastante bien rodeada así que en mi profesión, al menos de manera frontal, no he tenido grandes conflictos en ese sentido, pero a veces hay detalles y actitudes que, aunque se hagan de forma discreta, también afectan. Cosas como que te resten seriedad o que empequeñezcan tu trabajo o cuando por ser mujer y joven te dicen cosas como “¡Ah! ¿qué haces?, ¿dibujitos?” No, perdona, soy una profesional.
La ilustración sigue siendo una profesión muy precarizada de horas infinitas y presupuestos escasos
¿Se puede vivir de la ilustración?
He tenido una vida laboral bastante precaria, la verdad, pero creo que he sido tenaz y poco a poco he construido un camino hacia el lugar en el que quería estar. Todavía no me he podido permitir dejar de lado otros tipos de proyectos que no me llenan tanto. En resumen, sí se puede vivir de la ilustración pero en mi caso, por lo menos, la versatilidad juega un papel fundamental para poder sostenerme. Y, en cualquier caso, hablando con el resto de compañeras de profesión que tengo cerca, sigue siendo una profesión muy precarizada de horas infinitas y presupuestos escasos. Muchas veces hablamos más de “sobrevivir” que de vivir, cosa que no ocurre en otras profesiones. Es bastante triste.
¿Las instituciones apoyan suficiente a las ilustradores o nota que falta apoyo en ese sentido?
Teniendo en cuenta la precariedad a la que nos vemos abocadas, estaría bien que las instituciones nos apoyasen un poco más y mejor. La mayoría de personas que conozco en este mundo somos autónomas y la verdad es que a veces es insostenible el malabarismo que tenemos que hacer para que nos den las cuentas.
¿Qué consejo le daría a las jóvenes que quieren ser ilustradoras?
Que dibujen mucho y que se diviertan haciéndolo. Si algo tiene esta profesión es que es bonita, pero eso no significa que todo vaya a ser jauja, todo lo contrario. Hay que meter muchas horas. Y, por otro lado, que no tengan miedo a realizar proyectos diferentes, con otras personas, porque puede ser una profesión bastante solitaria y siempre está bien generar redes desde lo colectivo. Y, por favor, que nunca trabajen gratis a cambio de exhibición porque así nos cargamos la profesión.
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